José Asenjo Sedano
Por Ángel E. Lejarriaga
José Asenjo Sedano nació en Guadix, Granada, en 1930 y murió en Almería en 2009. El autor fue un niño de la guerra civil, no nació en ella pero la vivió desde la edad de seis años hasta los nueve, tiempo suficiente para intentar explicarse lo que estaba ocurriendo a su modo, desde luego; y vivió también la guerra que vino después, la de la posguerra, que causó más víctimas que la primera.
En 1936 su familia se mudó a Alcudia donde vivió hasta el fin de la contienda, momento en el que pudieron regresar a su hogar; tenían donde regresar lo cual era todo un privilegio. Tras finalizar el bachiller se marchó a estudiar Derecho a la Universidad de Granada. El servicio militar lo realizó en Madrid lo que le permitió asistir a clases en la Escuela Oficial de Periodismo. Por entonces su afán de escritor ya era un hecho manifiesto. De regreso a Guadix creó con su hermano y unos cuantos buenos amigos una tertulia de nombre “El sombrero de tres picos”, grupo literario que adquirió cierta relevancia a través de numerosos actos culturales que ofrecieron en su pueblo. Con treinta años se instaló en Cádiz para ejercer de abogado. Cuatro años después se incorporó como funcionario al Instituto Social de la Marina. Durante diecisiete años permaneció en esa ciudad; en 1977 fue trasladado a Almería. Precisamente ese año recibió el máximo galardón literario alcanzado por él: el Premio Nadal, por la novela Conversaciones sobre la guerra. El resto de su vida lo desarrolló en Almería donde murió en 2009. Desde 1996 existe una plaza en esta ciudad con su nombre. En 1998 recibió el Premio Tiflos de novela en 1998 por su obra Memoria de Valerio.
A lo largo de su carrera literaria ha tocado casi todos los géneros: relato, poesía, novela y periodismo. Su obra ha estado influida por la guerra civil, eso sí mostrada a través de los ojos del niño que era cuando esta sucede. En su narrativa destaca el paisaje como un personaje más y la agudeza con que observa lo que le rodea, haciendo retratos sencillos pero descriptivos de los hombres y mujeres que desfilan por sus páginas. Son esbozos psicológicos analizados desde una óptica incisiva, con ellos nos presenta a personas en situación constante de riesgo: niños, ancianos, adultos, hombres y mujeres, que se convulsionan ante el lector, soportando vidas al borde de un precipicio, espiritual o material, expresando sus pasiones, sus desencuentros, siempre desde una soledad descarnada, en ocasiones definida por la indefensión. Las seres que desfilan ante nuestros ojos no son entes pasivos sino que comunican una sensibilidad a flor de piel que parece a punto de explotar.
En 1936 su familia se mudó a Alcudia donde vivió hasta el fin de la contienda, momento en el que pudieron regresar a su hogar; tenían donde regresar lo cual era todo un privilegio. Tras finalizar el bachiller se marchó a estudiar Derecho a la Universidad de Granada. El servicio militar lo realizó en Madrid lo que le permitió asistir a clases en la Escuela Oficial de Periodismo. Por entonces su afán de escritor ya era un hecho manifiesto. De regreso a Guadix creó con su hermano y unos cuantos buenos amigos una tertulia de nombre “El sombrero de tres picos”, grupo literario que adquirió cierta relevancia a través de numerosos actos culturales que ofrecieron en su pueblo. Con treinta años se instaló en Cádiz para ejercer de abogado. Cuatro años después se incorporó como funcionario al Instituto Social de la Marina. Durante diecisiete años permaneció en esa ciudad; en 1977 fue trasladado a Almería. Precisamente ese año recibió el máximo galardón literario alcanzado por él: el Premio Nadal, por la novela Conversaciones sobre la guerra. El resto de su vida lo desarrolló en Almería donde murió en 2009. Desde 1996 existe una plaza en esta ciudad con su nombre. En 1998 recibió el Premio Tiflos de novela en 1998 por su obra Memoria de Valerio.
A lo largo de su carrera literaria ha tocado casi todos los géneros: relato, poesía, novela y periodismo. Su obra ha estado influida por la guerra civil, eso sí mostrada a través de los ojos del niño que era cuando esta sucede. En su narrativa destaca el paisaje como un personaje más y la agudeza con que observa lo que le rodea, haciendo retratos sencillos pero descriptivos de los hombres y mujeres que desfilan por sus páginas. Son esbozos psicológicos analizados desde una óptica incisiva, con ellos nos presenta a personas en situación constante de riesgo: niños, ancianos, adultos, hombres y mujeres, que se convulsionan ante el lector, soportando vidas al borde de un precipicio, espiritual o material, expresando sus pasiones, sus desencuentros, siempre desde una soledad descarnada, en ocasiones definida por la indefensión. Las seres que desfilan ante nuestros ojos no son entes pasivos sino que comunican una sensibilidad a flor de piel que parece a punto de explotar.
Eran los días largos (1982) es una novela de posguerra contada por un niño. Su padre se pasó la guerra en la cárcel por ser falangista, lo que le permitió librarse del rigor de la misma, no obstante el haber sido represaliado por los “rojos” le proporciona cierto pedigrí que él no sabe aprovechar, entre otras cosas porque no se adapta al nuevo país que está surgiendo de las ruinas. Al finalizar la guerra, la familia intenta normalizar su vida pero no es posible, no hay trabajo, ni dinero y sí mucha hambre. El padre es sastre, un buen sastre, que ha heredado el oficio de su propio padre, también un magnífico y afamado sastre, pero la situación económica no es favorable para ese tipo de negocio, sí para el estraperlo, lo que le desespera y le conduce a buscar alivio en el alcohol. La madre es una beata sufridora que lucha por sacar a la familia adelante como puede, espera un milagro en forma de trabajo para el marido que parece estar muy lejos de su alcance. Viven en un viejo caserón:
“Nosotros vivíamos en una casa con portón, balconada y ventanas de reja. Tenía la casa dos plantas, una torre y un palomar desde donde, después de los incendios, se veía parte del reducto vacío de la plaza con alguna arcada sobreviviente.”En esa casa pululan dos fantasmas con los que se relaciona el niño, don Pedro de Mendoza, fundador de Buenos Aires, que se dice que había nacido en ella, y al que se consideró en su tiempo como un hereje por haber participado en el saqueo de Roma. La casa pertenece al obispado que alquila a la familia por un pequeño estipendio. No la usan al completo pero “yo gocé siempre de plena libertad para andar por ella, subir a la torre o al palomar y pasarme las horas contemplando la catedral y los tejados”. Y así es su vida, por un lado siempre pegado a su madre con la que intercambia afectos y castigos en la misma proporción, asistiendo a la escuela en la que destaca, siempre trotando como un espíritu libre y etéreo por los tejados y por las tierras que les rodean. Su padre vive aislado en su mundo de frustración, no se acercan mutuamente porque no se entienden. Su dolor le abruma. Sus ojos de niño asimilan lo que ha sucedido en los años de guerra y la larga posguerra en la que viven, a su modo; escucha los relatos sobre los voluntarios que se han marchado con la División Azul a luchar a Rusia, contempla los desfiles de falangistas por el pueblo con una cierta distancia, se recrea escuchando el órgano de la catedral, saboreando la música como el más elevado manjar a otros no tiene acceso, y habla con sus fantasmas, con don Pedro y con un cura liberal del que encuentra su biblioteca.
Ese es su mundo; pero esta síntesis no refiere con precisión el entramado del relato y sobre todo el sufrimiento terrible que padecen los protagonistas para lograr sobrevivir un día más en un entorno hostil en el que la esperanza parece desterrada.
OBRA
Novelas
Los guerreros (1970)
Crónica (1974)
El ovni (1976)
Conversación sobre la Guerra (1977)
Eran los días largos (1982)
Joan de Dios (1988)
El año de los tiros (1990)
Papá César, el último naviero (1992)
Memoria de Valero (1999)
Oeste (2004)
El cementerio inglés (2007)
Novelas cortas
Indalecio el Gato (1983)
Indalecio el gato y Mayo del 93 (1995)
Relatos
Penélope y el mar (1978)
Historias del exilio (1995)
Cuentos meridianos (1999)
Prosa poética
Impresiones, recuerdos de un paisaje (1973)
Yo, Granada (1978)
Vuelo de zancudas (1988)
Poesía
Arte menor (1981)
Durante muchos años colaboró con el Ideal de Granada y el ABC de Sevilla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario