14 nov 2022

Édouard Levé al desnudo

AUTORRETRATO
Édouard Levé (2005)





Édouard Levé.  francés de nacimiento (1965-2007), de personalidad polifacética y muy creativa, cultivó la pintura, la fotografía y la escritura. Lo cierto es que nadie, de conocer su formación inicial, se hubiera atrevido a profetizar su carrera posterior pues estudió en la Escuela Superior de Ciencias Económicas y Comerciales.

En España Levé es poco conocido. Rosa Montero lo cita en su libro El peligro de estar cuerda (2022), y lo hace como perteneciente al selecto grupo que componen personas geniales que se dedican a la literatura y que se manifiestan de una manera desequilibrada y excéntrica. Levé, en concreto, concluyó sus días suicidándose cuando tenía cuarenta y dos años. 

Pero vayamos por partes.

Levé comenzó a pintar de manera autodidacta y frenética en 1991. Lo hacía de manera intuitiva, inmerso en una abstracción que le llevó a producir en poco tiempo cientos de cuadros. Llegó, incluso, a realizar una exposición que tuvo éxito —vendió unas sesenta obras—, pero con esa manera tan suya de tomar decisiones, cuatro años después, tras realizar un viaje a la India durante el que tuvo una crisis existencial, dejó de pintar y quemó gran parte de los cuadros que había creado; su argumento para justificar el hecho fue que los cuadros le ocupaban demasiado espacio. ¿Genialidad, extravagancia, una cierta enajenación? Quién sabe, Rosa Montero afirma que el talento lleva implícito un cierto grado de “locura”.

El caso es que tras su ruptura con el lienzo, decidió dedicarse a la fotografía y a la escritura; y lo hizo de una manera muy particular. En 2002 apareció el que fue su primer libro Oeuvres:
“una lista imaginaria de más de 500 obras de arte, conceptuales e inexistentes del autor, a pesar de que algunas de las ideas presentadas fueron tomadas posteriormente como premisas de proyectos posteriores.”​
Ese mismo año, durante una estancia en EE.UU. durante la que se dedicó a fotografiar ciudades pequeñas, escribió Autorretrato. Esta obra es precisamente la que comentamos en este artículo. 


¿De qué se trata? Pues ni más ni menos que de una colección de textos, unos muy cortos, otros más largos, que se expresan de una manera desordenada, y que tratan de representar al propio autor.
“El mejor día de mi vida quizá ya haya pasado. Creería más en Dios si fuese una Diosa. Parezco demasiado amable para gustar a las chicas malas. Estoy más guapo con bastón. A menudo creo que no sé nada de mí. En un amigo busco un hermano. No he encontrado un amigo en mi hermano, aunque me temo que tampoco es que yo haya hecho ningún esfuerzo por buscarlo. A veces me digo que las cosas serían más fáciles si mintiera, y no sólo para mí. Sigo a los locos por la calle. Olfateo el libro que me estoy leyendo. Me pregunto si los antidisturbios sólo les gustan a los viejos. Puedo hacer innumerables preguntas a la gente a la que creo que no voy a volver a ver. Ignoro la prudencia. Veo arte donde otros ven cosas”.
Así durante un centenar de páginas.

Tras Autorretrato escribió Suicidio que se publicaría en el año 2008; en él rememoraba sus recuerdos sobre un amigo que se había suicidado hacía veinte años. Nada más concluir el manuscrito se lo dio a su editor, unos días después se suicidó.
“He intentado suicidarme una vez, me he visto tentado de intentar suicidarme cuatro veces. Me cuesta tirar la basura”.
Autorretrato es un libro experimental, o sí se quiere un experimento, en el que el autor se desnuda ante el lector, quiere contarle lo que siente, lo que piensa, lo que ha vivido, lo primero que se le viene a la cabeza. Lo hace con detalle, de manera azarosa y descuidada, ningún aspecto de su vida es excluido. Al final, el lector se convierte en un perfecto “mirón” y no puede dejar de leer, dominado por la curiosidad y el morbo de seguir mirando, simbólicamente, por el ojo de una cerradura. Se puede cuestionar, sobre el texto, si posee belleza o si carece enteramente de ella, desde luego. Levé escapa de esta concepción de agradar, expone lo que ve y lo que siente; desde este punto reflexivo sería un creador hiper realista. Esa visión que ofrece del mundo, y de su mundo interior, es su forma de narrar, tanto con la escritura como con la fotografía. En lo que se refiere al texto, estamos hablando de unas mil cuatrocientas frases, todo un prodigio de virtuosismo; sin repetirse. Son frases carentes de toda retórica: sujeto, verbo, predicado; sin adornos: “No muestro mi sexo en público”, “Me gusta cómo rechina el parqué”. La narrativa parece chocante, un texto imposible e imprevisible; te sorprendes a ti mismo leyéndolo. Pero de una manera hermética funciona. Un crítico dijo en su momento de esta obra que parecía una exposición de fotografía autobiográfica de Levé.

Hay frases que trascienden a la simplicidad general, componen un párrafo, y a su vez una historia en sí misma:
"Una mujer vino a reencontrarse conmigo en un país extranjero después de un mes y medio de separación, no la había echado de menos, tardé unos segundos en darme cuenta de que ya no la amaba".
Retomando su suicidio, se podría decir que ya lo había anticipado, no solo con intentos autolíticos anteriores sino con su último libro, Suicidio. Nunca le faltó ayuda psicológica cuando la necesitó, incluso pasó una temporada en un hospital psiquiátrico. Comprender a Levé interiormente no es tarea para este artículo. Se puede decir que sufría de manera desmedida, que poseía una sensibilidad extrema y que llegó un momento en que no pudo más.

Veamos un texto de 1897 sobre el tema del suicidio escrito por Emile Durkheim, como forma de aproximarnos al posible sentir de nuestro autor. Según Durkheim habría dos categorías de suicidio:
“El Suicidio melancólico, que ‘se relaciona con un estado general de extrema depresión, de exagerada tristeza, que hace que el enfermo no aprecie seriamente los vínculos que tiene con las personas y cosas que le rodean’ y el Suicidio obsesivo que ‘no se causa por motivo alguno real ni imaginario, sino sólo por la idea fija de la muerte que, sin razón sólida alguna, se ha apoderado subversivamente del espíritu del enfermo. Este está obsesionado por el deseo de matarse, aunque sepa perfectamente que no tiene ningún motivo racional para hacerlo. Se trata de una necesidad instintiva, sobre la que la reflexión y el razonamiento carecen de imperio.’” (El libro del suicidio)

OBRA

Series fotográficas

1999: Homonymes (fotografías de gente común con nombres de personas famosas).
1999: Rêves Reconstitués.
2000–2002: Angoisse, Philéas Fogg (fotos tomadas en la ciudad de Angoisse, cuyo nombre en francés significa "angustia").
2001–2002: Actualités (serie fotográfica que juega con los estereotipos de la fotografía de prensa).
2002: Pornographie (modelos vestidas pero fotografiadas en posición pornográfica).
2003: Rugby (modelos vestidas de calle fotografiadas en posiciones de rugby).
2003: Quotidien (fotografías que representan a personas comunes y anónimas, con su ropa de a diario, en fondo negro​).
2003: Reconstitutions, Philéas Fogg (reúne las fotografías de Actualités y Quotidien).
2006: Fictions, P.O.L ( grupos de personas vestidas de negro sobre un fondo negro)
2006: Amérique, Léo Scheer, (fotografías de EE. UU. que comparten el nombre con otras ciudades del mundo).

Narrativa

2002: Oeuvres.
2004: Journal.
2005: Autoportrait.
2008: Suicide.
2012: Selbstmord.

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