13 abr 2022

La ilusión ciega


¿De dónde proviene la esperanza? ¿Qué la motiva? ¿Podríamos vivir sin ella? Se ha afirmado con rotundidad de erudito que no, que no es posible la existencia humana sin esperanza. Imagino ―miro más bien una foto e imagino― una escena en que la se ve a soldados nazis ejecutando a civiles desarmados al borde de una zanja; una vez que estos reciben el disparo caen a la tierra removida, convertidos en bultos vacíos, con un poco de suerte irremediablemente muertos. Nadie les ha etiquetado para que la posteridad les identifique y les llore. Mis pupilas se fijan en otras figuras desvalidas que aparecen en la imagen, semejantes a las que ya han caído, que esperan, aguardan turno, a unos metros de la zanja; sí, esperan cola para ser asesinados. Supongo que saben que van a morir, o deberían saberlo; han sido testigos de otras muertes anteriores; solo el azar ha permitido que todavía sigan respirando. ¿Qué piensan en ese instante?, me pregunto, turbado. Los han detenido hace unas pocas horas o hace unos días, sin saber la razón. Es posible que algunos miembros de su comunidad, incluso, hayan colaborado en su apresamiento. No entienden por qué están ejecutando a personas indefensas, de cualquier sexo y edad, como si se tratara de ovejas en un matadero. Consideran que son inocentes, quizá lo sean de una acusación que ignoran. Ninguna ley que conozcan les ha sentenciado. Entonces, ¿qué les ha conducido hasta ese punto sin retorno? ¿Hay alguna posibilidad de salvación para ellos? En algún punto recóndito de su cerebro desean, imploran a un dios sordo, que el escenario, del que forman parte, desaparezca en el aire, se disuelva y puedan salir indemnes, sin más humillaciones ni temores. ¿Hay algún ser superior en algún lugar, visible o invisible, que les aparte de ese horror?

Según contaron después algunos de los verdugos que participaron en esa matanza o en otras semejantes, las víctimas aguardaban en silencio, pensaban que lo que estaba sucediendo delante de sus ojos no era más que una manifestación estrafalaria e incongruente que nada tenía que ver con ellos, que el suceso estaba relacionado con otros, con esos que habían muerto antes, seguramente culpables de un delito que ellos no habían cometido.


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