Por Ángel E. Lejarriaga
A Virginie Despentes se la considera como la estrella destroy punk de la literatura francesa. Así se la califica en la mayoría de los artículos que se publican sobre ella. ¿A qué se refieren los críticos cuando la denominan destroy punk? Destroy es un anglicismo utilizado comúnmente en el movimiento punk para definir posicionamientos, dentro del mismo, violentos, antisociales, autodestructivos y pasivos ideológicamente. El concepto nace, sobre todo, a partir de la aparición del punk comprometido o Straight Edge; descrito como un estilo constructivo de vida dentro del punk, creado por la banda Minor Threat y caracterizado por la abstención al alcohol, al tabaco y al consumo de drogas; también por la defensa del vegetarianismo. Este submovimiento dentro del punk fue una reacción ante los excesos asociados a él.
Virginie Despentes nació en Nancy, el 13 de junio de 1969, tiene 44 años. La rabia y corrosividad con que escribe está justificada por su experiencia personal y por su posicionamiento ideológico sobre la condición de las mujeres. La protagonista de Bye Bye Blondie, Gloria, también nació en Nancy, de hecho la novela se desarrolla en gran parte en esta ciudad y comparte muchos de los pasajes de la vida de la autora.
A los quince años fue ingresada en un hospital psiquiátrico y a los diecisiete, a su regreso de un viaje a Londres en autostop, fue violada. Muy pronto abandonó Nancy y se fue a vivir a Lyon, envuelta en una cólera existencial teñida de punk, lo cual no hizo más que empeorar su situación, si bien le suministró un bagaje existencial con el que nutrirá su obra.
Lejos de la protección de sus padres realizó los más diversos trabajos: limpieza, comercio, prostitución ocasional o guionista, entre otros. Con su primera novela, Fóllame (1998), que le costó mucho publicar, cambió su signo destroy e inició una andadura entre el cine y la literatura llena de obstáculos pero gratificante.
Constituye una seña de identidad inconfundible en su trabajo, el hecho de que sus protagonistas, siempre mujeres, desempeñen roles que generalmente se le adjudican al varón: drogas, violencia o promiscuidad sexual.
Todos sus libros son una reflexión sobre la realidad femenina en la sociedad de finales del siglo XX. Su punto de vista rechaza a la mujer dócil, previsible, con un destino determinado desde el momento del nacimiento, y le abre puertas a su liberación, sea cual sea, imponiendo su criterio, por encima de la voluntad masculina que intenta manipularla. En sus libros habla de ella misma y de sus encontronazos con lo «políticamente correcto», con ese otro que es el hombre que puede agredir, y de hecho agrede, en cualquier momento. Ella asume el riesgo de la violación como parte de la lucha por la libertad. En la calle existen monstruos que se manifiestan de diversas maneras. Para la mujer emancipada uno de esos monstruos puede tomar forma de violador. La violación es la opresión suprema de la mujer pero también hay otras formas de violación, como la derivada de cumplir el ritual de «ama de casa» domesticada y sumisa.
Ella no se avergüenza de ser mujer, de ser hermosa, de desear y gozar con ese deseo y a través de ese deseo. No se oculta, se expresa como siente. Es su elección. Se enorgullece de su sexo y de disfrutar con él. Todas estas ideas flotan en su obra pero se definen de una manera contundente en Teoría Kin Kong (2007). Con ella, lo aparentemente sórdido (prostitutas o actrices porno) abandona el sótano hipócrita en el que está recluido y se materializa, situándolo en el ámbito de lo común, de lo posible, de lo que define a la sociedad insana en la que nos desenvolvemos. Con su discurso cáustico y agresivo se ríe de la mujer femenina, integrada, dominada, que se cree dueña de su propio destino; más bien al contrario, la presenta encadenada a los prejuicios, al paternalismo del patriarcado, sea familiar, marital o estatal. Las mujeres no eligen, todas se prostituyen de una u otra manera y eso debe cambiar.
Bye Bye Blondie, por primera vez publicada en España, no hace más que incidir en lo mismo. Contiene los mismos tics. Una mujer joven, Gloria, adolescente, punk, encuentra un amor desquiciado, Erik, en el último rincón donde pudiera imaginarse existiera, en un psiquiátrico. Los dos se gustan, se observan, se retan, se desean, temen la brutalidad de la atracción que sienten el uno por el otro. El resultado es el esperado, frenesí y pasión. En ese anhelo doloroso, se escapan de sus casas y se lanzan a una aventura de supervivencia, música, vagabundeo, drogas, sexo y desencuentros. La ciudad de partida es Nancy, a finales de los años 80. La pareja vive el punk de una manera violenta, delirante, antisocial. Después de una separación de veinte años, se reencuentran. Él ha cambiado, ella sigue siendo una punki, en paro, sin casa, atormentada por un pasado que marca su presente.
Lo que sigue después hay que leerlo porque es entrar en una mezcla explosiva de libertad y necesidad de transformación, de reajuste. Gloria necesita ese reajuste, el amor que siente por Erik también, pero no le va a resultar fácil.
Gloria, como Virginie, es una luchadora empedernida, que se revela contra una planificación de su vida que no ha elegido; no elige nacer, pero tampoco le dejan elegir cómo vivir. Y ella no acepta esas normas. No se somete, escupe al rostro a sus padres, a sus profesores, a psicólogos, psiquiatras, policías y en general a todo ese entramado autoritario que la empuja a asumir ser encarcelada voluntariamente en una vida mediocre. Naturalmente, esa rebelión no es gratis, tiene un coste y ella lo va a pagar.
«—Y en su opinión, ¿por qué rechaza usted ser una mujer?
Gloria pensó guardarse los comentarios. Así que, aceptar ser mujer era recibir golpes sin querer devolverlos. Vale, capullo, por supuesto.
Tenía unas tetas como para que las rodara Russ Meyer, un culo de escándalo, y cuando la dejaban vestirse, le gustaba ponerse faldas con mallas rasgadas, vale, y en sus botas rangers había puesto cordones rosas; no salía nunca sin maquillaje, los ojos muy rojos, los labios muy negros y las uñas pintadas de verde. Era la única chica que conocía capaz de saltar la tapia con tacones.
El viejo había manchado de comentarios algunas páginas antes de volver a los temas que consideraba cruciales:
—¿Por qué se afea? ¿Por qué ese corte de pelo? ¿Y ese color?
Si hubiera sido cantante de un grupo, eso le habría dado para hacer una canción “SOS, encerrada con los locos, el doctor quiere que vaya a la peluquería”. Pero allí no le servía para nada.
Una vez más, cerrar el pico, ¡eh! viejo imbécil, esto se llama movimiento punk. Nada que ver con que tenga un coño, una polla o un par de alas.»
Algunos libros de Virginie Despentes:
Fóllame, Mondadori (1998)
Perras sabias, Anagrama (1998)
Lo bueno de verdad, Anagrama (2001)
Teoría King Kong, Melusina (2007)
Bye Bye Blondie, Pol·len (2013)
Lo que sigue después hay que leerlo porque es entrar en una mezcla explosiva de libertad y necesidad de transformación, de reajuste. Gloria necesita ese reajuste, el amor que siente por Erik también, pero no le va a resultar fácil.
Gloria, como Virginie, es una luchadora empedernida, que se revela contra una planificación de su vida que no ha elegido; no elige nacer, pero tampoco le dejan elegir cómo vivir. Y ella no acepta esas normas. No se somete, escupe al rostro a sus padres, a sus profesores, a psicólogos, psiquiatras, policías y en general a todo ese entramado autoritario que la empuja a asumir ser encarcelada voluntariamente en una vida mediocre. Naturalmente, esa rebelión no es gratis, tiene un coste y ella lo va a pagar.
«—Y en su opinión, ¿por qué rechaza usted ser una mujer?
Gloria pensó guardarse los comentarios. Así que, aceptar ser mujer era recibir golpes sin querer devolverlos. Vale, capullo, por supuesto.
Tenía unas tetas como para que las rodara Russ Meyer, un culo de escándalo, y cuando la dejaban vestirse, le gustaba ponerse faldas con mallas rasgadas, vale, y en sus botas rangers había puesto cordones rosas; no salía nunca sin maquillaje, los ojos muy rojos, los labios muy negros y las uñas pintadas de verde. Era la única chica que conocía capaz de saltar la tapia con tacones.
El viejo había manchado de comentarios algunas páginas antes de volver a los temas que consideraba cruciales:
—¿Por qué se afea? ¿Por qué ese corte de pelo? ¿Y ese color?
Si hubiera sido cantante de un grupo, eso le habría dado para hacer una canción “SOS, encerrada con los locos, el doctor quiere que vaya a la peluquería”. Pero allí no le servía para nada.
Una vez más, cerrar el pico, ¡eh! viejo imbécil, esto se llama movimiento punk. Nada que ver con que tenga un coño, una polla o un par de alas.»
Algunos libros de Virginie Despentes:
Fóllame, Mondadori (1998)
Perras sabias, Anagrama (1998)
Lo bueno de verdad, Anagrama (2001)
Teoría King Kong, Melusina (2007)
Bye Bye Blondie, Pol·len (2013)