11 dic 2018

Los cipreses de Córdoba

Por Ángel E. Lejarriaga



Estamos ante una novela que forma parte de una trilogía dedicada a la vida en España de la comunidad hebrea antes de su expulsión por parte de los Reyes Católicos. Dicha trilogía se compone de los títulos: Orovida, Los cipreses de Córdoba y La copista del rey Alfonso. Su autora es Yael Guiladi (1955) nacida en Nueva Zelanda y emigrada a Israel en 1995. Es periodista y su narrativa se centra fundamentalmente en la historia del pueblo judío. Generalmente escribe en inglés aunque de vez en cuando lo hace también en francés.

Los cipreses de Córdoba narra las vivencias de tres generaciones de una familia judía residente en Córdoba. Comienza con el cabeza de la saga, Ya’kub, el jefe de la comunidad hebrea en esa ciudad; le sigue Da’ud Ibn Yakub, un médico erudito que se convierte en consejero imprescindible en la corte de Abd al Rahman III. A Da’ud le seguirá su hijo Hai y su nieto Amram. En la novela hay de todo, intrigas, guerras, amores tórridos, masacres, crueldades, investigación, y, en general, bastante rigor histórico.
  
La novela está fielmente inspirada en la vida de Hasday Ibn Shaprut (Jaén, 915 – Córdoba, 975), un célebre médico y diplomático judío de Al-Ándalus. Se le conoce, entre otras cosas, como impulsor de la cultura judía en España. Hasday estudió hebreo, romance y medicina. Fue el médico del califa Abderramán III (912-961) en un primer momento, para convertirse más tarde en su principal consejero. Tras la muerte del califa mantuvo estos cargos con su sucesor, Alhakén II, hijo de Abderramán. Sus responsabilidades eran muy extensas, controlaba las relaciones exteriores del califato de Córdoba, también las aduanas y recibía a las delegaciones extranjeras. Su vida, a pesar de su trabajo político, siempre estuvo muy centrada en la medicina y la conservación del conocimiento de su tiempo. La labor de este admirable médico fue ingente y la novela la cuenta muy bien. Se puede decir que si sobrevivió a dos califas a pesar de las intrigas intestinas que dominaban Córdoba, fue porque él se mantuvo siempre al margen de las mismas. Quizá hubiera preferido dedicarse a lo que más le gustaba, la medicina, pero no tuvo mucha opción, Abderramán III y su hijo Al-Hakén II confiaban en él hasta el punto en que se convirtió en imprescindible en la corte. Durante su vida, puso todo su empeño en crear una gran biblioteca y un hospital en Córdoba que por momentos tuvo que financiar con sus propios recursos económicos.

Las quinientas diez páginas de la novela se leen bien, en ningún momento te aburres. Por ellas desfilan los personajes más principales de la historia de su tiempo: Sancho I de León, Ordoño IV, la reina Toda, abuela de Sancho, Almanzor, Abderramán III y su hijo Al-Hakén, y mucho más. El universo de los Omeya se manifiesta en todo su esplendor y gloria. La ciudad de Medina Azahra aparece en la primera parte de la novela todavía en construcción. La mandó construir Abderramán III en 936 y fue destruida en 1010 por los bereberes durante la guerra civil que puso punto y final al califato de Córdoba. Las razones para su construcción son diversas. La Historia dice que simplemente se levantó para exaltar la dignidad del califa; pero la leyenda cuenta que fue edificada para Azahara, la favorita del califa. Me quedo con esta última versión, es la más romántica.

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