17 feb 2021

El enigma

Josefina Rodríguez Álvarez (1926-2011), más conocida como Josefina Aldecoa, nombre literario que adoptó tras la muerte de su marido Ignacio Aldecoa, es la autora de El enigma, novela publicada en el año 2002.

La novela es una auténtica reflexión sobre los hombres, las mujeres y sus relaciones; de lo que llegamos a ser capaces de hacer dentro de ellas tanto si somos valientes como si somos cobardes; habla del amor y también del antiamor, esta última palabra no existe, pero sí existe, nadie puede negarlo, una conducta antiamorosa. El “enigma” que plantea la autora en la narración tiene que ver con parejas. ¿Entre iguales? ¿Entre desiguales? ¿Qué buscamos en el otro?, podemos preguntarnos. Es más que sexo, sobre todo en el siglo XX y en lo que llevamos de siglo XXI; quiero pensar que es así. ¿Realmente el varón desea a su lado una persona que le iguale profesionalmente, intelectualmente o ambas cosas a la vez? ¿Busca sumisión? ¿Desea a su vez someterse? ¿Respetan los dos miembros de la pareja, por encima de todo, las convenciones, aunque se corrompan en el intento? ¿Cuáles son los factores que influyen a la hora de construir un equilibrio en una relación de pareja? ¿Es posible tal cosa? 

Muchas preguntas surgen en nuestra cabeza al adentrarnos en la novela, preguntas que hay que digerir aunque, tal vez, sin hallar respuestas. Josefina Aldecoa responde dentro de la trama a algunos de estos interrogantes, lo hace analizando las vidas de tres personajes: una mujer libre, inteligente, creativa, hecha a sí misma; y los dos miembros de un matrimonio al uso, ambos con muchas pretensiones, él intelectuales ella más mundanas. El encuentro entre estas tres personas supone un auténtico choque de trenes que cada una resuelve no como puede sino como quiere, no obviemos este detalle.
«Sólo los seres inseguros, vanidosos, inmaduros desean tener al lado admiradores incondicionales, por vulgares que sean. Esa puede ser la clave del enigma.»
Josefina Aldecoa es atrevida y traza a grandes rasgos posibles uniones. El esfuerzo de síntesis es complejo. ¿Cuántos profesionales de las ciencias sociales y sanitarias tendrían que intervenir en la discusión para confirmar o negar las conclusiones de la autora? Ingentes. El caso es que ella, como decía antes, se atreve y el panorama que dibuja, para mi gusto, es aterrador y desventurado.
“Los hombres que son, en verdad, brillantes tienen celos de sus mujeres, cuando ellas deciden ser brillantes. Cuando ellas destacan en su profesión y empañan los méritos de sus maridos, los hombres de esta subclase demuestran ser del tipo inmaduro, vulnerable, celoso, susceptible e inseguro; ante lo cual, la mujer de turno lo único que puede hacer es ‘quitar importancia a sus éxitos para tranquilizar...’ a su marido. Es decir, lo único que puede hacer la mujer es anularse voluntariamente, para no agravar las inseguridades del marido del que se trate.”

Naturalmente, aquí no se acaba la historia, hay más material para agonizar ante la realidad expuesta en la novela. ¿Qué ocurre cuando estamos ante un matrimonio compuesto por una persona brillante y otra a la que solo le interesan los bienes materiales y muy poco el resto de cualidades de su pareja? Entramos en otro terreno, desde luego. ¿Qué sucede con esas personas que aceptan las infidelidades de sus parejas siempre y cuando se mantengan las formas, la familia unida y se satisfagan las exigencias patrimoniales y de financiación del grupo? Pues no pasa nada, la vida sigue sin más.

Daniel Rivera es profesor universitario, atrapado en un matrimonio sin amor, con hijos, con ambiciones académicas. Al principio de la novela crece, se revela a su modo contra una situación matrimonial que le oprime; Berta, su esposa está siempre presente, en la sombra, espera su momento, sabe lo que él hace en EEUU con Teresa, una mujer libre, brillante, inteligente, seductora, paciente con él y con su cobardía.
“Teresa era libre de verdad, dueña de sus actos, de sus decisiones, sin tabúes mezquinos.”
¿Por qué actúa cada uno de los personajes como lo hace? Josefina Aldecoa piensa que la responsable de ello es la educación que los tres han recibido. Daniel y Berta han sido educados al más puro estilo nacional católico; por el contrario, Teresa es hija de exiliados republicanos españoles y ha crecido en los EEUU. ¿Es esto suficiente para justificar sus conductas? Tal vez.

Cada persona que se sumerja en las páginas de esta novela tendrá que hilar fino para intentar hipotetizar lo que sucede en nuestro interior para que en ocasiones resultemos tan decepcionantes y miserables.

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