21 oct 2019

La lluvia antes de caer

Por Ángel E. Lejarriaga



Novela del afamado escritor inglés Jonathan Coe (1961), publicada en el año 2009 y reimpresa en el 2015. Digamos que este autor empezó a tener una cierta relevancia en las letras anglosajonas con temas muy críticos sobre los años ochenta en su país, me refiero al tacherismo, una forma de gestión política bastante parecida al fascismo pero con parlamento incluido. Tras realizar los estudios habituales, propios de sus posibilidades económicas, ingresó en Cambridge. Una vez graduado en Literatura pasó a dar clases en la universidad de Warwick, obteniendo allí el doctorado en Literatura Inglesa.

Es obvio que su atracción por la literatura y su dedicación a la misma como estudioso se podía traducir en su conversión en escritor. Así fue. Con veintiséis años, en 1987, publicó The Accidental Woman, a la que seguirían once novelas más, la última en 2018 bajo el título Middle England. Tiene además editados tres libros de ensayos.

La lluvia antes de caer es una novela sin hombres, o dicho de otra manera, está dominada por un relato femenino desde el principio hasta el final, narrativa en la que el sexo masculino es apenas un bosquejo irrelevante. Sí que se le cita, de pasada, sobre todo porque uno de los personajes más mentados en la obra, Beatrix, siente o está dominada por una atracción idealizada e irrefrenable hace él.
  
La novela nos describe minuciosamente la historia de una familia inglesa; comienza más o menos al estallar la II Guerra Mundial y llega hasta nuestros días. En ella descubriremos secretos de familia, momentos de amor con distintos finales, amistad, maternidad, lealtad, traiciones, pérdidas, relaciones frustrantes, repetición de errores una y otra vez… Quizá sea una obra en la que las emociones tienen un mayor peso que la acción propiamente dicha. Esta última no importa tanto como sus consecuencias sobre los personajes. En ella hay diferentes tramas y subtramas que conducen por distintos vericuetos narrativos. 

La narración comienza con la muerte de Rosamond que contaba setenta y tres años. La buena mujer tenía los achaques característicos de su edad a los que se añadía un problema cardíaco severo. El caso es que Rosamond muere y su sobrina Gill se encarga de su casa y de sus enseres; carece de descendencia y su pareja había muerto hacía años. La herencia queda repartida entre Gill y David, los hijos de su hermana. Pero aparece un personaje inesperado que se va a convertir en el eje central de la novela, eso sí, de una manera fantasmagórica, Imogen, una niña, ya presumiblemente una mujer adulta, de la que nadie sabe nada. Así comienza la historia, sin embargo, la misma da un giro que genera expectación,  al aparecer unas cintas magnetofónicas que están dirigidas a Imogen en la que la anciana le cuenta sus orígenes a través de la explicación de una serie de fotografías antiguas. Aunque el material es para Imogen, queda claro en las instrucciones de la fallecida que su sobrina Gill puede disponer de él si no la encuentra.

Las mujeres que desfilan por las páginas del libro son dispares. Desde Beatrix, una persona difícil, exigente, manipuladora, inestable y narcisista; hasta Gill un ser equilibrado, poco conflictivo, adaptativo, que procura facilitar la vida a los que le rodean. Entre medias está Ivy que, desde luego, puede competir en crueldad con Beatrix, de la que es madre. Beatrix, para mayor desgracia de la criatura, se reproduce y nace Thea, quien vivirá un tiempo con Rosamond y Rebecca. En síntesis, una entretenida tela de araña que se lee con agrado. Para los amantes de la psicología, aquí tienen un buen material sobre el que reflexionar; en este aspecto, Coe ha hecho una labor de disección de los personajes espléndida. 

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