20 oct 2025

El arpa de hierba



EL ARPA DE HIERBA (1951)
Truman Capote



Por Ángel E. Lejarriaga



Truman Capote (1924-1984). Publicada en 1951, El arpa de hierba ocupa un lugar especial en la obra de este escritor norteamericano. Si bien su nombre suele asociarse a relatos sombrío como su novela A sangre fría o a al agridulce Desayuno en Tiffany’s, esta novela ofrece una mirada distinta. Se trata de una fábula sobre la memoria, la infancia y la búsqueda de un lugar en el mundo en el que desarrollar la propia identidad. Eso que siempre solemos decir que estamos buscando. Capote la concibió como un texto personal, inspirado en recuerdos de su niñez en Alabama; esa raíz se expresa en cada página con matices poéticos.

La historia se desarrolla en un pequeño pueblo del sur de EEUU, y tiene como eje central a Collin Fenwick, un adolescente huérfano que encuentra refugio en la casa de sus excéntricas tías, Dolly Talbo y Verena Talbo. Dolly, frágil, bondadosa y soñadora, contrasta con Verena, una mujer práctica y dominante, que adora hacer negocios y ganar dinero. La tensión entre ambas simboliza el choque entre dos formas de enfrentar la existencia: por una lado la imaginación, la ternura y la contemplación frente a otro más pragmatismo y materialista. El drama, por momentos tragicómico, se desencadena cuando tras un conflicto doméstico, Collin, Dolly y Catherine, la sirvienta, huyen de la casa familiar y se refugian en una cabaña construida en lo alto de un nogal. Esta huida es todo un símbolo de rebeldía, de búsqueda de libertad, un lugar donde ser fieles a su esencia, lejos de la opresión del orden asfixiante que les rodea.

El título de la novela alude al “arpa de hierba”, una metáfora que Capote utiliza para describir el sonido del viento al pasar entre las briznas secas del campo. Ese susurro se transforma en voz: un lenguaje que narra las historias olvidadas de la tierra y sus habitantes. Así, la naturaleza se erige como una presencia espiritual, un registro poético de lo que permanece más allá de las convenciones sociales. El arpa de hierba funciona también como metáfora de la memoria, un instrumento invisible que recoge los ecos del pasado y los transforma en relato, del mismo modo en que Capote convierte recuerdos personales en literatura.

Uno de los méritos principales de El arpa de hierba es la construcción coral de sus personajes. A través de ellos, Capote explora la soledad, la incomprensión y la necesidad de una comunidad que aporte protección al desamparo en el que viven. Collin encarna el tránsito de la niñez a la adultez, con la confusión y la vulnerabilidad que eso conlleva. Dolly, en su aparente fragilidad, representa la ternura y la resistencia de quienes se niegan a vivir bajo normas ajenas. Catherine, con su afilado verbo y su inquebrantable fidelidad, es el contrapunto de humor y realismo al conjunto. Incluso Verena, a pesar de su dureza, revela un anhelo de seguridad en el mundo incierto en el que viven. En la periferia del relato, aparece una figura entrañable, el juez Cool, dotado de una sabiduría que aporta equilibrio a la disparatada trama.

El tono de la novela oscila entre la fábula y la memoria lírica. Capote opta por una escritura poética y tierna que ilumina los aspectos básicos de lo cotidiano, eso que con frecuencia nos pasa inadvertido en nuestro día a día. No es una crónica de un tiempo pasado sino una especie de canto. Capote afirmó en una ocasión que El arpa de hierba era su obra más querida porque en ella se encontraba la inocencia perdida y su deseo de preservarla en la memoria.

Aparte del hecho mismo de que nos parezca una especie de cuento mágico en el que suceden cosas que no acontecen en nuestra realidad circundante, Capote aborda temas universales como la tensión entre libertad e imposición, el derecho a elegir la propia forma de vida, la fragilidad de los afectos y el miedo al rechazo. La huida a la cabaña en el árbol recuerda a un gesto ciertamente utópico: crear una especie de comunidad regida por la solidaridad y el afecto, donde los “raros”, los “desadaptados”, pueden existir y coexistir con otras personas, sin ser juzgados, sin culpa. La posterior confrontación con los habitantes del pueblo simboliza un choque, tal vez inevitable, entre el individuo y la sociedad. Capote apuesta por la autenticidad del hecho porque dice “deja una huella imborrable”.

A pesar del buen sabor de boca que deja esta novela, en su tiempo tuvo una acogida dispar. Se la llegó a considerar una obra menor. No obstante, el paso del tiempo ha hecho que se la valore como una pieza literaria clave para comprender la sensibilidad de Capote.

En resumen, El arpa de hierba es una especie de meditación sobre la memoria y la búsqueda de identidad. Nos recuerda que la infancia, aún en su fragilidad, puede ofrecer enseñanzas más profundas que la suma de las certezas adultas, quizá porque en la infancia todavía somos inocentes.

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