Por Ángel E. Lejarriaga
La Biblia de Neón es Toole puro, sorprendente; la escribió en 1952. Me pregunto cómo un adolescente de dieciséis años puede construir una obra así. Mala suerte para la literatura, lo digo por su suicidio. Mas no adelantemos acontecimientos. Empecemos por el principio, por hablar del autor. John Kennedy Toole nació en Nueva Orleans, Luisiana, en 1937. Solo publicó dos obras: La conjura de los necios, en 1980 y La Biblia de Neón, en 1989. Las dos novelas comparten la peculiaridad de haber visto la luz después de muerto el autor en 1969. La primera consiguió el Premio Pulitzer de ficción en 1981. Me temo que John nunca imaginó tal éxito.
Toole fue el típico niño sobreprotegido, de continuo encerrado en casa. Su madre, Thelma Ducoing Toole, era una persona temerosa de Dios y de los hombres, y eso lo reflejaba en la educación que transmitía a su hijo, lo que condicionó bastante la personalidad de este. Desde pequeño fue un crío brillante que obtenía excelentes notas en los estudios. Tras graduarse en la Universidad Tulane, hizo un grado superior en lengua inglesa en la Universidad de Columbia, lo que le permitió trabajar durante un año como profesor asistente de inglés en la Universidad del Suroeste de Luisiana. Del Sur dio el salto a New York como profesor en el Hunter College. Su plan era hacer el doctorado en Columbia pero en 1961 fue alistado en el ejército y destinado a Puerto Rico donde se pasó dos años enseñando inglés a los reclutas hispanos, en Fort Buchanan.
Al abandonar el ejército volvió a Nueva Orleans para vivir con su familia y trabajar como profesor en el Dominican College. Durante su estancia en Puerto Rico se gestó La conjura de los necios. Toole se sintió satisfecho con su trabajo literario y decidió publicarlo, pero no tuvo suerte. La editorial Simon & Schuster llegó a decirle que el texto no se podía editar porque «no trataba realmente de nada». Si bien hizo numerosas correcciones para conseguir entrar en imprenta, al final la novela se quedó en un cajón, y él se fue hundiendo progresivamente, comenzó a beber y a abandonarse hasta el punto de suicidarse el 26 de marzo de 1969 mediante un método infalible: metió un extremo de una manguera de jardín en el tubo de escape de su coche y el otro en la ventanilla del conductor. Su coche apareció próximo a un pueblo llamado Biloxi, en Mississippi. John Kennedy Toole tenía treinta y un años. Se sabe que dejó una nota de despedida que la madre destruyó; lo que ella explicó sobre su contenido fue muy vago y aportó poco a los últimos pensamientos del hijo. Tras la muerte de John hubo muchas especulaciones sobre las causas últimas de la misma. Es probable que se sintiera frustrado porque su novela fuera rechazada, pero eso por sí solo no parece suficiente como para justificar el suicidio. Se ha dicho también que su negación sexual podría estar detrás de la depresión. Negación en el sentido de no hacer voluntariamente ninguna aproximación a personas del sexo femenino para tener relaciones sexuales o simplemente sentimentales. La madre era lo suficientemente absorbente y autoritaria como para castrarle a ese nivel. Claro que también pudo existir una homosexualidad no manifiesta que lo torturaba. Quizá fue un poco de todo.
Sea como fuera, una vez muerto, la madre se dedicó de manera obsesiva a perseguir a las editoriales para que leyeran el manuscrito de su hijo. Su insistencia obtuvo resultado después de años de intentarlo. Walter Percy lo leyó y lo publicó, aparte de escribir el prólogo. Así, el magnífico e irrepetible Ignatius Reilly pasó a la inmortalidad.
La historia de La Biblia de Neón es aún más pintoresca, y si bien no tiene la intensidad y maestría de La conjura de los necios, contiene el germen evidente de un gran escritor. De hecho, La Biblia de Neón tendría que haberse publicado primero. Eso es otra historia. Vayamos con ella. Cuenta W. Kenneth Holditch que al morir Toole sus bienes ascendían a ocho mil dólares, no constaban, desde luego, el hipotético valor de los papeles escritos que había dejado, entre ellos el manuscrito de su novela La conjura de los necios. Tras la desgraciada desaparición de Toole, la madre se hundió en el ostracismo, su marido estaba enfermo y John era quien sacaba a la familia adelante. Thelma, como se ha dicho, estaba muy centrada en su «tesoro», su único y tardío hijo, al que tuvo con treinta y siete años. Parecía que la vida se había acabado para ella, sin embargo obtuvo las suficientes fuerzas como para pelear por la publicación de la novela. Tras él éxito y reconocimiento de la obra se recuperó y volvió a sentir la alegría de existir, lo que le llevó a salir de la casa en la que vivía prácticamente enclaustrada y a relacionarse con otras personas. En esas estaba, cuando recordó que entre las cosas que había dejado John existía otro manuscrito más antiguo en cuya primera página, escrito a máquina, figuraba el título La Biblia de Neón. La historia de esta novela comienza cuando John tenía quince años y el carnet de conducir recién sacado; un buen día le pidió a su madre que le acompañara hasta Airline Highway para ver algo insólito y a la vez divertido. La madre aceptó y se fue con él hasta llegar a un edificio de hormigón en cuya fachada había un gigantesco anuncio luminoso de neón que representaba un libro abierto con las palabras «Sagrada Biblia» e «Iglesia Baptista de Midcity». Pasaron un rato divertido con el anuncio y la cosa, aparentemente, no llegó más lejos, pero algo había ocurrido en la cabeza de John; el adolescente que era escribió una novela con el título La Biblia de Neón. Thelma quiso publicar ese manuscrito de inmediato pero la situación legal había cambiado, la mitad de los derechos pertenecía al hermano de su marido y a sus hijos. Estos habían renunciado a su parte de los beneficios de La conjura de los necios antes que se publicara porque pensaban que no iban a sacar nada, pero con la segunda novela la perspectiva era diferente. Después de mucho pelear legalmente Thelma decidió no publicar la obra. Después de su muerte hubo más litigios, y en 1987 un juez de Nueva Orleans dictó la sentencia de dividir los derechos. A partir de ahí la novela llegó a las librerías.
El protagonista de La Biblia de Neón, David es un adolescente que vive en un sitio mugriento del Sur profundo. El anuncio luminoso de una biblia de neón proporciona algo de luz a las noches del miserable pueblo en el que vive. Los ojos Toole dibujan un mundo dominado por el fanatismo religioso, la pobreza y la maldad. La carencia de recursos, el padre está desempleado, hace que la posición de la familia dentro de la comunidad caiga hasta la condición más baja. En la vida de David solo llegan las alegrías a través de la tía Mae, el personaje más vivo e intenso de la obra, una mujer de sesenta años, ex cantante, que se dedica a alborotar a las mentes reaccionarias del pueblo con su pelo teñido de rubio, sus vestidos colorinescos y sus novios, a cual más estrafalario.
La impresión que te da la novela, tras mirar por los ojos de David, es que nos deberían preguntar nuestros padres si queremos nacer antes de arrojarnos a este perro mundo, porque lo que nos espera no es en absoluto halagüeño, salvo excepciones, una especie de penar insufrible hasta el descanso eterno que alcanzamos con la muerte. John Kennedy Toole es un buen ejemplo, David también y, por supuesto, Ignatius Reilly.
Toole fue el típico niño sobreprotegido, de continuo encerrado en casa. Su madre, Thelma Ducoing Toole, era una persona temerosa de Dios y de los hombres, y eso lo reflejaba en la educación que transmitía a su hijo, lo que condicionó bastante la personalidad de este. Desde pequeño fue un crío brillante que obtenía excelentes notas en los estudios. Tras graduarse en la Universidad Tulane, hizo un grado superior en lengua inglesa en la Universidad de Columbia, lo que le permitió trabajar durante un año como profesor asistente de inglés en la Universidad del Suroeste de Luisiana. Del Sur dio el salto a New York como profesor en el Hunter College. Su plan era hacer el doctorado en Columbia pero en 1961 fue alistado en el ejército y destinado a Puerto Rico donde se pasó dos años enseñando inglés a los reclutas hispanos, en Fort Buchanan.
Al abandonar el ejército volvió a Nueva Orleans para vivir con su familia y trabajar como profesor en el Dominican College. Durante su estancia en Puerto Rico se gestó La conjura de los necios. Toole se sintió satisfecho con su trabajo literario y decidió publicarlo, pero no tuvo suerte. La editorial Simon & Schuster llegó a decirle que el texto no se podía editar porque «no trataba realmente de nada». Si bien hizo numerosas correcciones para conseguir entrar en imprenta, al final la novela se quedó en un cajón, y él se fue hundiendo progresivamente, comenzó a beber y a abandonarse hasta el punto de suicidarse el 26 de marzo de 1969 mediante un método infalible: metió un extremo de una manguera de jardín en el tubo de escape de su coche y el otro en la ventanilla del conductor. Su coche apareció próximo a un pueblo llamado Biloxi, en Mississippi. John Kennedy Toole tenía treinta y un años. Se sabe que dejó una nota de despedida que la madre destruyó; lo que ella explicó sobre su contenido fue muy vago y aportó poco a los últimos pensamientos del hijo. Tras la muerte de John hubo muchas especulaciones sobre las causas últimas de la misma. Es probable que se sintiera frustrado porque su novela fuera rechazada, pero eso por sí solo no parece suficiente como para justificar el suicidio. Se ha dicho también que su negación sexual podría estar detrás de la depresión. Negación en el sentido de no hacer voluntariamente ninguna aproximación a personas del sexo femenino para tener relaciones sexuales o simplemente sentimentales. La madre era lo suficientemente absorbente y autoritaria como para castrarle a ese nivel. Claro que también pudo existir una homosexualidad no manifiesta que lo torturaba. Quizá fue un poco de todo.
Sea como fuera, una vez muerto, la madre se dedicó de manera obsesiva a perseguir a las editoriales para que leyeran el manuscrito de su hijo. Su insistencia obtuvo resultado después de años de intentarlo. Walter Percy lo leyó y lo publicó, aparte de escribir el prólogo. Así, el magnífico e irrepetible Ignatius Reilly pasó a la inmortalidad.
La historia de La Biblia de Neón es aún más pintoresca, y si bien no tiene la intensidad y maestría de La conjura de los necios, contiene el germen evidente de un gran escritor. De hecho, La Biblia de Neón tendría que haberse publicado primero. Eso es otra historia. Vayamos con ella. Cuenta W. Kenneth Holditch que al morir Toole sus bienes ascendían a ocho mil dólares, no constaban, desde luego, el hipotético valor de los papeles escritos que había dejado, entre ellos el manuscrito de su novela La conjura de los necios. Tras la desgraciada desaparición de Toole, la madre se hundió en el ostracismo, su marido estaba enfermo y John era quien sacaba a la familia adelante. Thelma, como se ha dicho, estaba muy centrada en su «tesoro», su único y tardío hijo, al que tuvo con treinta y siete años. Parecía que la vida se había acabado para ella, sin embargo obtuvo las suficientes fuerzas como para pelear por la publicación de la novela. Tras él éxito y reconocimiento de la obra se recuperó y volvió a sentir la alegría de existir, lo que le llevó a salir de la casa en la que vivía prácticamente enclaustrada y a relacionarse con otras personas. En esas estaba, cuando recordó que entre las cosas que había dejado John existía otro manuscrito más antiguo en cuya primera página, escrito a máquina, figuraba el título La Biblia de Neón. La historia de esta novela comienza cuando John tenía quince años y el carnet de conducir recién sacado; un buen día le pidió a su madre que le acompañara hasta Airline Highway para ver algo insólito y a la vez divertido. La madre aceptó y se fue con él hasta llegar a un edificio de hormigón en cuya fachada había un gigantesco anuncio luminoso de neón que representaba un libro abierto con las palabras «Sagrada Biblia» e «Iglesia Baptista de Midcity». Pasaron un rato divertido con el anuncio y la cosa, aparentemente, no llegó más lejos, pero algo había ocurrido en la cabeza de John; el adolescente que era escribió una novela con el título La Biblia de Neón. Thelma quiso publicar ese manuscrito de inmediato pero la situación legal había cambiado, la mitad de los derechos pertenecía al hermano de su marido y a sus hijos. Estos habían renunciado a su parte de los beneficios de La conjura de los necios antes que se publicara porque pensaban que no iban a sacar nada, pero con la segunda novela la perspectiva era diferente. Después de mucho pelear legalmente Thelma decidió no publicar la obra. Después de su muerte hubo más litigios, y en 1987 un juez de Nueva Orleans dictó la sentencia de dividir los derechos. A partir de ahí la novela llegó a las librerías.
El protagonista de La Biblia de Neón, David es un adolescente que vive en un sitio mugriento del Sur profundo. El anuncio luminoso de una biblia de neón proporciona algo de luz a las noches del miserable pueblo en el que vive. Los ojos Toole dibujan un mundo dominado por el fanatismo religioso, la pobreza y la maldad. La carencia de recursos, el padre está desempleado, hace que la posición de la familia dentro de la comunidad caiga hasta la condición más baja. En la vida de David solo llegan las alegrías a través de la tía Mae, el personaje más vivo e intenso de la obra, una mujer de sesenta años, ex cantante, que se dedica a alborotar a las mentes reaccionarias del pueblo con su pelo teñido de rubio, sus vestidos colorinescos y sus novios, a cual más estrafalario.
La impresión que te da la novela, tras mirar por los ojos de David, es que nos deberían preguntar nuestros padres si queremos nacer antes de arrojarnos a este perro mundo, porque lo que nos espera no es en absoluto halagüeño, salvo excepciones, una especie de penar insufrible hasta el descanso eterno que alcanzamos con la muerte. John Kennedy Toole es un buen ejemplo, David también y, por supuesto, Ignatius Reilly.
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