Ursula K. Le Guin (1956)
Por Ángel E. Lejarriaga
Fue publicada por primera vez en 1956, el mismo año que El mundo de Rocannon (ambas forman parte del ciclo Ekumen). Según Le Guin, no las escribió con la intención de darles continuidad pero, evidentemente, tienen relación.
La historia que nos cuenta es sencilla, lejos del despliegue fantástico que la autora imprimió en El mundo de Rocannon. El contexto ambiental se desarrolla en un planeta que tiene un periodo de traslación de sesenta años, lo que significa que el invierno dura quince años. En este planeta habitan los hilfos, los gaales y, desde hace seiscientos años, una colonia terrana, los lejosnatos, procedentes de la Liga de todos los Mundos, que se han quedado atrapados en el planeta Eltanin a causa de la guerra. Después del tiempo transcurrido desde su llegada, los descendientes de estos colonos conservan escasos conocimientos científicos de los que fueron herederos, e incluso la historia de sus antepasados empieza a difuminarse en su memoria.
Hilfos y lejosnatos son muy parecidos genéticamente, sin embargo no engendran progenie entre ellos.
Las relaciones entre estos tres grupos humanos van desde regular a mala, si bien entre hilfos y lejosnatos hay una cierta tolerancia. Las tres poblaciones expresan hacia las otras miedo, alejamiento e incluso odio.
En el caso de los lejosnatos, los hilfos los consideran como brujos porque se comunican con la mente. Los lejosnatos intentan cumplir las máximas de la Liga de todos los Mundos, en lo que se refiere a la relación con otras especies.
La existencia de estos tres grupos se encuentra determinada por la rotación del planeta: sus estaciones duran quince años. La estación invernal condiciona la supervivencia.
Al principio de la novela se produce un romance entre una mujer hilfa, Rolery, y un lejosnato, Agat. Este acontecimiento va a provocar un acercamiento entre ambos grupos.
Los terranos (lejosnatos), en principio, están mucho más avanzados que las otras especies humanoides, tanto a nivel tecnológico como cultural y social. Por ejemplo, la organización social de estos es colectivista y carente de cualquier tipo de discriminación de identidad sexual o de género. No se puede decir lo mismo de hilfos y gaales, sociedades en las que domina el patriarcado y la poligamia; las mujeres son simples propiedades de los hombres.
En el relato la autora explora el tema de la convergencia de especies, el mestizaje, la igualdad de género y el racismo. Le Guin enfrenta a los protagonistas con el manejo de las diferencias entre grupos y la convivencia ante una situación de crisis, enfrentamiento que puede trascender a la misma crisis si ambas partes son capaces de apoyar dicha convivencia en los aspectos que comparten. La autora también expone cómo el colonialismo destruye tanto las culturas invadidas como la invasora.
La historia que nos cuenta es sencilla, lejos del despliegue fantástico que la autora imprimió en El mundo de Rocannon. El contexto ambiental se desarrolla en un planeta que tiene un periodo de traslación de sesenta años, lo que significa que el invierno dura quince años. En este planeta habitan los hilfos, los gaales y, desde hace seiscientos años, una colonia terrana, los lejosnatos, procedentes de la Liga de todos los Mundos, que se han quedado atrapados en el planeta Eltanin a causa de la guerra. Después del tiempo transcurrido desde su llegada, los descendientes de estos colonos conservan escasos conocimientos científicos de los que fueron herederos, e incluso la historia de sus antepasados empieza a difuminarse en su memoria.
Hilfos y lejosnatos son muy parecidos genéticamente, sin embargo no engendran progenie entre ellos.
Las relaciones entre estos tres grupos humanos van desde regular a mala, si bien entre hilfos y lejosnatos hay una cierta tolerancia. Las tres poblaciones expresan hacia las otras miedo, alejamiento e incluso odio.
En el caso de los lejosnatos, los hilfos los consideran como brujos porque se comunican con la mente. Los lejosnatos intentan cumplir las máximas de la Liga de todos los Mundos, en lo que se refiere a la relación con otras especies.
La existencia de estos tres grupos se encuentra determinada por la rotación del planeta: sus estaciones duran quince años. La estación invernal condiciona la supervivencia.
Al principio de la novela se produce un romance entre una mujer hilfa, Rolery, y un lejosnato, Agat. Este acontecimiento va a provocar un acercamiento entre ambos grupos.
Los terranos (lejosnatos), en principio, están mucho más avanzados que las otras especies humanoides, tanto a nivel tecnológico como cultural y social. Por ejemplo, la organización social de estos es colectivista y carente de cualquier tipo de discriminación de identidad sexual o de género. No se puede decir lo mismo de hilfos y gaales, sociedades en las que domina el patriarcado y la poligamia; las mujeres son simples propiedades de los hombres.
En el relato la autora explora el tema de la convergencia de especies, el mestizaje, la igualdad de género y el racismo. Le Guin enfrenta a los protagonistas con el manejo de las diferencias entre grupos y la convivencia ante una situación de crisis, enfrentamiento que puede trascender a la misma crisis si ambas partes son capaces de apoyar dicha convivencia en los aspectos que comparten. La autora también expone cómo el colonialismo destruye tanto las culturas invadidas como la invasora.