UN AMOR (2020)
Sara Mesa
Por Ángel E. Lejarriaga
Por Ángel E. Lejarriaga
Novela publicada en 2020 cuyo eje narrativo es la soledad abrumadora a la que se ve sometida la protagonista; una soledad asfixiante, demoledora, que tiene efectos perversos sobre su presente conductual y emocional, a la que se enfrenta en su mundo interior con soliloquios continuos, apremiantes, discordantes, en ocasiones paranoicos y aterradores.
La historia surge a través de la aparición en un pueblo perdido en una geografía cualquiera, de una mujer joven, de nombre Natalia, de profesión traductora. En principio podríamos aventurar que ella está haciendo una especie de viaje transformador, que busca un cambio, ¿iniciar una nueva vida?, ¿escapar de un escenario anterior del que reniega? Plausible. El pueblo en el que se refugia se llama La Escapa. Nombre simbólico, desde luego. Natalia —Nat—, necesita un nuevo ambiente en el que desarrollarse como freelance de la traducción, para lograrlo busca tranquilidad, sosiego, paz interior. El pueblo parece cumplir con los requisitos previstos para lograr sus objetivos, pero enseguida comienzan los problemas: alquila una casa ruinosa, tiene un casero miserable, machista, autoritario y mezquino; y el resto del entorno humano no sabe bien qué es, lo que significaban los gestos que percibe, las palabras que le dicen, la veracidad y honestidad de las intenciones expresadas. Naturalmente, no es oro todo lo que reluce.
Desde el primer momento el aire que se respira en el escenario es tenso. No hay excesiva acción, más bien poca, pero algo no va bien, así lo siente Nat, como si hubiera entrado a vivir en una dimensión de pesadilla, en un pueblo maldito; no es el caso, pero a fin de cuentas ella es una intrusa en esa cofradía de gestualizaciones falaces; es ella la que se tiene que adaptar, la que debe adivinar las reglas del juego en el que ha pedido entrar, asimilarlas y actuar en consecuencia. La partida empieza y no encuentra la tranquilidad deseada, más bien al contrario, se siente indefensa, en vez de crecer emocionalmente, mengua y mengua.
Su casero, que le regala un perro de nombre Sieso, se convierte en el primero de los sapos que la van a acosar. La mugre de la casa le obsesiona, el frío vecindario le produce zozobra, su aislamiento ensombrece sus horas de vigilia.
“Cree que va a morir de dolor, cree que es posible morir así, sola, entre las ruinas de esa casa. Casi cae de rodillas, pero se contiene. Apoyada en la pared, trata de respirar ordenadamente. Tiene la sensación de estar contemplando la última escena de su vida.”El azar y su necesidad de interactuar con un ser humano le van a poner en contacto con uno de los personajes de ese pueblo corriente, perdido, árido, que a veces, puede resultar hermoso, si se le mira con mucha imaginación y algo de espíritu positivo.
“La zona ni siquiera es bonita, aunque al atardecer, cuando se difuminan los contornos y la luz se vuelve más dorada, encuentra cierta belleza a la que aferrarse.”Ese alguien recién llegado a su vida, ¿qué le da? Mejor preguntárselo a la propia Nat. ¿Es amor lo que disfruta? Habría que definir esta palabra, indagar en su significado profundo, para saber si los dos cuerpos que se entrelazan con una cierta compulsión coinciden en las palabras que emplean para tratar de nombrarlo.
“¿Es una obsesión? Sí, claramente es una obsesión. Pero no solo eso, se dice. Es un rapto, una metamorfosis, una transformación radical de lo esperado. Lo que estaba fuera, en la lejanía del paisaje, lo que era invisible y carecía de interés, está ahora dentro de ella, habitándola, sacudiéndola.”No hablan sobre lo que sienten, no hablan en general, no se presentan en público como amantes, aunque todo el mundo conoce su relación, se ocultan, sobre todo se ocultan. Pero, paradójicamente, Nat se percibe plena en ese secreto a voces, la pasión la aniquila, la humilla y a la vez la completa; terrible.
“Su mirada se ha vuelto suspicaz y ya no le es posible domesticarla. Estoy enloqueciendo, susurra, y mira alrededor”Si la historia comienza con una aventura que podría ser calificada como juvenil, pronto surge el drama. Nos podemos preguntar, ¿dónde quedan las ilusiones primigenias que eran el punto de partida del viaje? Consumidas en una llama que atrae tanto que llega a incinerar al que se aproxima demasiado a ella. Los idealismos y expectativas generosas de Natalia se van a ver enfrentados a la crueldad, las relaciones de poder, a la presión de la comunidad y a la degradación. Ella desea integrarse en el grupo desde la diferencia, otra cuestión es que el grupo se lo permita.
“[…] mejor no pensar, pero los pensamientos llegan y se deslizan a través de ella, entrelazándose. Intenta que salgan a la misma velocidad con la que entran, pero se le acumulan en el interior, un pensamiento sobre otro.”Los personajes que pueblan el espacio narrativo resultan familiares, cada uno con sus peculiaridades; hasta el perro que le regala el casero parece conocido. Mas dentro de cada uno de ellos existe un lado oscuro, humano en el peor sentido de la palabra, como en ella misma, que al manifestarse va a causar dolor, lo que hace que Nat se cuestione el propio viaje sin saber bien hacia dónde regresar o si tiene que volver a huir. ¿Qué sucede en su mundo interior con el río existencial en el que flota a la deriva? ¿Cómo resolver su búsqueda de seguridad en el perenne terreno desconocido de la existencia? Pues hace lo que puede con las herramientas que tiene a mano, pasando por encima de ilusiones y fiascos. La vida misma. Decía Alejandra Pizarnik que “el amor pudo haberme salvado”. ¿Qué amor? ¿Lo que siente Natalia es amor? ¿El fuego que le quema las entrañas es amor? No sabemos lo que es el amor más allá del deseo, y el extrañamiento de la soledad que nos hace soñar con su halo sanador. Al final, parece que la existencia es un continuo volver a empezar, hasta que se acaba el tiempo concedido por el azar.
Otros artículos sobre Sara Mesa en este blog:
No hay comentarios:
Publicar un comentario