Qué decir de este tiempo
hecho de mentiras laberínticas,
de ilusiones vanas,
de vidas huecas,
de encrucijadas turbadoras,
pobre visión de una historia de ignorantes
envilecidos por el consumo y la incultura.
Qué podría decir de bueno
Qué podría decir de bueno
sin que me atragante el asco
y me entierre un manto oscuro de rabia;
y me entierre un manto oscuro de rabia;
tal vez, que siento que me falta el aire
cuando veo que un árbol crece,
que cada nuevo día
me encuentro más cerca de Thoreau
que cada nuevo día
me encuentro más cerca de Thoreau
y más lejos de la vorágine urbana
que me habita como una camisa de fuerza.
Podría decir también
que unos pocos hombres y mujeres
que me habita como una camisa de fuerza.
Podría decir también
que unos pocos hombres y mujeres
luchan a diario en todo el mundo
por una idea universal de justicia
quizá dominados por la frustración,
hundidos en el desaliento,
pero tenaces en su afán combativo.
Así es,
todo eso y más,
pero tenaces en su afán combativo.
Así es,
todo eso y más,
es cierto;
sin embargo,
la náusea asciende hasta mi garganta,
sin embargo,
la náusea asciende hasta mi garganta,
me ahoga,
porque no hay suficientes manos
porque no hay suficientes manos
para arreglar el mundo,
porque vivimos en islas
porque vivimos en islas
desconectadas entre sí,
viendo cómo pasa la corriente de la existencia
sin identificarnos con ella,
a veces ajenos a su hedor insulso y mecánico.
Las horas se desgranan entre suspiros,
viendo cómo pasa la corriente de la existencia
sin identificarnos con ella,
a veces ajenos a su hedor insulso y mecánico.
Las horas se desgranan entre suspiros,
como una película
vista a doble velocidad,
sin ser capaz de aprehender sus imágenes,
vista a doble velocidad,
sin ser capaz de aprehender sus imágenes,
buscando a través de la ventana
una luz incisiva,
en algún punto del presente,
una luz incisiva,
en algún punto del presente,
en la que fijar la mirada
y gritar de júbilo: ¡Hacia ti voy!
y gritar de júbilo: ¡Hacia ti voy!
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