14 ago 2013

¡No llorad por mí, organizaos!

Por Ángel E. Lejarriaga



E
n España no se conoce mucho a Joe Hill salvo en círculos libertarios. Tuvo alguna resonancia en 1971 a través de la película que el director sueco Bo Widerberg le dedicó, Joe Hill; pero poco más. La figura del sueco Joel Emmanuel Hägglund, nacido en 1879 en Gävle (un pueblo de Suecia perteneciente a la provincia de Gästrikland), también conocido como Joseph Hillström y popularmente como Joe Hill, fue relevante en su tiempo. Todavía podría serlo hoy si no hubiéramos perdido, por diversos motivos, nuestra memoria de clase o de lucha, o como la queramos llamar. En sus primeros años de formación aprendió a tocar con soltura diversos instrumentos como el piano, el acordeón, el bajo, el órgano, el violín y la guitarra.

En 1902, fallecidos ya sus padres, decidió buscar fortuna en los Estados Unidos, en compañía de uno de sus hermanos. En aquella época, para muchos trabajadores europeos cruzar el océano Atlántico rumbo a la rica América del Norte era lo máximo a que se podía aspirar. La fantasía es así de traicionera. Acudían ciegos al denominado país de las oportunidades y el progreso. El número de suecos que entraron en los EE.UU. a finales del siglo XIX y principios del XX se aproximó a un millón y medio. Una cifra nada desdeñable, desde luego. Durante el período citado emigraron cerca de sesenta millones de europeos.

Una vez alcanzado su soñado objetivo norteamericano, Joe Hill se dedicó durante un tiempo a recorrer el país desde Nueva York hasta Hawai. Lo hacía como hobo (vagabundo) en los trenes de carga o de polizón en los barcos. Quiso hacer este viaje, en parte, debido a una curiosidad innata que le impulsaba a introducirse en las entrañas del sueño americano; y también, por ver dónde podría encontrar mejores oportunidades de vida. Lo que encontró durante su largo recorrido no fue muy halagüeño. La realidad que se ocultaba detrás de la opulencia formal era cruel, despreciable y por supuesto muy alejada de lo que había esperado. El régimen de trabajo de los obreros de la América profunda rozaba la esclavitud.

Hasta que se instaló definitivamente en California desempeñó casi cualquier trabajo que le ofrecieran para sobrevivir, fuera este de minero, de leñador o de estibador; estos oficios se asocian a su nombre pero es muy probable que tuviera otras ocupaciones que realizó con desigual fortuna.

El contacto con la pobreza y las relaciones de explotación, le hizo tomar no solo conciencia de su condición sino que llegó más lejos; decidió afiliarse al sindicato IWW (Industrial Workers of the World) en 1910 para luchar por la justicia social. Esta organización practicaba un sindicalismo revolucionario próximo al anarcosindicalismo español (pregonaba la acción directa y la autogestión). Aunque nació en los Estados Unidos tuvo actividad sindical en Canadá, Australia, Irlanda y el Reino Unido. A principios del siglo XX desarrolló una gran influencia sobre la clase trabajadora pero esta decayó en los años 20 debido a la fuerte represión policial. En la actualidad sigue en funcionamiento y se dice que está teniendo un crecimiento significativo. Como wobblie (militante de la IWW), Joe Hill desempeñó un papel relevante en diversas tareas. En un primer momento como organizador de la resistencia, por ejemplo, de la huelga de los trabajadores del muelle de San Pedro, en California. Participó en comités, mítines y en labores propagandísticas. En el año 1912 durante una de estas acciones, en la ciudad de San Diego, fue apaleado brutalmente.

Reconocidas sus habilidades musicales por el sindicato IWW, se le propuso usar su ingenio como medio de propaganda y agitación, tanto para difundir el ideario anarcosindicalista como para extender las reivindicaciones sociales. A partir de ese momento Joe Hill usó su voz como arma de combate, tanto en mítines, como en asambleas proletarias o simplemente en plena calle, en las zonas frecuentadas por la clase obrera. Nunca grabó un disco pero sus canciones se siguen cantando hoy día en el que fue su sindicato hasta el momento de su muerte.

 El sistema de composición que seguía Joe Hill se basaba en crear estrofas reivindicativas o que exaltaban valores revolucionarios, utilizando como fuente canciones populares. Temas que se repetían en talleres, fábricas y en cualquier ámbito laboral. Además, estas canciones eran difundidas por los periódicos sindicales y hojas informativas. Estas composiciones fueron recopiladas, conjuntamente con otras, por el sindicato IWW en un volumen que se tituló Red Songbook (Libro rojo de canciones). Se dice que Joe Hill comentó en una ocasión que «un libro es bueno, pero pocas veces se lee más de una vez, mientras que una canción se aprende de memoria y se repite continuamente. Esa es la fuerza de la música como instrumento de lucha». Algunas de estas canciones —de las más famosas—, fueron: The preacher and the slave (El predicador y el esclavo) y Casey Jones, the union sca (Casey Jones, el esquirol).

En un artículo publicado en la página web del sindicato CNT de Catalunya en el que se anticipa el próximo centenario de su muerte (1915-2015) se dice textualmente: «Estas canciones tuvieron una extraordinaria importancia, ya que la mayor parte del proletariado estadounidense era inmigrante y apenas hablaba inglés ni ningún otro idioma común. Obreros que trabajaban en la misma empresa no se podían entender entre sí. En 1912 durante una huelga en Lorenzo (Massachusetts) los trabajadores hablaban 44 idiomas distintos y los empresarios hicieron todo lo posible por dividirlos hostigando a unos contra otros. Los trabajadores inmigrantes eran de tan diverso origen étnico que las barreras lingüísticas les impedían comunicarse. Sin embargo, todos entendían las canciones de Joe Hill y su música sirvió como factor de unidad y de solidaridad». Tal vez Joe Hill haya sido el primer cantautor norteamericano, que abrió el camino a los que vinieron después como Woody Guthrie o Pete Seeger.

Joe Hill fue sobre todo un sindicalista revolucionario y como consecuencia directa de su militancia, tuvo que abandonar California porque nadie le daba trabajo. Se trasladó a Utah, donde se incorporó a la plantilla de las minas de Silver King en Park City, cerca de Salt Lake City. Todo esto ocurre alrededor de 1913. En este año participó en la organización de una huelga en una importante empresa de la zona, la United Construction Company.

Unos meses después, ya en 1914 ocurrió un suceso que le condujo al patíbulo. En este punto comienza una demostración más de la «justicia» capitalista de la que tenemos muchas evidencias a lo largo de la Historia. Sirvan como ejemplos los siguientes casos.

El 11 de noviembre de 1887 fueron ejecutados los denominados «Mártires de Chicago» (el primero de mayo, día de la clase trabajadora, se celebra desde entonces en su memoria): George Engel (alemán, de 50 años, tipógrafo), Adolf Fischer (alemán, de 30 años, periodista), Albert Parsons (estadounidense, de 39 años, periodista, que aunque se probó que no estuvo presente en el lugar de los hechos, se entregó para estar con sus compañeros y fue juzgado y condenado igualmente), August Vincent Theodore Spies (alemán, de 31 años, periodista), Louis Lingg (alemán, de 22 años, carpintero, que para no ser ejecutado se suicidó en su propia celda).

Condenados a diversas penas fueron: Samuel Fielden (inglés, de 39 años, pastor metodista y obrero textil, cadena perpetua), Oscar Neebe (estadounidense, de 36 años, vendedor, quince años de trabajos forzados) y Michael Schwab (alemán, de 33 años, tipógrafo, cadena perpetua).

Los hechos que condujeron hasta este final fatídico se remontan al 4 de mayo de 1886, durante una manifestación que reivindicaba la jornada laboral de ocho horas. Durante el transcurso de la misma estalló una bomba que mató a un policía. Esto justificó una represión indiscriminada sobre el movimiento obrero. Aunque durante el juicio no se demostró su participación en los hechos, los también denominados «ocho de Chicago» fueron declarados culpables, acusados de ser «enemigos de la sociedad y el orden establecido». Tres de ellos fueron condenados a prisión y cinco a la horca.

«Solamente tengo que protestar contra la pena de muerte que me imponen porque no he cometido crimen alguno... pero si he de ser ahorcado por profesar mis ideas anarquistas, por mi amor a la libertad, a la igualdad y a la fraternidad, entonces no tengo inconveniente. Lo digo bien alto: dispongan de mi vida.»
Adolf Fischer

«El principio fundamental de la anarquía es la abolición del salario y la sustitución del actual sistema industrial y autoritario por un sistema de libre cooperación universal, el único que puede resolver el conflicto que se prepara. La sociedad actual sólo vive por medio de la represión, y nosotros hemos aconsejado una revolución social de los trabajadores contra este sistema de fuerza. Si voy a ser ahorcado por mis ideas anarquistas, está bien: mátenme.» 
Albert Parsons

«No, no es por un crimen por lo que nos condenan a muerte, es por lo que aquí se ha dicho en todos los tonos: nos condenan a muerte por la anarquía, y puesto que se nos condena por nuestros principios, yo grito bien fuerte: ¡soy anarquista! Los desprecio, desprecio su orden, sus leyes, su fuerza, su autoridad. ¡Ahórquenme!»
Louis Lingg

En 1827 fueron también ejecutados sin pruebas otros dos anarquistas, Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti en circunstancias parecidas.

Tanto los «ocho de Chicago», como Joe Hill y Sacco y Vanzetti, han sido rehabilitados a posterioridad, considerando que sus juicios, condenas y ejecuciones fueron crímenes de Estado.

En lo que respecta a Joe Hill, fue acusado del asesinato de un expolicía. El juicio fue una comedia orquestada por el Gobernador del Estado, William Spry, quien reconoció que «deseaba utilizar el caso para frenar a la calle que ruge y para despejar el Estado de sujetos sin ley y agitadores del IWW». Durante el juicio los testigos presentados por el fiscal no le identificaron. Un testigo presencial, hijo de la víctima, llegó a declarar que Joe Hill no era el asesino aunque más tarde cambió su declaración. Aún así, en apenas dos horas de discusión, el jurado le declaró culpable y fue sentenciado a la pena capital.

Según la leyenda, porque nunca se ha demostrado, Joe Hill estaba haciendo el amor con una mujer casada la noche del crimen del que fue acusado. Él no quiso salvar su vida por salvar la reputación de la amante anónima. Y ella decidió salvar su reputación aunque él perdiera la vida. Son cosas que pasan.

Durante su estancia en prisión siguió escribiendo canciones, entre ellas The Rebel Girl, dedicada a la mujer trabajadora.

The Rebel Girl
Hay muchos tipos de mujeres
en este extraño mundo, como todos sabemos.
Algunas viven en grandes mansiones,
y visten finos trajes.
Hay reinas y princesas de sangre azul
que tienen un encanto labrado de diamantes y perlas.
Pero la única mujer de pura sangre
es la muchacha rebelde.
¡Es la muchacha rebelde!
¡Es la muchacha rebelde!
Para la clase obrera ella es una perla preciosa.
Proporciona valor, orgullo y alegría
al muchacho rebelde que lucha.
Ya teníamos muchachas, pero necesitamos más
en el sindicato IWW
que lucha por la libertad
con una muchacha rebelde.
Sí, ella tiene callos en las manos de trabajar,
y su vestido quizá no sea muy fino.
Pero un corazón está latiendo en su pecho.
que es auténtico para ella y para su clase.
Y los capitalistas temblarán de miedo
cuando ella lance su desafío de odio.
Es una mujer única, de pura sangre:
¡Es la muchacha rebelde!

Joe Hill fue fusilado el 19 de noviembre de 1915. Según Bill Haywood, miembro relevante del sindicato IWW, Joe Hill le mandó una carta poco antes de su ejecución en la que le refería lo siguiente: «¡Adiós, Bill! Muero como un leal rebelde. No perdáis el tiempo guardándome luto. ¡Organizaos!...»


MATERIALES COMPLEMENTARIOS

http://www.washington.edu/uwired/outreach/cspn/Website/Classroom%20Materials/Reading%20the%20Region/Writing%20Home/Commentary/11.html

Industrial Workers of the World «Little Red Songbook»: http://www.hobonickels.org/iwwsongs.htm

Joe Hill, «Casey Jones, the union scab» (Casey Jones, el esquirol) cantado por Pete Seeger: https://www.youtube.com/watch?v=f1nXdMcVSkU

Revuelta de Haymarker: http://es.wikipedia.org/wiki/Revuelta_de_Haymarket#Muerte_en_la_horca

Sacco y Vanzetti: http://en.wikipedia.org/wiki/Sacco_and_Vanzetti#Later_tributes

Joe Hill «The Rebel Girl»: https://www.youtube.com/watch?v=dGgSah7vV44

Alfred Hayes «I dreamed I saw Joe Hill last night». Joan Baez en Woodstock, 1969: https://www.youtube.com/watch?v=PX7M9psH0rM

Joe Hill
Anoche soñé que veía a Joe Hill
vivo como tú o como yo.
Yo le decía: pero Joe ¡llevas diez años muerto!
Nunca he muerto, respondía él
Nunca he muerto, respondía él.
En Salt Lake, Joe, le decía yo.
Él estaba en mi cama.
Ellos te condenaron por asesinato
y Joe respondía, pero yo no he muerto
y Joe respondía, pero yo no he muerto.
Los patronos del cobre te mataron, Joe
Joe, te dispararon, le decía yo.
Hace falta algo más que armas para matar a un hombre,
respondía Joe, yo no he muerto
respondía Joe, yo no he muerto.
Y estaba allí, tan grande como fue su vida,
sonriendo con sus ojos.
Decía, ¿qué se olvidaron de asesinar?
¡La organización!
¡La organización!
Joe Hill no está muerto, él me habla
Joe Hill nunca morirá:
donde el proletariado esté en huelga
Joe Hill está a su lado
Joe Hill está a su lado,
de San Diego hasta Maine,
en cada mina y en cada molino,
donde los trabajadores luchen y se organicen
nos dice: encontrarás a Joe Hill
nos dice: encontrarás a Joe Hill.
Anoche soñé que veía a Joe Hill
Vivo como tú o como yo
Yo le decía: pero Joe ¡llevas ya diez años muerto!
Nunca he muerto, respondía
Nunca he muerto, respondía.

Joe Hill, «Last will» (Última voluntad) y «Joe Hill» de Joan Baez. Cantan Janet & Ken Bates: http://www.youtube.com/watch?v=yEqSu8MssP4&feature=player_embedded

Última voluntad
Mi voluntad es fácil de decidir:
no dejo nada para repartir.
Mis parientes no necesitan quejarse y gemir.
"El musgo no se aferra a un canto rodante".
¿Mi cuerpo? ¡Ah! Si pudiera elegir
lo reduciría a cenizas,
y dejaría soplar las felices brisas
para que las llevaran a donde germinan las flores.
Quizá entonces las flores que se marchitan
volverían a la vida y brotarían de nuevo.
Éste es mi último y postrer deseo:
Buena suerte a todos,
Joe Hill

Phil Ochs - «Joe Hill» (live in Sweden, July 1968): http://www.youtube.com/watch?v=yUR2PDTptO0






2 comentarios:

  1. Siempre es esperanzador que haya personas que luchen por lo que creen hasta el final de sus vidas.

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  2. Creo que cada persona tiene un camino a seguir. En parte está determinado por la sociedad en la que vive, en parte por el azar, el resto lo debe poner ella. Hay distintas formas de vivir. (Parafraseo a Ángel)

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