Máximo Gorki
Por Ángel E. Lejarriaga
Máximo Gorki (1868-1936), ruso. Quedó huérfano a los once años y fue criado por sus abuelos maternos. Un año después abandonó el colegio para incorporarse al mundo del trabajo; aquellos tiempos eran difíciles en Rusia. Desempeñó, a pesar de su extrema juventud, diversos oficios: panadero, dependiente de una tienda o marino. A los 19 años su estado mental no era el mejor e intentó suicidarse sin éxito. A partir de ese momento inició un viaje que podríamos denominar de iniciático, de búsqueda interior, que duraría cinco años a través del extenso Imperio ruso, trabajando sin remilgos en lo que le iba saliendo. Este viaje experiencial fue fundamental en su obra posterior. Su afición a la escritura le condujo a trabajar en periódicos de provincias; publicaba sus escritos bajo seudónimo, primero como Jehudiel Jlamida y a partir de 1892, como Gorki (amargo). En el periódico El Cáucaso, de Tiflis, aparece su relato Make Chudrá firmado bajo este seudónimo. Eligió ese nombre debido a la ira que le producía la vida que se desarrollaba en Rusia y «una determinación para decir la verdad amarga». En 1898 se publicó su primer libro: Ensayos y relatos; que tuvo un gran éxito. A partir de ese momento el epicentro de la vida de Gorki fue la escritura aunque él siempre justificó dicho esfuerzo como un acto «moral y político» con el que pretendía contribuir a cambiar el mundo. Sus textos eran inmersiones en la pobreza, en la vida marginal, en las privaciones, en la brutalidad de la vida de los miserables.
Su posición política pública era contraria al régimen zarista por lo que fue arrastrado en varias ocasiones. Conoció a Vladimir Lenin en 1902 y se hicieron buenos amigos. Ese mismo año fue elegido académico de la Academia Imperial de Ciencia; sin embargo, el zar Nicolás II anuló el nombramiento. Dos de sus miembros, en solidaridad, abandonaron la Academia: Anton Chéjov y Vladímir Korolenko. Si bien en un primero instante sus escritos estaban caracterizados por el pesimismo, a mediados de la primera década del siglo XX evolucionaron hacia un cierto optimismo, quizá influidos por su participación en la oposición política al régimen zarista. En esos tiempos sus primeras producciones dramáticas comenzaron a tener el reconocimiento del público y se representaron en el Teatro de Arte de Moscú. En 1904 formó su propia compañía de teatro apoyado por Morózov y Konstantín Stanislavski. El proyecto fue abandonado por Gorki debido a las continuas prohibiciones de las instituciones.
En ese contexto apoyó económicamente al Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia. Luego se produjo la matanza de obreros conocida como el «domingo sangriento» y Gorki se radicalizó políticamente, asociándose con Lenin y el ala bolchevique del partido de Aleksandr Bogdánov; si bien es conocida la inestable relación que siempre mantuvo con los bolcheviques. Este compromiso le llevó a la cárcel. Fue puesto en libertad gracias a una campaña internacional encabezada por figuras intelectuales, del mundo de la ciencia y las artes como Anatole France, Marie Curie o Auguste Rodin. Una vez libre viajó a EEUU para recaudar fondos para los bolcheviques. Durante dicha estancia escribió su novela más popular La madre.
Entre los años 1906 y 1913 Gorki vivió en Capri, la situación política en Rusia era peligrosa para él, aparte del hecho de que su salud no era buena. En esa época, conjuntamente con Lunacharski, Bogdánov y Bazárov, se planteó el proyecto de construir una Enciclopedia de la historia rusa, inspirada en la Encyclopédie de Diderot, pero en versión socialista.
En 1913 pudo volver a Rusia gracias a una amnistía concedida por el zar que celebraba el 300 aniversario de la dinastía Románov. Gorki siguió en su línea anterior de compromiso y escribió la primera parte de su autobiografía. Durante la Primera Guerra Mundial apoyó la causa bolchevique pero la situación cambió con la guerra civil rusa, su periódico Nóvaya Zhin fue censurado por los mismos que había apoyado, los bolcheviques. Consecuencia directa de esto, escribió Pensamientos intempestivos, que no sería reimpreso hasta la caída de la URSS. Esta recopilación de ensayos calificaban a Lenin de tirano.
«Lenin y sus asociados consideran posible cometer todo tipo de crímenes [...] la abolición de la libertad de expresión y las detenciones sin sentido […] [sobre Lenin] un maldito de sangre fría que no ahorra ni el honor ni la vida del proletariado».En 1921 Gorki sufrió un revés emocional, su amigo escritor Nikolái Gumiliov, exmarido de Anna Ajmátova, fue arrestado en Petrogrado y a pesar de que Lenin ordenó su liberación personalmente, ésta orden llegó tarde y Gumiliov fue ejecutado. Aunque ya estaba enfermo de tuberculosis, estos sucesos le hicieron profundizar en su mal, y decidió regresar a Italia para recuperarse.
En 1932 Stalin en persona le invitó a volver a la URSS, él aceptó la oferta. Nada más regresar fue condecorado con la Orden de Lenin. Hasta su muerte fue reconocido con numerosos actos honoríficos.
En esa época se produjo una anécdota de la que fue protagonista digna de contar. En una visita que le hicieron Stalin, Voroshílov y Mólotov, Gorki leyó un cuento de hadas que había escrito, La joven y la muerte. Al final de la velada, se dice, Stalin escribió en la última página de la obra: «Esta pieza es más fuerte que el Fausto de Goethe. El amor derrota a la muerte».
Pero esa paz y reconocimiento no duró mucho. La represión estalinista estaba en todo su esplendor, y en 1934 Gorki fue puesto bajo arresto domiciliario. Duró poco más, en 1936 murió. Paradójicamente, Stalin y Mólotov formaron parte del séquito que transportó su féretro. Más tarde, en 1938, durante el juicio de Bujarin, uno de los cargos contra él fue que Gorki había sido asesinado por agentes del NKVD de Yagoda (jefe de la policía secreta soviética). Este dato queda para los investigadores que quieran husmear en él.
Gorki pasó a la historia con un halo de misterio, de atrevimiento, como un superviviente de Lenin y Stalin. También se le ha reconocido como fundador del «realismo socialista». Al día de hoy se ensalza su obra literaria y el compromiso que desde joven tuvo con su país, si bien también se le ha reconocido como un homófobo furibundo.
Días de infancia (1913) es el primer volumen de la trilogía autobiográfica de Máximo Gorki, que, por cierto, no se llamaba así sino Alekséi Masímovich Péshkov. Esta obra marca el inicio de un recorrido personal por su vida, empezando en su niñez, caracterizada por la pobreza y un entorno violento, hasta su madurez ya convertido en un intelectual revolucionario. En Días de infancia retrata sus primeros pasos por la existencia con una mirada nada condescendiente, cruda pero al mismo tiempo lírica; a través de sus descripciones contactamos con la Rusia zarista de finales del siglo XIX. Gorki retrata a la perfección un entorno humano caracterizado por la supervivencia, la ignorancia, el patriarcado más descabellado y despiadado, pero con destellos, nunca mejor dicho, de ternura, solidaridad y cierta belleza.
La obra comienza tras la muerte de su padre, cuando su madre se traslada a vivir a casa de sus padres en Nizhni Nóvgorod. Lo que se encuentra allí Gorki dista mucho de un hogar acogedor e ideal. Su abuelo domina la vida de los que están cerca, es cruel y agresivo. En contraposición está su abuela, compasiva, paciente, estoica, un ejemplo de persona piadosa.
La narración es en primera persona, y se limita a diseccionar con frialdad los recuerdos pero siempre con una gran distancia emocional. Evidentemente, quien está escribiendo es un adulto por lo que los ojos del niño conviven con la voz de quien escribe.
Uno de los temas a destacar en el libro es, indudablemente, la violencia. Gorki fue maltratado física y psicológicamente por su abuelo y por la mayoría de los adultos que le rodeaban, fueran estos familiares o no. Se salvan su madre y su abuela. Aquella sociedad rural era tremendamente jerárquica, y en ella los niños representaban el último escalón, el más vulnerable, sin derechos y sin fuerzas para resistirse al continuo castigo a que eran sometidos. Gorki presenta esa violencia como una clave fundamental para entender la sociedad de su tiempo; lo que nos viene a decir es que su infancia no fue excepcional, sino meramente representativa de lo que sufrían los niños y niñas rusos que estaban sometidos a condiciones semejantes. Con su descarnada descripción denuncia el sistema social zarista. La miseria en la que viven no es sólo material sino también moral.
En medio de todo ese desastre, como ya se ha mencionado, la figura de su abuela, Akulina Ivánovna tiene el mismo significado que un faro en la oscuridad. Ella representa la esperanza de la humanidad, la compasión, la capacidad de resistencia. Gorki ve en ella la posibilidad de regeneración de los seres humanos a partir del amor. Es indudable que la relación entre abuela y nieto es el centro emocional de la narración. Lo que nos dice es que se puede educar sin autoritarismo, a partir del ejemplo y la empatía. Gracias a su abuela Gorki desarrolla su sensibilidad hacia el sufrimiento humano, descubre el placer de la lectura y el pensamiento crítico. La lectura para él es una forma de evasión pero al mismo tiempo le permite ser más libre, a pensar el mundo de otra manera.
Aparte de todo lo dicho, Días de infancia trasciende su contexto histórico. Gorki plantea temas universales del ser humano, a los que se tiene que enfrentar de continuo: la soledad, el miedo, la observación, la incomprensión de lo que le rodea, la reflexión sobre el orden de las cosas, la necesidad de una organización social diferente. La vida misma.
Además, como primera parte de su trilogía autobiográfica, Días de infancia establece las coordenadas de un relato mayor: el de un hombre que partiendo de la miseria más absoluta llegará a ser una de las voces más influyentes de la literatura rusa y del pensamiento político del siglo XX. Leer este libro es, por tanto, asomarse no solo a la niñez del escritor, sino al germen de una conciencia histórica y literaria excepcional.
La narración es en primera persona, y se limita a diseccionar con frialdad los recuerdos pero siempre con una gran distancia emocional. Evidentemente, quien está escribiendo es un adulto por lo que los ojos del niño conviven con la voz de quien escribe.
Uno de los temas a destacar en el libro es, indudablemente, la violencia. Gorki fue maltratado física y psicológicamente por su abuelo y por la mayoría de los adultos que le rodeaban, fueran estos familiares o no. Se salvan su madre y su abuela. Aquella sociedad rural era tremendamente jerárquica, y en ella los niños representaban el último escalón, el más vulnerable, sin derechos y sin fuerzas para resistirse al continuo castigo a que eran sometidos. Gorki presenta esa violencia como una clave fundamental para entender la sociedad de su tiempo; lo que nos viene a decir es que su infancia no fue excepcional, sino meramente representativa de lo que sufrían los niños y niñas rusos que estaban sometidos a condiciones semejantes. Con su descarnada descripción denuncia el sistema social zarista. La miseria en la que viven no es sólo material sino también moral.
En medio de todo ese desastre, como ya se ha mencionado, la figura de su abuela, Akulina Ivánovna tiene el mismo significado que un faro en la oscuridad. Ella representa la esperanza de la humanidad, la compasión, la capacidad de resistencia. Gorki ve en ella la posibilidad de regeneración de los seres humanos a partir del amor. Es indudable que la relación entre abuela y nieto es el centro emocional de la narración. Lo que nos dice es que se puede educar sin autoritarismo, a partir del ejemplo y la empatía. Gracias a su abuela Gorki desarrolla su sensibilidad hacia el sufrimiento humano, descubre el placer de la lectura y el pensamiento crítico. La lectura para él es una forma de evasión pero al mismo tiempo le permite ser más libre, a pensar el mundo de otra manera.
Aparte de todo lo dicho, Días de infancia trasciende su contexto histórico. Gorki plantea temas universales del ser humano, a los que se tiene que enfrentar de continuo: la soledad, el miedo, la observación, la incomprensión de lo que le rodea, la reflexión sobre el orden de las cosas, la necesidad de una organización social diferente. La vida misma.
Además, como primera parte de su trilogía autobiográfica, Días de infancia establece las coordenadas de un relato mayor: el de un hombre que partiendo de la miseria más absoluta llegará a ser una de las voces más influyentes de la literatura rusa y del pensamiento político del siglo XX. Leer este libro es, por tanto, asomarse no solo a la niñez del escritor, sino al germen de una conciencia histórica y literaria excepcional.
Obras
· Makar Chudrá (1892)
· Chelkash (1895)
· La vieja Izerguíl (1894-1895)
· Malva (1897)
· Los ex-hombres (1897)
· Várenka Olésova (1898)
· El canto del halcón (1899)
· Tomás Gordéiev (1899)
· Los tres (1900)
· Pequeños burgueses (1901)
· El canto del petrel (1901)
· Los bajos fondos (1902)
· El hombre (1903)
· Los veraneantes (1904)
· Los hijos del Sol (1905)
· Los bárbaros (1905)
· Los enemigos (1906)
· La madre (Мать),(1906-1907)
· Los últimos (1907-1908)
· La vida de un hombre innecesario (1908)
· La confesión (1908)
· La ciudad Okúrov (1909)
· La vida de Matvéi Kozhemiakin (1909)
· Vassa Zheleznova (1910)
· Por Rusia (1912-1917), un ciclo de cuentos
· Cuentos de Italia (1913)
· Infancia (1913-1914)
· Entre los hombres (1915-1916)
· Mis universidades (1923)
· Los Artamónov (1925)
· Cuarenta años. La vida de Klim Samguín (1925-1936), tetralogía
· Yegor Bulychov y los otros (1932)
· El Espectro (1938)
· El Espectador (1930)
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