25 jun 2020

Mi nombre es Shei Shonagon

De Jan Blensdof no sé prácticamente nada. La autora es australiana y el libro lo publicó en España la editorial Alfaguara en el año 2003, lo cual fue una sorpresa porque en la pestaña del libro dedicada a la autora, contaba muy poco, salvo que era su primera obra. En ese texto decía que durante un tiempo estuvo viajando y fruto de uno de esos viajes, en concreto a Japón, es esta novela.

Jan Blensdof nos cuenta la historia de una mujer nacida en los EEUU de padre norteamericano, profesor, y madre japonesa, en ese momento estudiante. Se conocieron en Tokio mientras él impartía clases, se enamoraron, se casaron y decidieron irse a vivir a New York. La pareja funcionaba bien, a pesar de las diferencias culturales, pero la mala suerte les sale al encuentro; su padre desaparece pronto de su vida debido a un accidente, cuenta en ese momento siete años. Su infancia había sido feliz hasta ese instante.

Ante la nueva situación y la incomodidad que le genera la familia de su marido muerto, la madre decide volver a Japón, y se instala en la casa de un tío que vive solo y que se dedica al comercio de antigüedades. La pequeña no lleva una vida fácil, su madre no está en condiciones anímicas de cuidarla y su único posible apoyo es su tío, un personaje excéntrico y bastante agrio. La mejor alternativa que encuentran para ella es su ingreso en un internado. A partir de la finalización de sus estudios, cuando va a entrar en la universidad, se produce un cambio radical en su existencia, entra en un mundo fantástico en la presentación pero muy terrenal. Hereda una tienda de incienso, “El Puente de los Sueños”, y en la parte de arriba recibe a personas que necesitan hablar. En ese negocio y en esa casa encuentra la paz.

La peculiaridad de estos encuentros es que sus visitas se dedican a hablar y ella a escuchar detrás de un biombo. Cada persona la deja una huella, sobre lo que bulle en su interior y también sobre el estilo de vida de Japón. La prosa con la que nos cuenta su experiencia es agradable, de lectura fácil, describe imágenes que podemos recrear perfectamente en nuestra imaginación.

En resumen, es una novela corta, intimista, poética en gran medida, que nos enseña la vida en Japón y también los sentimientos encontrados de sus habitantes. Una lástima no saber más de esta autora.

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