Björn Larsson
Por Ángel E. Lejarriaga
El autor de esta magnífica novela nació en 1953 en Jönköping, Suecia. Su vida, desde entonces, ha sido rica en experiencias que han tenido mucho que ver con su pasión por conocer nuevas tierras: es decir, por viajar. Se podría decir que esa pasión la ha compartido con Julio Verne, sólo que este último dedicó su existencia a otras tareas menos venturosas, y por suerte para nosotras, a escribir y describir de manera compulsiva los viajes que nunca pudo realizar. Este no es el caso de Larsson. Desde su juventud ha sido un espíritu inquieto, constantemente cambiando de lugar de residencia, como si una insatisfacción permanente le impulsara a buscar nuevos horizontes. Ha vivido en Suecia, su país de nacimiento, en Arizona, en los EEUU; también en París, en Dinamarca y entre otros lugares a lo largo y ancho del planeta. Además, ha logrado con éxito compatibilizar su afán viajero con la escritura y la enseñanza: ha dado clases de literatura francesa en la Universidad de Lund y en Gilleleje, en Dinamarca. Cuenta con una obra significativa, si bien poco conocida en nuestro país: El círculo celta (1992), Long John Silver (1995), El capitán y los sueños (1999), El mal de ojo (2001), La Sabiduría de la mar (2002), La verdadera historia de Inga Andersson (2004), Necesitan libertad (2006), El sueño de un filólogo (2009) o Los poetas muertos no escriben novelas policiales (2010), entre otras.
Lo cierto es que, aunque sea ficción, la narración resulta verosímil. Es el propio John Silver quien se decide a contar su historia, insistiendo una y otra vez en que es verdadera, a pesar de que su vida ha estado llena de falsedades, manipulaciones y crímenes a cual más deleznable. Dice, para justificarse, que sólo ha pretendido vivir a su modo, pasando por encima de quien tuviera que pasar. Aún así, sin llegar al relato edulcorado de Stevenson sobre la realidad de los “hombres libres”, en algunas páginas el personaje resulta atractivo, hasta con ciertos atisbos morales. Como ya es mayor y manifiesta fragilidad, nos envuelve con sus verborrea, y nos sentimos tentados a comprenderle, dejando a un lado las numerosas canalladas que ha cometido o en los que se ha visto envuelto, conductas de las que se jacta. Mas no nos engañemos, ese candor aparente es pura puesta en escena, John Silver es un mentiroso compulsivo, siempre dispuesto a ejecutar cualquier crueldad para lograr sus intereses. Solo con Jim Hawkins mantiene una disposición benévola, protegiéndole y siendo su mentor, esto sucede en La isla del tesoro. Es de sobra conocido que en esta última novela, Silver persigue hacerse con el tesoro del pirata Flint, su antiguo capitán, pero para conseguirlo tiene que superar una dura competencia con sus compañeros de correrías, más un grupo de aventureros hambrientos de riquezas, entre los que se encuentra pequeño Jin. El inicio del texto es trágico porque el padre de Jin acaba de morir, el resto hay que descubrirlo mediante la lectura.
A lo largo de Long John Silver el autor desarrolla un juego literario curioso al señalar que fue el propio John Silver quien ilustró a Defoe su historia sobre la piratería. Así Daniel Defoe se convierte en un personaje más dentro del conjunto de la obra. Si al principio dialoga con él a través de una interminable carta, en un segundo momento, tras conocer la edición de La isla del tesoro de Stevenson, su foco de atención se centra en dialogar a través del papel con Jin Hawkins.
Durante el recorrido por la vida de Silver hay un poco de todo, aventuras, digresiones filosóficas, contextualización histórica y cierto análisis psicológico, tanto del protagonista como de sus compañeros de andanzas.
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