13 jul 2023

Tomelloso y Plinio



HISTORIAS DE PLINIO (1968)
Francisco García Pavón




Francisco García Pavón (1919-1989) nació en Tomelloso, Ciudad Real, localidad que hizo muy popular gracias a su personaje literario: Plinio. En su pueblo realizó sus estudios primarios y más tarde el bachillerato, que acabó en 1936. Concluida la guerra civil viajó a Madrid en donde estudió Filosofía y Letras (Filología Románica) durante el período 1939 y 1943. Entre el fin de su licenciatura y 1956, fecha en la que Madrid se convirtió en su domicilio habitual, dio clases en colegios de Tomelloso y Madrid, dirigió la Biblioteca Municipal de su pueblo, e hizo el doctorado en Literatura con una tesis sobre Leopoldo Alas “Clarín” (1952). Sumamente polifacético, logró una cátedra en la Escuela superior de Arte Dramático, escuela que dirigió durante algún tiempo. También se hizo cargo de la dirección de la Editorial Taurus, y colaboró asiduamente en diversos periódicos y revistas de la época. Su primera novela fue Cerca de Oviedo (1946), obra que resultó finalista en el Premio Nadal. 
 
Si bien sus cuentos ocuparon muchas páginas de la prensa de aquellos años, no fue menor su actividad en el mundo del teatro, recibiendo el Premio de Cinematografía y Teatro. En 1968 fue galardonado con el Premio de la Crítica por El reinado de Witiza y con el Premio Nadal por Las hermanas coloradas. Ya entonces gozaba de un gran reconocimiento del público. Fue nombrado “Hijo Predilecto de Tomelloso” en 1970 y se le concedió la Medalla de Oro de la ciudad el año de su muerte, 1989. El culmen de su reconocimiento llegó con el estreno en TVE de la serie Plinio.

Así explicaba García Pavón sus dos primeras novelas cortas sobre Plinio:
“Yo siempre tuve la vaga idea de escribir novelas policíacas muy españolas y con el mayor talento literario que Dios se permitiera prestarme. […] Conocía un ambiente entre rural y provinciano muy bien aprendido: el de mi pueblo, Tomelloso. Unos tipos, costumbres y verbo popular que asomaron en mis libros más queridos: Cuentos de mamá, Cuentos republicanos y Los liberales. Sólo me faltaba encontrar al ‘detective’, ya que los ¡casos¡ se me darían por añadidura. A falta de imaginación, me bastaría recordar averías humanas y crímenes de por aquellas tierras que oí contar muchas veces y que algunas fueron afamadas en romances de ciego.”

“Desgraciadamente en mi pueblo nunca hubo un policía de talla, es natural. Pero sí hubo un cierto jefe de la Guardia Municipal, cuyo físico, ademanes, manera de mirar, de palparse el sable y el revólver, desde chico me hicieron mucha gracia. El hombre, claro está, no pasó en su larga vida de servir a los alcaldes que le cupieron en suerte y apresar rateros, gitanos y placeros. Pero yo, observándole en el Casino o en la puerta del Ayuntamiento, daba en imaginármelo en aventuras de mayor empeño y lucimiento.”

“Por fácil concatenación, hace pocos años se me ocurrió que mi ‘detective’ podría ser aquel jefe de Guardia municipal de Tomelloso, que en seguida bauticé como Plinio.”

“Así surgió mi novela breve titulada Los carros vacíos. […] Como la crítica me alabó el invento, inmediatamente escribí dos novelitas más: El carnaval y El charco de sangre, que componen este tomo. […] Si a ustedes les gustan estas andanzas de Manuel González, alias Plinio, y su amigo don Lotario, el veterinario, creo que me animaré a sacar nuevas páginas de sus modestas y grandes historias.”

(Prólogo de Historias de Plinio, 1968).

Historias de Plinio (1968) se compone de dos novelas cortas: El carnaval y El charco de sangre. La ambientación de ambas se sitúa durante el primer cuarto de siglo XX, en el pueblo de Tomelloso; no podía ser de otro modo. Dicho pueblo se caracterizaba entonces —según describe el autor— por calles anchas, grandes portones de madera a través de los cuales se accede a hermosos patios que contienen higueras y parras que aromatizan el espacio, y durante los rigores del verano dan algo de frescor. Se destaca como actividad principal de los lugareños el cultivo de viñas que ponen en plena efervescencia el entorno durante la vendimia. Los singulares varones rematan su vida diaria, tras la jornada laboral, con la visita a las tabernas; las mujeres y sus vástagos correspondientes les esperan en casa. En el tiempo de nuestras historias en Tomelloso había dos casinos, uno llamado “el liberal o casino de Tomelloso” y el otro “casino de San Fernando”. En estos locales se reunían las fuerzas vivas del pueblo, es decir las figuras adineradas como el veterinario, el alcalde, el juez y el jefe de la policía municipal, entre otros. Plinio en absoluto estás sobrado de bienes, más bien al contrario, pero se le concede el privilegio de estar allí por el rol que desempeña en el pueblo y ser un buen servidor de sus “amos”.

Con esta coreografía, los dos relatos se leen fácilmente, de manera fluida. Algún crítico se ha preguntado si estas historias de García Pavón habría que enmarcarlas dentro del género policiaco o manifestarían una visión costumbrista. No puedo responder a este interrogante, quizá posean los dos componentes.

Se ha apuntado también la similitud entre Plinio y su sombra, el veterinario del pueblo, don Lotario, y los inefables Sherlock Holmes y el doctor Watson, creaciones de Arthur Conan Doyle. Desde mi punto de vista ambas parejas carecen de similitudes, salvo por el hecho de que participan de a dos en los embrollos que investigan. El papel de don Lotario es básicamente el de conductor —pone su coche en las investigaciones y es el confidente de Plinio—. En cuanto al mismo Plinio no se parece en nada a Holmes, ni viste bien, ni tiene buenos modales, salvo con los poderosos, ni posee una inteligencia sobresaliente. Su método de trabajo es la intuición, el “pálpito” como él lo llama. Acostumbra a dejar pasar el tiempo hasta que, de pronto, como por inspiración divina, cree saber quién es el culpable que anda buscando, y solo le queda encontrar alguna prueba que lo incrimine. El auténtico nombre de nuestro sabueso es Manuel González. El autor le presenta como próximo, campechano, afable, humilde, introvertido, de buenos sentimientos y cordial. Lo cierto es que el lector en algunas páginas recibe señales que indican todo lo contrario: distante, reservado, altanero, brusco y violento. Estos calificativos se le pueden adjudicar, sobre todo, cuando está en contacto con personas que considera inferiores, nunca actúa así con aquellas que le dan de comer, con ellas es un “agua mansa”; es decir, comedido y servicial. Por momentos denota un cierto tufillo a torturador en ciernes: “(A una detenida sospechosa de homicidio): ―Eso nos lo vas a explicar allí en la cárcel, donde yo tengo medios muy buenos para hacer hablar a las niñas precoces”. Sin comentarios.

El contexto histórico de El carnaval se sitúa en las fiestas de carnaval, con una población que inunda las calles ataviada con disfraces a cual más esperpéntico. El autor describe a la perfección escenas propias del festejo y de aquellos tiempos, encuadradas dentro la sociedad rural característica de la generalidad de nuestro país. A pesar de que cuenta cómo se desenvuelven las relaciones de clase, totalmente jerarquizadas y autoritarias, en ningún momento realiza la más mínima crítica social. Pasando por encima por este detalle, con importancia, la trama se inicia con la aparición del cadáver de una anciana —asesinada a garrotazos— que servía en la casa de una de las familias más ricas del pueblo. Luego se producirá otra muerte, pero esa será otra historia que complicará las indagaciones de nuestro avezado detective. La investigación se realiza con mucho tacto dada la elevada clase social de las fuerzas implicadas. Esto dice al respecto el propio Plinio:
“[…] en la casa de doña Carmen te tienes que limitar a unas preguntas casi de cumplido […]. Se juega uno hasta el cargo. Don Onofre, aunque es tan suavecito, se molesta por nada y le basta dar un manivelazo al teléfono para que lo manden a uno a freír espárragos en veinticuatro horas.”
El negro asunto se va a resolver, como suele hacer el protagonista, con paciencia, siempre a la espera de un detalle que le produzca su famoso “pálpito”.

El charco de sangre mantiene los componentes típicos del mundo rural español, personas muy ricas, unas pocas, y otras, la mayoría, pobres. Plinio y Lotario, el veterinario, una noche en la que pasean de manera relajada, encuentran cerca de la estación de ferrocarril una gran mancha de sangre, pero sin cuerpo; poco después se constata que la sangre es humana. En principio no hay indicios, ni por dónde empezar la recogida de información. La investigación se inicia apiolando a gitanos y vendimiadores, que eran los que estaban más próximos al lugar del incidente. En lo referido a los vendimiadores, nuestro detective se comporta con modales que dejan mucho que desear, irrumpe en el lugar en el que pernoctan, de madrugada, sin contemplaciones, y procede in situ a su interrogatorio. No actuará del mismo modo con otros personajes de mayor alcurnia implicados en el laberinto de la trama. Sin pistas pero sin desasosegarse por ello Plinio busca un punto de apoyo con el que mover sus pesquisas, y lo encuentra en la desaparición de Sebastián Carnicero, que precisamente tenía una cita en Tomelloso la noche de autos con un empleado del banco. Supuestamente, Carnicero tuvo que llegar en el tren a últimas horas de aquel día procedente de Alcázar de San Juan, pueblo en el que residía. A partir de este hilo se va a ir desenredando la madeja de un crimen con componentes muy nuestros: pasión, amor, honor, venganza. En este aspecto, vagamente, me ha recordado a la novela de Mario Vargas Llosa ¿Quién mató a Palomino Molero? (1986).

Esta última historia es entretenida, quizá más intrigante que la primera, si bien el lector, en ambos relatos, con pocas páginas leídas, puede alimentar sospechas fundadas sobre quienes pueden ser los asesinos o asesinas.














BIBLIOGRAFIA
  • Cerca de Oviedo. Madrid, 1945.
  • Cuentos de mamá. lnsula, Madrid, 1952 (firma el prólogo en Tomelloso, 1949; segunda edición, Desti­no, Barcelona, 1972).
  • Cuentos republicanos. Taurus, Madrid, 1961.
  • Los carros vacíos. LNP, Madrid, 1965.
  • Los liberales. Destino, Barcelona, 1966.
  • El reinado de Witiza. Barcelona, 1966.
  • La guerra de los dos mil años. Barcelona, 1969.
  • El rapto de las sabinas. Barcelona, 1969.
  • Las hermanas coloradas (Premio Nadal 1969). Barcelona, 1970.
  • Historia de Plinio. Barcelona, 1970.
  • Nuevas historias de Plinio. Barcelona, 1972.
  • Voces en Ruidera. Barcelona, 1973.
  • El último sábado. Barcelona, 1976.
  • Ya no es ayer. Barcelona, 1976.
  • Los nacionales. Barcelona, 1977.
  • Otra vez domingo. Madrid, 1978.
  • El hospital de los dormidos. Cátedra, Madrid, 1981.
  • Cuentos. 2 vols., Alianza Editorial, Madrid, 1981.
  • Obras completas. Soubriet, Tomelloso, 1996.
  • Plinio, casos célebres. Destino, 2006.
OTROS LIBROS DE CUENTOS
  • Las campanas de Tirteafuera, 1955.
  • La cueva de Montesinos y otros relatos (Antología), 1974. El caso mudo y otras historias de Plinio, 1980.
ESTUDIOS Y ENSAYOS
  • Estudios manchegos, 1951.
  • Historia de Tomelloso, 1954.
  • Antología de cuentistas españoles contemporáneos. Madrid, 1959.
  • Teatro social en España. Taurus, Madrid, 1962.
  • Teatro menor del siglo XVII, 1964.
  • Juan José y los semidioses, 1965.
  • «Fuenteovejuna» y «Peribáñez», 1965.
  • Después de la caída, 1966.
  • El «Don Juan», de Zorrilla, y «El burlador de Sevilla», de Tirso de Molina, 1967. España en sus humoristas, 1967.
  • El jardín de las boinas, 1980.
  • La Mancha que vio Cervantes, prólogo de Fernando G. de Castro. Excmo. Ayuntamiento de Tomelloso, 2005 (Edición Conmemorativa del IV Centenario del Quijote
  • Hay traducciones de sus obras a varios idiomas, y ediciones, como la de Cuentos, con estudio de R. Millán, Filadelfia, 1972.
EDICIONES Y ESTUDIOS SOBRE OBRAS AJENAS
  • Teatro menor del siglo XVII. Madrid, 1964.
  • Juan José y Los semidioses. Madrid, 1965.
  • Fuenteovejuna y Peribáñez. Madrid, 1965.
  • Don Juan Tenorio, de Zorrilla, y El Burlador de Sevilla, de Tirso de Molina, Madrid, 1967. Textos y escenarios, en colaboración con Dolores Rebes. Barcelona, 1971.




No hay comentarios:

Publicar un comentario