18 dic 2019

Don Juan



Por Ángel E. Lejarriaga




Gonzalo Torrente Ballester (1910-1999) es uno de los grandes escritores de la literatura española que ha tocado casi todos los géneros y ha sido homenajeado con los premios más importantes, exceptuando el Nobel. Realizó sus estudios hasta el bachillerato primero en Ferrol y después en La Coruña. Sus veleidades como militar se truncaron pronto debido a su incipiente miopía; la vocación le venía de familia, su padre era militar. El joven Torrente Ballester era voraz en cuando a la lectura se refiere, y no solo eso, amaba el conocimiento por encima de todo. Sus lecturas abarcaban de Joyce hasta Proust.

Trasladada su familia a Oviedo comenzó los estudios de Derecho; es durante esa etapa cuando inicia su andadura de escritor en el diario El Carbayón. En 1929, viviendo en Madrid, se sumergió en la tertulia de Valle-Inclán, estudió Filosofía y Letras, y se incorporó a la redacción del diario anarquista La Tierra. Un año después el periódico cerró y él regresó a Ferrol. En 1931 la familia se trasladó de nuevo, esta vez a la provincia de Pontevedra donde se casó en 1932 con Josefina Malvido. Viajó con su compañera a Valencia, donde pasaron unos meses, para retornar a Ferrol en 1933, ahí dio clases de Gramática, Latín e Historia durante dieciséis horas al día en la Academia Rapariz.

 Volvió a estudiar en la Universidad de Santiago de Compostela hasta licenciarse en Historia en 1935. Previamente se había afiliado al Partido Galleguista, llegando a ejercer de Secretario Local del mismo. En 1936 pasó una época de cierta tranquilidad económica al aprobar la oposición de profesor auxiliar en la Universidad de Santiago. Enseñó Historia Antigua. Su matrimonio fue muy fértil, en 1938 ya contaba cuatro hijos, después vendrían muchos más. 

El inicio de la Guerra Civil Española le sorprendió en París, cuando consideraba la posibilidad de realizar su tesis doctoral. De regreso a su tierra pudo comprobar los primeros estragos de la guerra entre sus propios amigos, muchos de ellos habían sido fusilados. Por consejo de un eclesiástico, se afilió a la Falange. A continuación colaboró con diversos medios falangistas como la revista Jerarquía, o el diario Arriba España¸ codeándose con intelectuales falangistas como Dionisio Ridruejo o Luis Rosales. Al año siguiente ejerció como profesor auxiliar en la Universidad de Santiago. Siguió publicando, y en 1940 se presentó a la oposición de profesor de instituto y ganó una plaza en Ávila, aunque no llegó a ejercer en ella. En ningún momento dejó de escribir si bien todavía la fama no le había alcanzado. En el año 1941 fundó con Dionisio Ridruejo, Rosales y otros la revista Escorial. Un año después marchó a Ferrol y dio clases en el instituto Concepción Arenal.

Su primera novela aparece en el año 1943, Javier Mariño, aunque tuvo un mal fin, fue secuestrada por la censura franquista. No obstante, se mantuvo firme, escribiendo y publicando en diversos medios periodísticos. Su vida se volvió vibrante, trabajó como crítico teatral, en la radio, escribió novelas, guiones cinematográficos: El golpe de estado de Guadalupe Limón (1946), Ifigenia (1949) y finalmente su salto a la fama, La trilogía Los gozos y las sombras (1957–1962), constituida por: El señor llega (1957), premio de Novela de la Fundación Juan March; Donde da la vuelta el aire (1960) y La Pascua triste (1962). Es justamente en este periodo de su vida, entre 1957 y 1962, donde ejerció como profesor de Historia Universal en la Escuela de Guerra Naval.

Su esposa falleció en 1958; en 1960 conoce a la que sería su segunda esposa, María Fernanda Sánchez-Guisande Caamaño. Los años sesenta fueron años de cambios, no solo por su nuevo matrimonio. Su defensa de los mineros asturianos en huelga a través de la firma de un manifiesto en el año 1962 le supuso ser despedido de la Escuela de Guerra Nava, el fin de su trabajo en la radio y del acceso a los medios de comunicación del movimiento. En 1963 publicó Don Juan que pasó bastante inadvertida, para él su mejor novela. En ese momento renegó temporalmente de la escritura y se dedicó a la traducción. En 1964 volvió a la enseñanza media, en este caso a Pontevedra, y colaboró en Faro de Vigo.

Como se ve, su vida corría deprisa y a pesar de sus cincuenta y seis años, él no parecía estar dispuesto a detenerse. En 1966 dio clases en la State University of New York, en Albany, como profesor distinguido. En 1969 apareció su novela Off-side. En 1970 regresó a España y dio clases en un instituto, esta vez en Orcasitas, Madrid. La saga/fuga de J. B. fue publicada en 1972 y recibió los premios Ciudad de Barcelona y de la Crítica. En 1973 le tocó dar clases en el instituto de La Guía, en Vigo. 

En 1975 fue elegido miembro de la Real Academia Española. En 1976 se instaló en Salamanca, ciudad en la que vivió más de veinte años. Ese mismo año un infarto le resituó para que se tomara la vida con más calma, pero él no hizo mucho caso al acontecimiento, y siguió con la escritura, participó en tertulias literarias con lo más granado de la ciudad salmantina, mantuvo su actividad periodística en diversos medios. En 1977 tomó posesión de su sillón en la Real Academia Española con un discurso titulado Acerca del novelista y de su arte. En ese mismo año publicó Fragmentos de Apocalipsis (1977), recibiendo el Premio de la Crítica. En 1980 le conceden el Premio Nacional de Literatura por su novela La Isla de los Jacintos Cortados. Ese mismo año se jubiló de dar clases. Dos años después publicó Dafne y ensueños, y recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, ex aequo con Miguel Delibes.

Los diecisiete años siguientes de su vida son tan trepidantes como los anteriores, escribió compulsivamente, supervisó la emisión en TV de Los gozos y las sombras. Publicó La Princesa Durmiente va a la escuela (1983); recibió honores de todo tipo, fue nombrado hijo predilecto y doctor honoris causa por algunas universidades. En 1984 apareció otra de sus novelas Quizá nos lleve el viento al infinito. En 1985 publicó La rosa de los vientos y de paso le dieron el Premio Miguel de Cervantes. Durante 1986 y 1987 dio conferencias por el mundo y se editó Yo no soy yo, evidentemente. Su capacidad creativa no parecía tener límites. En 1988 recibió el Premio Planeta por Filomeno, a mi pesar, y fue nombrado Caballero de Honor de las Artes y las Letras de la República de Francia. En 1989 le llegó otro gran éxito literario que tendría película, Crónica del rey pasmado. Al año siguiente, con precisión milimétrica, apareció Las islas extraordinarias. Los años pasaron y su salud se fue deteriorando, a pesar de ello publicó La muerte del decano (1992), El Hostal de los Dioses amables (1993), La novela de Pepe Ansúrez (1994), por la que recibió el Premio Azorín. La boda de Chon Recalde (1995), Los años indecisos (1997) y Doménica (1999).

Falleció en Salamanca el 27 de enero de 1999 a los ochenta y nueve años. La obra que nos ha legado es ingente: 50 libros en total, distribuidos en géneros como la novela (25), el teatro (6), el ensayo (7), el periodismo (5) y un poco de todo (7). Innegablemente, Gonzalo Torrente Ballester es uno de los grandes autores de las letras españolas. 

Su novela Don Juan, publicada en 1963, como ya he mencionado, pasó bastante inadvertida. Quizá no era su momento. Lo cierto es que el personaje, don Juan, siempre le atrajo en todos sus aspectos. Su primera intención era escribir una obra de teatro sobre el tema pero durante su desarrollo el texto fue creciendo y complicándose hasta el punto de surgir una novela y no precisamente pequeña. El autor reflexiona en ella sobre la actitud de don Juan ante la vida, ante los placeres, ante su objeto de seducción. En el enfoque, desde luego, no abandona el humor y la ironía que le caracterizan, pero coloca al personaje fuera de toda blandenguería y romanticismo, don Juan es un desalmado por decisión propia, su rebelión es contra la moral, contra las normas sociales, contra dios. 

La novela no tuvo éxito y eso le decepcionó bastante, hasta el punto de tomar la decisión de marcharse de España; pero, además, tuvo muchos problemas con la censura; el que saliera de imprenta íntegra se debe a su labor titánica y tenaz al cuestionar los criterios del censor para tachar y tachar párrafos que no le parecían convenientes.

La narración está situada trescientos años después de la desaparición de don Juan Tenorio. Un individuo, de pronto, conoce a otro de nombre Leporello que afirma ser el sirviente de don Juan. El descubrimiento le resulta demencial, una farsa, a pesar de ello mantiene el contacto; así se ve envuelto en un rescate de la que es la última víctima del gran seductor, la bella Sonja.

Muchas cosas han cambiado en esta novela con respecto a la de Zorrilla, los personajes ya no se encuentran en Sevilla, ahora visitan París. Hay otra peculiaridad divertida, don Juan seduce a las damas y cuando las rinde las abandona sin tener relación carnal con ellas. Se trata de una fantasía repleta de reflexiones que giran y giran sobre sí mismas, sobre la moral y los valores dominantes. Don Juan es un buen representante de la sociedad contemporánea, individualista, insolidario, que no establece vínculos con los que le rodean.

Para terminar solo me queda decir que cada libro de Gonzalo Torrente Ballester es diferente; alguien los definió como “una aventura estética”, original sin lugar a dudas. A nadie le pasan inadvertidos. A pesar del período que le toco vivir, supo mantenerse firme y luchar contra viento y marea con el oscurantismo gobernante. Se podría decir de él que fue un tipo molesto e irritante para el Régimen franquista.

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