20 nov 2013

¿Por qué una persona libre se rebela contra toda autoridad?



Por Ángel E. Lejarriaga


¿Por qué una persona se rebela contra Dios, contra el amo o contra una autoridad pretendidamente legal? Lo hace porque es una necesidad individual que se multiplica en fuerza una vez asociada a las necesidades particulares del resto de las personas que conforman una comunidad.
Nos rebelamos porque somos conscientes de nuestro derecho inalienable a la libertad, y del hecho fehaciente de que su defensa choca con cualquier forma de opresión, sea esta religiosa, laboral, patriarcal o estatista.
La primera sublevación que desarrollamos es interior. Nuestra capacidad crítica cuestiona los «valores mordaza» que nos han sido impuestos a través de la familia, la escuela y el Estado. Una vez esos valores han sido puestos en duda y analizados, reciben una comprensión diferente, son dotados de un significado ajeno al original.
Liberados de ese primer y elemental servilismo, pasamos a una segunda subversión que disputa nuestra condición de mera «fuerza de trabajo», que se vende y se compra en el indigno y cruel mercado laboral. Las relaciones de explotación nos convierten en mercancía barata; nuestra conciencia política rebelde nos transforma en sujetos revolucionarios que preservan la propuesta innegociable de acabar con esas relaciones infrahumanas de amos y esclavos.
Nuestra tercera rebelión va dirigida contra la «delegación de la representatividad» o «la organización social de arriba abajo», es decir, contra el axiomático Estado. La libertad es todo lo contrario a esa delegación de poder. Elaboramos y cimentamos lo que existe con nuestro esfuerzo y creatividad, por tanto tenemos la legitimidad y la obligación moral irrenunciable de gestionar nuestro destino.
En síntesis, esta rebelión de la que hablo, se basa en el cuestionamiento radical de principios que se aceptan porque sí como inmutables. Para que haya una revolución el individuo tiene que rebelarse contra la ideología del poder, sea la que sea, que le subyuga, para no reproducirla en el pretendido nuevo modelo de organización social. Así, la rebelión del sujeto soberano tiene que ser constante, sin tregua, sin dar nada por acabado. Ese es el espíritu que debería mover a la nueva persona que tendría que surgir de entre las ruinas del pasado.
El ser humano debe resistirse a toda forma de dominación porque su ser natural es la libertad. Esas ansias de liberación niegan cualquier autoridad basada en la fuerza y conllevan la construcción de una sociedad horizontal regida por la asociación de individuos libres.
Esta forma de pensamiento «rebelde», inconformista, autónomo y eternamente crítico, es el método de prevención más eficaz contra cualquier tiranía.

«[...] el sindicato contra el partido, el municipio contra el Estado, el individualismo solidario contra la sociedad de masas.»

«¿Qué es un hombre rebelde? Un hombre que dice no. Pero negar no es renunciar: es también un hombre que dice sí desde su primer movimiento. [...] El rebelde (es decir, el que se vuelve o revuelve contra algo) da media vuelta. Marchaba bajo el látigo del amo y he aquí que hace frente. Opone lo que es preferible a lo que no lo es.»

Ambas citas son de Albert Camus, El hombre rebelde.

En memoria de Albert Camus, en el centenario de su nacimiento: 7 de noviembre de 1913


5 comentarios:

  1. Un hombre lúcido. Tuvo mala suerte, murió joven.

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  2. Pero para poder llegar a rebelarnos contra todas las lacras que nos dominan, primero tenemos que saber que somos dominadxs; ese es para mí el principio.

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  3. El comentario de Rosel me ha hecho recordar a Hannah Arendt en "La banalidad del mal". Recomendable libro, o al menos la pelicula.

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  4. Sobre este tema hay mucho escrito y dicho sobre lo que debemos reflexionar y despacio. No hace falta matar para ser cómplice o artífice directo del mal. Recordemos a los cerrajeros que rompen las puertas en los desahucios (cumple órdenes o simplemente cobra por ello); recordemos también a los que hacen las mudanzas en los desahucios contratados por la policía o el ayuntamiento de turno (cumplen órdenes o simplemente cobran el trabajo). Esto es la banalidad del mal, una representación del mismo.

    Recomendaciones:

    Primo Levi: Trilogía de Auschwitz.
    http://www.elboomeran.com/upload/ficheros/obras/trilogia_de_auschwitz.pdf

    Hannah Arendt: Eichmann en jerusalen
    http://www.book.tubefun4.com/downloads/Eichmann.pdf

    Hannah Arendt (Película) Margarethe Von Trotta, 2012 (en español)
    http://www.youtube.com/watch?v=K7LrERXnra0

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  5. Me planteo si seguir las normas establecidas impide a veces alcanzar el bien... No es peor generar mal, o al menos no impedirlo, como perderse el bien por actuar conforme a la moralidad preestablecida, las normas o el juicio del resto.

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