Por Ángel E. Lejarriaga
Ha recibido numerosos galardones como el premio ABBY en 1994 por su novela Como agua para chocolate, en 2003 los premios Aitana Martínez y Elena Colell; y el premio Giussepe Acerby en 2004 por su novela Tan veloz como el deseo.
Aparte de su carrera pedagógica y literaria se ha sumergido en la vida política de su país desde el año 2007 en que fue precandidata a diputada local. Luego, un año después, fue Directora General de cultura en Coyoacán. En 2015 fue elegida diputada federal por el Movimiento de Regeneración Nacional.
La novela se desarrolla en el pueblo natal de Laura Esquivel, en Piedras Negras, durante la época de la Revolución Mexicana. Está compuesta por doce capítulos, cada uno con el nombre de un mes, empezando por enero y terminando por diciembre, y una receta de cocina adjunta. Nos cuenta la historia de una adolescente de quince años, la menor de tres hermanas, que se ve obligada a cumplir la maldición familiar de permanecer cuidando a su madre hasta su muerte por el simple hecho de ser la menor. Esta maldición adquiere mayor dramatismo cuando la protagonista, Tita, se enamora perdidamente de Pedro, y él perdidamente de ella. A partir de ahí surge una trama rocambolesca, propia de un folletín de telenovela rosa, en la que los personajes habitan en un universo en el que lo mágico y lo mundano se entrecruzan con diferente protagonismo según el momento narrativo. La cocina y las recetas de cocina ocupan un papel preponderante asociadas a los momentos vitales y emocionales por los que transitan los personajes. Además, gracias a la cocinera Nacha, Tita es una experta en temas culinarios. En un momento de la narración Pedro solicita la mano de Tita a su madre, Elena, una especie de arpía autoritaria y maltratadora, infructuosamente; pero esta le ofrece en compensación la mano de una de sus otras hijas, Rosaura. Pedro no tiene interés alguno por esta pero elucubra que si se casa con ella podrá estar cerca de Tita; así lo hace. Rosaura y Pedro se casan, y los años pasan, y las tensiones se desencadenan a su alrededor. Ellos intentan escapar de su amor pero a la vez se atraen de una manera vertiginosa, inapelable. La pasión les domina, a pesar del matriarcado impenitente de la madre, a pesar de Rosaura, a pesar de los usos y costumbres de su tiempo. El amor que siente el uno por el otro es superior a todas esas limitaciones.
En fin, hay que leerla para descubrir el resto de vericuetos por los que se desliza la novela y para llegar a un final bastante memorable.
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