3 may 2019

La hemorragia de Constanza

Por Ángel E. Lejarriaga



Una nueva lectura de la editorial Piedra Papel Libros, en este caso de relatos, publicado en el año 2017. El autor es Daniel Carmona Cordones del que sabemos que ha nacido en Arjonilla, Jaén, en 1980, que es profesor de Filosofía y que vive o vivía, en el momento de esta edición, en Benalmádena, Málaga. También sabemos que tiene dos libros editados: Submania (2016) y La era del espíritu baldío (2017).

Según la contraportada de La hemorragia de Constanza: “es un libro de relatos inquietantes, difíciles de asir, compuesto por cuatro historias perturbadoras que parecieran salidas de un imaginario desapegado del presente y sus convencionalismos; cuatro historias pobladas por personajes tocados por un halo de extrañeza mágica y secreta”.

Desde luego no se podría describir mejor el texto. Empecemos por el primer relato que da título al libro, La hemorragia de Constanza. Advierto que introducirse en él es iniciar un paseo por lo tenebroso, acompañados por sombras maléficas que pueden sorprendernos en cualquier momento. Pascual Terracota es un recién jubilado que fantasea con el amor de Constanza, a la que hace tiempo que no ve, a la que no ha contestado sus cartas y de la que sabe que está enferma. Llegado a ese punto de su vida en que, entre otras cosas, se le está agostando, decide ir a declarar su amor a la mujer que ha sido su inspiración durante años; para ello tiene que penetrar en una mansión oscura, “Las grandes lámparas que brillaran otrora, ahora están apagadas”, en la que se escuchan susurros difíciles de interpretar, que encogen el corazón. Encuentra a Constanza, desde luego, pero atrapada a su enfermedad más de lo que él mismo se había imaginado. Constanza era para él “Un recuerdo vivo de sus años jóvenes, de sus esperanzas, de sus ilusiones”. Ella le hace preguntas para las que él no tiene respuestas, él también tiene preguntas que hacer a Constanza, preguntas que no salen de su garganta, los fantasmas presentes y pasados le oprimen como una argolla de hierro. ¿Qué resistía al paso del tiempo de la antigua Constanza?: “Nada quedaba de su antiguo cuello de cisne”. Además de tanto desamparo y decepción, se encuentra cara a cara con el doctor Wenceslao, vestido con una bata blanca que parece flotar sobre el silencio de los pasillos. La atmósfera que respiran parece estar al margen del tiempo.

Koda el rutilante nos transporta a un escenario difícil de digerir sobre todo si consideramos que por él se desplaza Irina, una gallina que juega de manera magnífica al ajedrez. El trabajo de Koda es recorrer el mundo, exhibiendo infinitas partidas con Irina, asombrando a propios y a extraños. Koda es un nómada desmemoriado que se deja llevar por la corriente de la existencia con la pretensión de no aferrarse a nada salvo al momento presente; bueno, no del todo, le encanta escuchar la radio y beber tequila. En una de sus representaciones excepcionales es invitado a cenar con el Alcalde del pueblo en el que ha realizado la misma, allí está Greta, un amor del pasado, quizá de otra dimensión. “Existe al menos un punto de conexión por el que el ajedrez y la gallina son compatibles, y ha sido hallado, bajo el prisma de la magia y no de manera absolutamente espontánea”.

Expectativa y prosperidad es un relato muy gráfico y a la vez tortuoso, aderezado con unos toques de intensa repugnancia, toda una muestra de gastronomía nauseabunda. Veamos. Una pareja de enamorados que acaban de contraer matrimonio necesitan un crédito para montar un pequeño negocio con el que primero sobrevivir y luego, si es posible, prosperar. Para obtenerlo acuden a la mansión —otra mansión— de un prestamista de gran prestigio y mayores riquezas. Una vez allí, acomodados frente a su mesa, tienen que contemplar como “El anfitrión comía como si estuviera luchando”. En un ambiente grotesco inimaginable presencian una especie de ritual en el que podría decirse que están vendiendo su alma al mismísimo diablo.

Por último, El reloj de cuco nos sitúa en una agradable tertulia en la cual un grupo de personajes dialogan alrededor de una anécdota entre lo irónico y lo provocador: “—Una vez entré en un hostal, hace ya muchos años, en donde había colgada una advertencia en la entrada de cada habitación: ‘Prohibido suicidarse’”. Este hilarante principio molesta especialmente a Bernabé, el anfitrión, que inicia un encendido debate sobre el asunto en cuestión. Cada personaje tiene su punto de vista, alguno lo lleva mejor que otro sobre todo si esnifa pegamento, Bernabé no tanto. ¿Qué rumia Bernabé? La señora Témper y Ruiz el ingeniero indagan, le cuestionan, le invitan a profundizar en el tema. Entonces el reloj de cuco deja de funcionar. ¿Eso significa algo? ¿O tal vez se trata de una manifestación más del azar? En cualquier caso, parece que reparar el reloj de cuco es algo prioritario para que el orden se restablezca. Tal vez sí o tal vez no.

2 comentarios:

  1. Muchas gracias por la reseña, Ángel.

    Con tu permiso, la publicamos también en la web de la editorial y se la pasamos al autor.

    Un abrazo.

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  2. Por supuesto, Juan. Haz lo que creas conveniente. Un abrazo.

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