29 oct 2019

Mercado de Barceló


Por Ángel E. Lejarriaga



Esta recopilación de textos de Almudena Grandes (1960) apareció en el año 2003 y contiene 68 artículos publicados en el diario El País entre los años 1999 y 2002. Los artículos se distribuyen entre las cuatro estaciones del año: primavera, verano, otoño e invierno. Aunque se trata de escritos breves destinados a una columna periodística, es decir, su extensión es limitada, sin embargo, conforman casi una novela, más que nada por el hecho de estar contextualizados en el mismo lugar, el mercado madrileño de abastos de Barceló. En esta colección no está todo lo que escribió en ese período en las páginas de El País, los editores hicieron una selección.

En estos artículos pasa de todo. La escritora observa lo que le rodea con mirada aguda y toma notas que luego se traducen en historias breves y significativas sobre lo que son nuestras vidas, pequeñas pero grandes a la vez puesto que son únicas. En los textos nos encontramos ante lo cotidiano, y el lector se puede convertir, si quiere, en un personaje más, pues podría haber estado presente en uno de los momentos fotografiados por la pluma de Almudena Grandes y haber sido, por tanto, inmortalizado. Como ha dicho alguien que no recuerdo al respecto, la suma de historias reunidas representa un auténtico análisis sociológico. La autora ha comentado en su momento que el escritor o escritora, cuando deambula por el mundo, mira con unos ojos diferentes a los que se le suponen al observador corriente. Si ve a una mujer, no es solo una mujer, es una existencia, una vida con biografía, que disfruta y sufre, que sueña y se desespera, que se enciende y que se apaga. El hombre, no es solo un hombre, pude ser joven o viejo, moreno o rubio, alto o bajo, sonriente o triste, con la mirada baja o desafiante. Cada uno de esos gestos nos cuenta algo que quien escribe puede hilvanar con otros gestos inéditos, aparentemente indescifrables, hasta conformar el “relato”, eso que está tan de moda ahora. Pues ese relato personal confluye en lo colectivo y nos muestra el presente de la sociedad de un tiempo concreto.

Podemos aprender mucho de estos textos: cómo pensamos o podemos pensar, cómo es nuestro calendario, dónde compramos, quién nos vende los productos de primera necesidad, con quién nos cruzamos en la calle, incluso con quién nos gustaría no cruzarnos.
“No informamos, porque para eso están los periodistas; tampoco analizamos… Lo que hace un columnista es encontrar un punto de vista singular o echar una mirada oblicua que cambia la percepción de un tema concreto”.
En resumidas cuentas, el libro resulta muy interesante y, por supuesto, lo leemos crónica a crónica, pero al final, el balance supera con creces la limitación de la columna, transmitiendo una sensación de haber leído un texto intenso y próximo.





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