2 may 2020

Crónica de una muerte anunciada


Por Ángel E. Lejarriaga



El Premio Nobel de Literatura de 1982 Gabriel García Márquez (1927-2014) publicó esta novela en 1981, era la séptima que escribía; tuvo un gran éxito y reconocimiento, que fue mayor un año después con el Premio Nobel.

La historia que cuenta ocurrió en verdad en Colombia. García Márquez decía en algunas de sus entrevistas que sus obras solían estar fundamentadas en hechos reales; esta en concreto ha sido calificada como la más “realista” de todas. La inspiración en Crónica de una muerte anunciada le surge al autor en la época en que vivía en una aldea de Aracataca, en los Andes Colombianos, cerca de la costa del mar Caribe. Él intentó verificar los hechos que describe, y la información que obtuvo fue relativa porque los protagonistas supervivientes testimoniaron lo que quisieron, en concreto Ángela que “le contó todo menos lo que pasó con Santiago”. La madre de esta se negó rotundamente a hablar de los hechos descritos. El autor llegó a pensar que la misma Ángela estaba encubriendo a alguien, tal vez a una persona que amaba. Esto es solo una hipótesis.

Esta novela es muy original, comienza por el final. Desde el primer momento conocemos que los hermanos Vicario han asesinado a Santiago Nasar, presumiblemente, según todos los testimonios, para lavar el honor de su hermana Ángela. Ahí empieza, y termina con el instante del crimen. El caso es que a Santiago se le acusa de haber mancillado el honor de Ángela Vicario pero lo cierto es que ella dice su nombre, como decía más arriba, tal vez para encubrir a alguien. Por lo que el desgraciado Santiago Nasar pudo simplemente ser un chivo expiatorio que Ángela citó, presionada por sus hermanos.

Para dar un rápido repaso a la obra, que es corta y se lee rápido; primero viene la presentación de Santiago. Se dice de él que es un hombre que demuestra gran habilidad con las armas de fuego, que ama a los caballos y se le da bien amaestrar aves de presa; también se dice de él que procura no meterse en líos y que es valiente. Cuando Santiago sale de su casa, después de desayunar, la cocinera y su hija saben que lo van a matar pero no dicen nada. Podrían haberle avisado pero no lo hicieron. También por debajo de la puerta llegó un sobre anónimo que le advertía del peligro. Después se habla ampliamente de Bayardo San Román, del que se dice que es un ingeniero de ferrocarril. A continuación se presenta, entre otros, a los gemelos Vicario y se menciona el resultado de la autopsia de Santiago: “Se murió por culpa de siete heridas mortales. El hígado estaba casi seccionado por dos perforaciones profundas.” Se deja para el final la investigación del crimen. 

Muchas personas pudieron intervenir a sabiendas e impedir el asesinato de Santiago pero se abstuvieron: “los asuntos de honor son sagrados”.

La novela no da tregua, desde la primera página atrapa y genera una inquietud que obliga a seguir con la siguiente, es difícil detenerse a reflexionar porque la trama es trepidante. Santiago es un buen hombre, inocente, y está indefenso ante unas intenciones criminales premeditadas que casi todo el mundo conoce por anticipado. Ese es el detalle terrible del asunto, el asesinato podrían haber sido impedido fácilmente pero se da por hecho que ese va a ser el destino predeterminado de Santiago que nada, salvo un milagro, va a poder evitar. Quizá porque ha nacido para ser asesinado.

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