21 ene 2025

La venganza es dulce


PARADERO DESCONOCIDO (1938)
Kressmann Taylor




Por Ángel E. Lejarriaga



Katherine Kressmann Taylor también conocida como Kressmann Taylor nació en Portland, Oregón en 1903 y murió en Minnesota en 1996. Prácticamente se la conoce por una pequeña novela que escribió, de género epistolar, Paradero desconocido, que se publicó en 1938 en la revista Story.

La historia de su familia es legendaria, sobre todo por parte de madre. Su padre, August Kressmann, banquero, aunque nacido en Chicago en 1870 procedía de una familia alsaciana. En lo que se refiere a su madre Susan Starr Kressmann, pertenecía a la décima generación de una vieja familia establecida en Massachusetts en 1634; entre sus miembros se contaban luchadores de la revolución norteamericana y uno de los fundadores de la Universidad de Harvard.

Las dotes intelectuales de Kathrine fueron sobresalientes desde temprana edad, a los once años recibió un premio literario y otro a los diecisiete. Tras acabar la secundaria, ingresó en la Universidad de Oregón, estudiando periodismo y literatura inglesa. Entre 1924 y 1928 trabajó en publicidad, labor que simultaneó con la escritura. Se casó con Elliot Taylor que era propietario de una agencia de publicidad; todo parecía irles bien cuando se desencadenó la conocida como Crisis del 29 o Gran depresión, su negocio fue a la ruina y se trasladaron a Oregón, donde compraron una propiedad agrícola de la que vivieron durante diez años. En 1939 se instalaron en Nueva York. Un año antes la revista Story publicó a Kathrine Paradero desconocido. Pero hay que hacer una salvedad, el editor de la revista, Whit Burnett y el marido de Kathrine, Elliot, no se sabe bien por qué, consideraron que la novela no era adecuada, por la dureza del relato, para estar firmada por una mujer; asombroso pero cierto. Así que, la cambiaron el nombre por Kressmann Taylor; el resto de sus publicaciones fueron firmadas de este modo.

La autora siguió escribiendo pero con menor reconocimiento. En 1942 se publicó otra novela Until Taht Day, en la que cuenta la historia de un estudiante de teología que se convierte en pastor luterano, y su experiencia en la Alemania de Hitler. A partir de 1947 enseñó humanidades y escritura creativa en Pensilvania. Allí estuvo durante diecinueve años. Durante toda su vida siguió escribiendo con asiduidad aunque ninguna de sus obras alcanzó la difusión de la primera. Casi todas sus escritos fueron cortos y los publicó Women’s Day. En 1953, viuda e instalada en Florencia, escribió Diary of Florence in Flood, texto en el que describía una tremenda riada ocurrida ese mismo año en Florencia. En 1995, próxima a su muerte, Story Press reeditó Paradero desconocido. De nuevo volvió a obtener un éxito impresionante, incluso se editó en Alemania en 2001. Murió a los 93 años.

Paradero desconocido, en su primera edición, la de 1938, tuvo un recorrido intenso e interesante a pesar de su pequeño tamaño en páginas. En prácticamente dos semanas la edición se agotó. El testigo lo recogió la revista Reader’s Digest que la reimprimió, distribuyéndola entre sus suscriptores en los EEUU que podían superar los tres millones. Todo esto ocurrió en un año. En 1939 la editorial Simon & Schuster la editó de nuevo pero esta vez en tapa dura, vendió cincuenta mil ejemplares. Es obvio que se había convertido en un fenómeno editorial. Luego llegaron las traducciones, incluyendo al alemán, si bien en Alemania la novela no tuvo mucha fortuna y fue prohibida.

Sin desentrañar el relato diré que el texto es una lección del peligro que tiene la mente humana, sobre todo si posee principios éticos livianos, y cómo se puede transformar en un corto espacio de tiempo bajo ciertas manipulaciones, hasta el punto en que una persona nos resulte desconocida, a pesar de los vínculos que nos aten a ella. Tras leer el texto podemos concluir, con desazón, que poco es seguro en el pensamiento humano, y que sólo las estructuras sociales basadas en una moral solidaria exigente pueden impedir que el monstruo que llevamos dentro se manifieste. No obstante, no todo van a ser tristezas en el texto, el relato sorprende, tanto negativa como positivamente. Podemos concluir, después de todo, que hay esperanza aunque ésta sea algo corrosiva.

La narración se desarrolla a través de un intercambio epistolar entre dos viejos amigos, el alemán Martin Schulse y su socio judío Max Eisenstein. Ambos poseen un negocio de compra y venta de arte en San Francisco que les funciona muy bien. En 1932 Martin decide instalarse con su familia en Alemania y emprende el viaje en un momento en el que este país está sufriendo una gran transformación que alcanzará su cenit con la II Guerra mundial. A partir de ese momento comienza un intercambio de cartas que sumadas conforman la novela, al mejor estilo de Bran Stoker y su célebre Dracula. En dicho contacto postal, Martin le va contando a Max los cambios que se están produciendo en Alemania sin dar importancia a la persecución que están sufriendo los judíos.
«Este problema es sólo un incidente […] algo más grande está sucediendo.»
Después de unas cuantas cartas, Martin le pide a Max que deje de escribirle ya que si son interceptadas puede tener problemas como funcionario del régimen nazi a cuyo partido se ha afiliado. Lo curioso es que al principio de la correspondencia todo son parabienes, incluso Max le felicita por su elección: «llegas a una Alemania democrática, a una tierra profundamente culta, donde la preciosa libertada política está en sus comienzos». Pero según Max va recibiendo información sobre lo que está sucediendo en Alemania, empieza a interrogar a Martin sobre lo que vive a diario, y éste responde primero con evasivas, más adelante con certezas: «creo que en muchos sentidos Hitler puede ser conveniente para Alemania. Pero no estoy seguro». En seguida comienza a justificar los crímenes de los nazis hasta llegar a la apoteosis: «la raza judía es un dedo en la llaga para cualquier nación que le dé cobijo», calificando a Hitler como «Amado líder». La novela sigue en esta línea hasta el final.

Es digno de reseñar como la autora sintetiza en ochenta páginas una posible imagen de la transformación que sufrió la población alemana en un corto espacio de tiempo, cómo interiorizó la figura de Hitler como un visionario que iba a salvar el país. Desde luego la experiencia fue todo un ejercicio de manipulación que funcionó a la perfección.

Para la edición de Paradero desconocido de 1995 su hijo Charles Douglas Taylor escribió una nota en la que contaba algunos detalles curiosos sobre la obra. Por ejemplo, decía que el número de Story que la había publicado se había agotado en diez días y que el entusiasmo llegó tan lejos entre sus lectores que se hicieron copias mimeografiadas para amigos y conocidos. Tras el inicio de la II Guerra Mundial la traducción holandesa desapareció y «el título no volvió a publicarse en Europa, salvo en la lista de libros prohibidos por el Reichskmmisar. […] El relato no se conoció en el continente hasta sesenta años después».

Katherine Kressmann Taylor cuenta así cómo concibió la idea de la novela:
«Poco antes de la guerra, unos amigos alemanes ―cultos, intelectuales, de buen corazón― regresaron a Alemania después de haber vivido en Estados Unidos. En muy poco tiempo se convirtieron en nazis acérrimos. Se negaban a escuchar la menor crítica contra Adolf Hitler. Durante una visita a California se encontraron en la calle con un íntimo y viejo amigo judío. No le dirigieron la palabra. Le dieron la espalda cuando intentó abrazarlos. Me pregunté cómo podrían ocurrir semejante cosas. ¿Qué les había hecho cambiar de esa manera? ¿Qué les había llevado a ese grado de crueldad?

»Esas preguntas me acosaban, no podía olvidarlas. Empecé a analizar documentos sobre Hitler, a leer sus discursos y los escritos de sus consejeros. Lo que descubrí fue aterrador. Me preocupaba sobre todo que en Estados Unidos nadie parecía tener conciencia de lo que pasaba en Alemania. En 1938 la postura aislacionista en Estados Unidos era muy fuerte. Los políticos sostenían que los problemas de Europa no eran asunto nuestro y que en Alemania las cosas iban muy bien. Pero algunos estudiantes que volvían de Alemania contaban la verdad sobre las atrocidades nazis. A los compañeros de la fraternidad se les ocurrió la gracia de escribir a los amigos alemanes burlándose de Hitler y la respuesta fue “Basta. Estamos en peligro. El nazismo no se anda con tonterías. Cartas semejantes podrían desencadenar la muerte de cualquier nazi”.»

 





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