Por Ángel E. Lejarriaga
William Faulkner (1897-1962). Esta novela se publicó en 1940. Forma parte de una trilogía sobre la familia Snopes que aparece en otras dos novelas anteriores: Santuario (1931) y ¡Absalon, Absalon! (1936). A modo de curiosidad diré que en las novelas de Faulkner hay más de treinta personajes con el apellido Snopes. Entre ellos se encuentra de todo, desde senadores, hasta militares, campesinos o comerciantes.
La trilogía se compone de otras dos obras: La ciudad (1957) y La mansión (1959). El villorrio está construida sobre narraciones cortas publicadas con anterioridad por Faulkner. Digamos que recopiló estos cuentos y les dio forma para que constituyeran un cuerpo único en la novela: Caballos manchados (1931), El sabueso (1931), Tarde de una vaca (1932) y Lagartos en el patio de Jamshtd (1932).
Lo cierto es que aunque el conjunto de la trilogía resultara como he descrito, Faulkner no tenía un plan específico sobre la misma. El villorio, según confesó el propio autor, solo iba a ser una recopilación de cuentos reescritos con el mismo nexo narrativo.
La novela se centra en las andanzas de Flem Snopes. La obra comienza con la familia Snopes instalándose en Frenchman’s Band. En este pueblo hay un individuo, un tal Will Varner que es considerado como uno de los más importantes. Es conocedor de los antecedentes de Ab Snopes como incendiario de graneros y toma sus precauciones para prevenir cualquier incidente, no se le ocurre otra cosa que contratar a Flem, hijo de Ab, para trabajar en su tienda.
La trilogía se compone de otras dos obras: La ciudad (1957) y La mansión (1959). El villorrio está construida sobre narraciones cortas publicadas con anterioridad por Faulkner. Digamos que recopiló estos cuentos y les dio forma para que constituyeran un cuerpo único en la novela: Caballos manchados (1931), El sabueso (1931), Tarde de una vaca (1932) y Lagartos en el patio de Jamshtd (1932).
Lo cierto es que aunque el conjunto de la trilogía resultara como he descrito, Faulkner no tenía un plan específico sobre la misma. El villorio, según confesó el propio autor, solo iba a ser una recopilación de cuentos reescritos con el mismo nexo narrativo.
La novela se centra en las andanzas de Flem Snopes. La obra comienza con la familia Snopes instalándose en Frenchman’s Band. En este pueblo hay un individuo, un tal Will Varner que es considerado como uno de los más importantes. Es conocedor de los antecedentes de Ab Snopes como incendiario de graneros y toma sus precauciones para prevenir cualquier incidente, no se le ocurre otra cosa que contratar a Flem, hijo de Ab, para trabajar en su tienda.
“El nuevo dependiente era un hombre rechoncho y blando, de edad imprecisa entre los veinte y los treinta, con un rostro ancho e inmóvil que contenía una apretada costura a manera de boca, ligeramente manchada de tabaco en las comisuras, unos ojos del color del agua estancada y, sobresaliendo entre los otros rasgos como sorprendente y repentina paradoja, una diminuta nariz de animal de presa, algo así como el pico de un pequeño halcón. Daba la impresión de que el diseñador o artesano original no había tenido tiempo de colocar la primitiva nariz y que la obra inacabada había sido concluida por alguien de una escuela radicalmente distinta o quizá por algún humorista rematadamente loco, o por alguien que sólo había tenido tiempo de arrojar sobre el centro de la cara un frenético y desesperado signo de alarma.”Como se verá a lo largo de la narración, Varner se ha equivocado con tal aproximación, Flem es demasiado ambicioso y su familia un desbarajuste absoluto. La vida en el pueblo, en el condado de Wohkapatawpha, se va a ir complicando en torno a los Snopes con enajenaciones repentinas — entre ellas el enamoramiento de una vaca—, matrimonios interesados e incluso un asesinato.
La lección moral de la novela es el proceso de ascenso social de Flem Snops, que supone un cambio de paradigma en una sociedad emergente, en contraposición a la antigua de los terratenientes tradicionales; un paradigma definido por la codicia, la rapacidad, la falta de empatía y la crueldad; los valores solidarios y humanistas han desaparecido del mundo rural.
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