EL INFINITO EN UN JUNCO (2019)
Irene Vallejo
Por Ángel E. Lejarriaga
Irene Vallejo Moreu nació en Zaragoza en 1979. Es doctora en Filología Clásica. Su trabajo en los tiempos que corren es digno de destacar, ella se sobrepone a la barbarie del desprecio a la cultura y al conocimiento con un inmenso amor y dedicación a la expansión del saber de los autores considerados clásicos. ¿Qué es un clásico?, podemos preguntarnos. Podríamos decir que obras y autores clásicos son aquellas que con el paso de los siglos se siguen leyendo y contribuyen a nuestra formación humanista, porque se han convertido en fuentes del saber. Irene Vallejo escribe en diversos periódicos entre ellos El País y el Heraldo de Aragón.
La Luz sepultada (2011) fue su primera novela, contextualizada en las proximidades del inicio de la guerra civil española. El silbido del arquero (2015) fue una obra para ella importante, una “historia de aventuras y amor”. Ha escrito también libros dedicados a los más jóvenes.
Irene Vallejo
Por Ángel E. Lejarriaga
Irene Vallejo Moreu nació en Zaragoza en 1979. Es doctora en Filología Clásica. Su trabajo en los tiempos que corren es digno de destacar, ella se sobrepone a la barbarie del desprecio a la cultura y al conocimiento con un inmenso amor y dedicación a la expansión del saber de los autores considerados clásicos. ¿Qué es un clásico?, podemos preguntarnos. Podríamos decir que obras y autores clásicos son aquellas que con el paso de los siglos se siguen leyendo y contribuyen a nuestra formación humanista, porque se han convertido en fuentes del saber. Irene Vallejo escribe en diversos periódicos entre ellos El País y el Heraldo de Aragón.
La Luz sepultada (2011) fue su primera novela, contextualizada en las proximidades del inicio de la guerra civil española. El silbido del arquero (2015) fue una obra para ella importante, una “historia de aventuras y amor”. Ha escrito también libros dedicados a los más jóvenes.
El libro transmite una gran sabiduría. Por una parte está la historia de cómo surgen los libros y como se van amoldando a los avances técnicos de las distintas épocas que atraviesan, por otra parte están los autores asociados a su historia, y luego vienen las anécdotas que incorpora la autora en cada momento al hilo narrativo. Nos cuenta tantas cosas esta obra que tal vez sean necesarias varias lecturas para poder gozarla en toda su plenitud.
Lo primero que nos cuenta Irene Vallejo es el nacimiento del libro, su fabricación desde la piedra o la arcilla hasta lo más avanzado de la actualidad, aunque lo verdaderamente importante se encuentra en lo que suponen de instrumento para transmitir el saber a través del tiempo; he ahí su gran logro, el talismán que ha hecho que podamos gozar de textos que se acumularon en los anaqueles de la biblioteca de Alejandría o en los de algún patricio romano aficionado a la lectura. Cuánta creatividad inspiradora, centrada en la tarea de atesorar conocimiento, de que éste perdurara a pesar de las vicisitudes y convulsiones de los siglos. Cuántas personas implicadas en la existencia viva de un libro. Por un lado se encontraba la persona que la concebía, que la escribía, luego la que la copiaba no solo para difundirla sino para que aumentaran sus posibilidades de supervivencia; a estas sumamos las que las traducían a otras lenguas y, por último, las que las conservaban como su mayor tesoro.
La antigüedad trasciende la letra impresa en El infinito en un junco, sus personajes reales y ficticios nos acompañan en el tiempo desangelado y bárbaro que vivimos. Así conocemos a Alejandro Magno y a Cleopatra, a Hipatia de Alejandría, asesinada por una horda de cristianos enloquecidos por el odio y el fanatismo. Pero hay más, está Safo, Sófocles, Hesíodo, Sócrates, Heráclito, Aristóteles, Platón, Plutarco, Ptolomeo, Esquilo, Homero, y tantas figuras más; de todas ellas aprendemos, las hacemos nuestras y conocemos sus pensamientos enraizados en épocas en las que el mundo tenía esperanzas en mundos mejores, aunque por desgracia aquella esperanza haya concluido en el callejón sin salida que es el primer cuarto del siglo XXI. También aparecen: Marguerite Duras, Umberto Eco, Lawrence Durrel, Tolkien, Walter Benjamin, Borges, Oscar Wilde, Giorgio Bassani, Alberto Manguel, Poe, Conan Doyle, Mia Couto, Siri Hustvedt, Antonio Basanta, Emilio Lledó, Rafael Reig, Cavafis, Simone de Beauvoire, Foucault, la lista por momentos parece interminable, tal vez lo sea.
Quizá, con atrevimiento, podríamos decir que es un texto que nos sirve de examen de cultura clásica y contemporánea, tanto para que tomemos conciencia de lo que sabemos como de lo que no sabemos; en ambos casos la experiencia que supone su lectura nos ayuda a conocernos mejor y a pensarnos de un modo más universal. En el fondo de eso se trata, nosotras morimos pero el conocimiento acumulado debería sobrevivirnos, si el holocausto nuclear no nos consume. Aunque sirva de poco para las cabezas visibles e invisibles que toman las decisiones en el mundo sobre quién vive y quién muere. En nuestro fuero interno, en nuestro pensamiento, somos libres; es posible que ese espacio sea el único lugar seguro donde podemos ser nosotras mismas, donde tenemos la oportunidad de encontrarnos con el pasado y el presente, contrastarlos y entender que la vida podría ser diferente si las motivaciones de los seres humanos también lo fueran. No estamos tan desamparados como creemos. La violencia de estos tiempos inspira temor, la barbarie de la sociedad moderna ensombrece el éxtasis del amor en todas sus posibilidades, uno de estos amores próximos es el saber y su máximo represente el libro, la biblioteca, la tertulia, el compartir no solo pan también conocimiento. No necesitamos demasiado para encontrar sosiego en nuestros días, sobre todo si centramos la existencia en una convivencia dirigida por el bien común. A primera vista es un horizonte asumible y necesario; sin embargo, parece tan lejano. Necesitamos un techo bajo el que cobijarnos, calor para calentarnos, algo de comida y agua para no desfallecer, también la presencia de otras personas y, por supuesto, los libros, esos compañeros que nunca nos van a traicionar. Leer significa viajar por universos múltiples que exigen al intrépido viajero una fortaleza de concentración y comprensión elevada. Leer es entrenar día a día al cerebro para afrontar retos de construcción del conocimiento que no tiene límites. Cuando los antiguos, nuestros predecesores, decidieron alcanzar la inmortalidad a través de la pluma, ni siquiera vislumbraron que sus vidas serían parte de las nuestras en un futuro lejano. Su inmortalidad hace que nuestro creador interior de mundos busque sin descanso un “infinito” que nunca alcanzará. Las voces de los antiguos nos acompañan, nos sorprenden, altisonantes o risueñas, atrevidas, susurrando misterios por discernir. Esas voces que residen en nuestras cabezas se agolpan en el pulso de una mano que escribe, con un frenesí de guerrillero, combaten las zozobras de la vida cotidiana como si buscaran restaurar el orden perdido. Explotan en el papel y dejan sin aliento a la pluma, temerosa de ser juzgada por sus significados inciertos. Palabras y más palabras, voraces y sinceras, que cuentan e interrogan sobre esos rincones aciagos donde se ocultan nuestros más oscuros pensamientos.
“Parecen dibujos, pero dentro de las letras están las voces. Cada página es una caja infinita de voces.” (Mia Couto)
“Los signos inertes de un alfabeto se vuelven significados llenos de vida en la mente. Leer y escribir alteran nuestra organización cerebral.” (Siri Hustvedt)
OBRAS
· Terminología libraria y crítico-literaria en Marcial (2008)
· El pasado que te espera (2010)
· La luz sepultada (2011)
· El inventor de viajes (2014)
· La leyenda de las mareas mansas (2015)
· El silbido del arquero (2015)
· Alguien habló de nosotros (2017)
· La mañana descalza (2018)
· El infinito en un junco (2019)
· El futuro recordado (2020)
· Manifiesto por la lectura (2020)
· El infinito en un junco (adaptación gráfica) (2023)
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