Por Ángel E. Lejarriaga
Arrojados al mundo, cada persona tiene un rol preestablecido, según su origen de clase: operario, maestro, banquero, funcionarios, camarero... No es fácil escoger dicho rol. Nuestra libertad es limitada si perteneces a la clase de los asalariados, ganaras más o menos pero tu campo de acción no se moverá mucho del origen. Incluso podrás desempeñar distintos roles según el momento histórico y tu situación vital. Serás camarero en un momento dado o pintor de brocha gorda en otro, o quizá limpiarás calles. Si preparas una oposición al Estado tal vez adquieras un puesto intermedio que te permita tener un empleo seguro; si tus valores morales son laxos es posible que te hagas aprendiz de banquero, policía o militar. En el fondo, en contra de lo que se pueda creer, todos estos puestos los desempeñan personas intercambiables, prescindibles. Puedo ser policía o camarero, da igual, solo tengo que estar dispuesto a venderme al mejor postor y a hacer lo que me manden. Hoy servimos copas o ponemos ladrillos en una construcción, mañana podemos reprimir una manifestación; a fin de cuentas, somos esclavos del salario, obligados a pagar facturas, a ejecutar tareas sin hacer demasiadas preguntas sobre el trasfondo de las mismas. Somos sustituibles en nuestro régimen salarial. Entes programados para obedecer, sin voluntad para diferenciar entre el bien y el mal, entre la codicia y la generosidad, entre un individualismo más destructivo y el apoyo mutuo.
Este es nuestro mundo y así transcurren los decenios que vivimos, obteniendo como resultado más pobreza, más indignidad, más ignorancia, mas soledad. Si no hacemos cambios, cada día que transcurre estaremos más cerca de la solución final, de un suicidio colectivo inevitable, necesario y saludable.
Este es nuestro mundo y así transcurren los decenios que vivimos, obteniendo como resultado más pobreza, más indignidad, más ignorancia, mas soledad. Si no hacemos cambios, cada día que transcurre estaremos más cerca de la solución final, de un suicidio colectivo inevitable, necesario y saludable.
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