EL DÉCIMO HOMBRE (1985)
Graham Greene
Ángel E. Lejarriaga
Graham Greene (1904-1991). El décimo hombre es una de las novelas más originales dentro del conjunto de la obra de este autor británico. Aunque la escribió en los años cuarenta, durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, no fue publicada hasta 1985, cuando fue descubierta en los archivos de la Metro Goldwyn Mayer. Greene explora en ella la tensión existente entre la culpa, la redención y los actos extremos que surgen cuando los seres humanos se ven empujados más allá de los límites de sus convicciones. La historia se centra en Louis, un rico abogado que al inicio del relato se encuentra prisionero de los alemanes, como rehén, en una cárcel francesa. El punto de partida de la acción es sencillo pero cruel, los carceleros anuncian a los presos que para dar un escarmiento ejemplar a la "resistencia", uno de cada diez prisioneros será ejecutado. El “décimo hombre” no es un sujeto concreto, sino una simple cifra estadística cuyo objetivo es provocar terror.
Cuando llega el turno a la celda en la que se encuentra Louis Chavel, el azar —eligen unas papeletas previamente marcadas con un signo indicativo de muerte— se convierte en una sentencia que él se niega a aceptar. Dominado por el pánico y la desesperación, ofrece todo lo que posee a quien esté dispuesto a ocupar su puesto en la lista de condenados. Hay un preso que acepta el ofrecimiento, Janvier. Compañeros de prisión presentes redactan un documento que firman y que supuestamente tendrá valor legar una vez sean liberados. Dicho sacrificio marca el desarrollo de la novela. Chavel sobrevive a la ejecución pero castigado con el peso de la culpa.
Con la retirada de los nazis de Francia, el protagonista regresa a su antigua casa, en esos momentos ocupada por la madre y la hermana de Janvier, que han aceptado el patrimonio cedido a cambio de la muerte del hijo y hermano. Chavel oculta su auténtica identidad, y consigue trabajo como sirviente de las dos mujeres. Este núcleo dramático le permite a Greene desplegar su creatividad para una situación moralmente difícil, en la que la verdad es una moneda muy pesada y el silencio se transforma en una forma de supervivencia emocional. La convivencia entre Chavel y Thérèse, la hermana de Janvier, constituye un punto de tensión que se mantiene durante toda la obra. Ella vive atormentada por la ambivalencia de haber recibido una herencia cuyo precio fue la muerte de su hermano. No sospecha que su empleado es el responsable directo de ese sacrificio. Desde el principio ella aguarda que Chavel aparezca.
Greene dibuja a Chavel como a un cobarde pero lo hace desde una posición comprensiva. Entiende su miedo, su falta de valor para enfrentarse a la muerte, el pánico a ser descubierto por una mujer a la que acaba amando. El personaje crece a lo largo de las páginas de la novela pero lo hace de una manera irregular, no se transforma de una manera significativa, sino que su humor sube y baja, su seguridad va y viene, unas veces sabe lo que quiere y otras le gustaría simplemente escapar de la situación. Pero por encima de todo desea redimirse, aunque no sepa cómo. El autor en ningún momento pretende convertir a Chavel en un héroe rehabilitado. Lo muestra más bien decadente, patético, tembloroso, torpe, incapaz de perdonarse a sí mismo. Se ha dicho que precisamente por todo esto el personaje resulta creíble. Además, el paso del tiempo psicológico del protagonista está marcado por el clima social que vive la Francia de posguerra, caracterizado por la desconfianza y la persecución de los colaboradores con el nazismo. Así la tensión de ser descubierto es doble, tanto por Thérèse como por las antiguas personas que le conocen y que puedan contar su historia.
En su fuero interno, Chavel desea normalizar su vida a través de la relación con la joven pero el azar una vez más tiene algo que decir al respecto. Un buen día aparece un hombre en la puerta de la casa que asegura ser Chavel. Este giro narrativo cambia las expectativas de los personajes. Thérèse llega a un punto en que no sabe qué pensar con respecto a los dos hombres, qué es mentira y qué es verdad en lo que cuentan. El auténtico Chavel desmiente al otro pero eso no tranquiliza a la mujer; aparte del hecho de que el intruso resulta amenazante no sólo por la suplantación de identidad sino por su matonismo. Esta situación obliga a Chavel a decidir si afronta la realidad del momento descubriendo quién es en realidad.
Greene transmite muy bien las intensas emociones que viven los personajes, cada uno con sus connotaciones personales, el mundo interior de cada uno fluye en el escenario que comparten como si se tratara de una obra de teatro que se presume trágica. La tensión de la narración es constante, impregnada de una tristeza que se palpa, es un lastre que la guerra les ha dejado y no parece posible erradicar. Aquí Greene los conduce hasta una posición extrema y se pregunta si existe una conducta moral, si es posible perdonar y ser perdonado, y si los principios éticos sirven de algo a la hora de afrontar la supervivencia.
OTROS ARTÍCULOS SOBRE EL AUTOR EN ESTE BLOG:
El americano impasible
No hay comentarios:
Publicar un comentario