Este camino

Transito como una sombra sin conciencia
por caminos que me son impropios,
por sendas que no reconozco.

Quizá solo existan planicies
y no haya caminos.

Mis pies se deslizan torpes,
titubeantes,
sobre arenas ardientes,
con un mensaje estrafalario
que penetra por los poros de la piel
como un virus hambriento y demente.

No entiendo su lenguaje críptico,
su desacierto de palabras,
si bien presiento que me habla
de algo muy personal.

Los pasos que doy
no avanzan por el sendero que busco,
están fuera de lugar,
amparados por un movimiento ciego
que me desgarra con un intenso dolor.

Puedo detenerme
y mirar a mí alrededor,
puedo hacerlo
—hastiado de kilómetros
y fatigas sin premio—,
mas no lo hago
porque no me han enseñado
a congelar mis músculos,
a mirar las motas de polvo
que flotan en el éter,
a dejar que la humedad del amanecer
escriba sobre mi piel sensaciones inéditas.

No sé prescindir de los pasos obligados,
ni de contar minutos.

Soy incapaz de contemplar la vida
que dejo atrás
ni la que tengo delante.

Mi misión está hecha de vértigo,
de vagabundeo constante,
de ambición de llegar
a un lugar que no tiene nombre.