5 jul 2019

Meridiano de sangre

El estadounidense Cormac McCarthy (1933) es uno de esos escritores que procuran, en la medida de lo posible, mantenerse al margen del acoso mediático y eso que siempre se ha relacionado bien con el mundo, dentro de los espacios que la vida moderna le ha permitido. Su nombre de pila tiene su historia; él originalmente se llamaba Charles pero luego decidió cambiarlo en honor de Cormac McAirt, un rey irlandés. Este monarca al que también se le conoce como Cormac ua Cuinn o Cormac Ulfada, fue, según las leyendas, un rey de Irlanda, quizá el más popular y conocido (es posible incluso que existiera) que pudo vivir entre el siglo II y el IV. Se ha escrito que reinó durante cuarenta años y su gobierno se caracterizó por “sus sabios, honestos y generosos juicios”.

La familia McCrthy estaba compuesta por padre, madre y seis criaturas, tres chicos y tres chicas. Estudió en la Knoxville Catholic High Scholl. La posición económica de la familia era buena debido al puesto de abogado que el padre desempeñaba en la compañía Tennessee Valley Authority. De la escuela pasó a estudiar humanidades en la Universidad de Tennessee durante 1951 y 1952 pero no llegó a graduarse. Prefirió alistarse en 1953 en la fuerzas aéreas norteamericanas durante cuatro años, los dos últimos haciendo un programa de radio en Alaska.

En 1965 se publicó su primera novela, El guardián del vergel. La vida literaria de McCarthy ha estado muy determinada por las becas que fue recibiendo y con las que pudo paliar su precariedad de ingresos y dedicarse a escribir. Hago referencia a su economía porque él mismo lo manifestó así en una entrevista realizada en el año 2007 por la presentadora de televisión Oprah Winfrey, durante la misma contó varias anécdotas que mostraban a las claras la “descarnada pobreza” que había sufrido para poder escribir. Volviendo al tema de las becas, en 1965, antes de que se publicara El guardián del vergel, le concedieron una de la Academia Estadounidense de las Arte y las Letras, con sus fondos atravesó el océano Atlántico con la idea de conocer Irlanda; el plan no se cumplió como lo había planificado pero el viaje le sirvió para conocer a Anne DeLisle, la que sería su segunda esposa. En 1966 consiguió una beca de la Fundación Rockefeller. Con ella viajó con Anne por Francia, Inglaterra, Suiza, Italia y España, en concreto a Ibiza, allí concluyó su segunda novela, La oscuridad exterior, que fue publicada en 1968. Un año antes el matrimonio había regresado a los EEUU. Instalados en Louisville, Tennessee, escribió Hijo de dios (1973). En los dos años siguientes McCarthy se dedicó a trabajar en el guión de la película The Gardener’s Son, que sería dirigida por Richaard Pearce en 1977.

Su cuarta novela apareció en 1979, Suttree. A la que siguió Meridiano de sangre (1985), obra que logró acabar gracias a una beca de la Fundación McArthur. Entre 1992 y 1998 escribió su Trilogía de la frontera, compuesta por Todos los hermosos caballos (1992), En la frontera (1994) y Ciudades de la llanura (1998). En 2005 llegó a las librerías No es país para viejos que fue llevada al cine en 2007 por los hermanos Coen. Por La carretera (2006) recibió el Premio Pulitzer.

Aparte de las novelas citadas también tiene publicados tres libros de historias cortas: Wake for Susan (1959), A Drowning Incident (1960) y Dark Waters (1965). Ha escrito tres guiones: The Gardener's Son (1976), The Sunset Limited (2011) y The Counselor (2013). En 1995 y 2006 vieron la luz dos obras de teatro: The Stonemason y The Sunset Limited. Gran parte de su obra ha sido adaptada al cine: El hijo del jardinero (1977), Todos los hermosos caballos (2000), Nos es país para viejos (2007), La carretera (2009), The Sunset Limited (2011), La oscuridad exterior (2008) e Hijo de Dios (2013).

Como ya he citado, la quinta novela de Cormac McCarthy fue Meridiano de sangre. El texto no es precisamente para estómagos delicados. Si tuviéramos que describirla en pocas palabras diríamos que se trata de una especie de western apocalíptico que se desarrolla entre 1849 y 1850. La línea argumental se basa en las andanzas de un grupo de mercenarios sanguinarios contratados por el gobernador de Chihuahua para exterminar de manera expeditiva a la población indígena establecida en la frontera entre los EEUU y México. La historia genocida comienza con la incorporación de el “chaval”, un joven fugitivo de Tennessee, a la banda de John Joel Glanton dedicada al asesinato de indios. Por sus páginas pasan todo tipo de tropelías en una espiral de violencia que parece no tener límite ni valor para nadie. Al principio matan a los indios apache, les arrancan la cabellera como prueba fehaciente para más tarde canjearlas todas por el emolumento pactado. Después, según va desarrollándose la narración, la banda mata a todo lo que encuentra en su camino sean apaches o no, incluyendo campesinos y soldados mexicanos. Los personajes que aparecen en la obra son de lo más variados y truculentos: el Juez Holden, un personaje extraño, tal vez pedófilo, que no tienen ningún problema en matar niños sin que le tiemble el pulso; un ex pastor de nombre Ben Tobin tan asesino como los demás; Louis Toadvine, un tipo sin orejas que lleva gravado en la frente las iniciales HT (ladrón de caballos en inglés); Capitán White, un ex militar supremacista e iluminado; John Joel Glanton, el líder de la banda; David Brown, un sujeto ultraviolento que carga con un collar hecho con las orejas de sus víctimas; John Jackson, nombre que comparten dos miembros de la banda de facinerosos, uno de raza blanca y otro de raza negra.

La prosa de la novela es exquisita, poética, rica en matices; las descripciones de los paisajes que recorre la banda son precisas, así como la profundización psicológica en los personajes. Ahora bien, la lectura exuda sangre y por momentos resulta desagradable. Parece que el autor no se implica en el delirio criminal, abre la ventana al escenario con su pluma desgarradora, y te cuenta lo que ve sin ocultar nada. El lector se adentra en los párrafos terribles y se pregunta, nos preguntamos, si tenemos algo que ver con esos individuos deleznables que desfilan, como fantasmas inconmovibles, por una pesadilla que no tiene fin. Un crítico ha llegado a proponer esta obra dentro del género de terror y no me extraña. La novela está inspirada en sucesos reales, la banda de Glanton existió para mayor desgracia de la Humanidad.

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