29 sept 2023

Una historia de la España negra

LOS GIRASOLES CIEGOS (2008)
Alberto Méndez




Por Ángel E. Lejarriaga

Alberto Méndez (1941-2004) fue un escritor madrileño que nació predeterminado para ser escritor, es un decir, era hijo del poeta José Méndez Herrera lo cual multiplicaba las posibilidades de que su actividad estuviera relacionada con la Literatura. Tuvo una formación exquisita en Roma primero y luego en Madrid en la Universidad Complutense, donde se licenció en Filosofía y Letras. Fundó la editorial Ciencia Nueva. En el año 2002 se presentó al Premio Internacional de Cuentos Max Aub con la colección de cuentos Los girasoles ciegos y quedó finalista. Dos años después se le concedió el Premio Setenil por el mismo libro, y en 2005, tras su muerte, ganó, a título póstumo, el Premio Nacional de Narrativa y el Premio de la Crítica de narrativa castellana.

Se dice de Méndez que siempre escribió pero solo se decidió a publicar al final de su vida. Su trabajo era su mundo, la edición: Les Punxes, Montena y la ya citada Ciencia Nueva, que fue cerrada en 1969 por Manuel Fraga. También trabajó para TVE y con Pilar Miró como guionista.

Su único libro está inmerso históricamente en la Guerra Civil Española y en la postguerra, que viene a ser lo mismo. De alguna manera aquella guerra nunca ha terminado, quizá porque la realidad sigue siendo parecida y los que la provocaron siguen controlando el poder. Lo componen cuatro narraciones: Si el corazón pensara dejaría de latir, Manuscrito encontrado en el olvido, El idioma de los muertos y el que le da título, Los girasoles ciegos.

Primera derrota: 1939 o Si el corazón pensara dejaría de latir. Este relato es impresionante con un toque profundamente existencialista, difícil de entender desde una posición frentista, es decir, rojos o nacionales. Para el protagonista no hay victoria posible, los dos bandos han sido derrotados. La historia cuenta la rendición de Carlos Alegría, oficial del ejército rebelde, a las fuerzas republicanas que todavía defienden Madrid cuando ya la guerra está perdida. Lo encarcelan y allí le encuentran los “nacionales” cuando conquistan la capital; entonces, cuando declara el motivo de haber sido encarcelado por los republicanos, es acusado de traidor y fusilado; pero la historia no acaba ahí, parece un cuadro de Picasso, contempla diversas visiones.

Segunda derrota: 1940 o Manuscrito encontrado en el olvido. Este relato tiene mucha fuerza dramática porque dice estar fundamentado en una historia real, es decir en un manuscrito encontrado por un pastor junto a dos cadáveres humanos. Cuenta que en una huida desesperada de la rebelión fascista de 1936 coinciden una mujer joven embarazada y un poeta. Durante el penoso camino que recorren, la mujer da a luz, lo que hace que sus penalidades aumenten entonces ocurre lo que tiene que ocurrir cuando se viaja por las montañas asturianas, sin comida y sin abrigo. Un cuento escalofriante.

Tercera derrota: 1941 o El idioma de los muertos. Esta historia podríamos considerarla como teatral y de enredo, porque de eso se trata, de un enredo agónico, pero sin tipo alguno de comicidad. El mismo parte de un detenido que puede ser fusilado en cualquier momento. En esas está cuando un oficial del ejército vencedor le pregunta por su hijo muerto al cual conoció o del que tuvo referencias; más tarde se incorporará al interrogatorio íntimo su propia mujer. Juan Senra, el desgraciado fabulador, se inventa, cual Serezade, la vida del hijo del militar para así ganar tiempo a la muerte. Les dice a los padres lo que quieren oír. Esta historia está entrelazada con la primera de la serie, con la que tiene como protagonista al capital Carlos Alegría.

Cuarta derrota: 1942 o Los girasoles ciegos. Esta última historia posee tres narradores: un cura fascista que se confiesa ante su superior, un narrador omnisciente y un niño, Lorenzo. La narración comienza con la confesión del sacerdote. Cuando interviene el niño lo hace desde su perspectiva infantil, habla de la difícil convivencia con su madre y su padre, un ”topo” republicano que vive escondido en un armario, y al que se considera muerto o huido. Aquí también existe un lazo que la vincula con la segunda historia, la de la joven embarazada y el poeta. Los tres protagonistas, que pertenecen al bando de los vencidos, viven en una época tenebrosa en la que el miedo es el árbitro del día a día. Naturalmente, ese miedo unos lo sufren y otros lo imponen. Al cura le toca este segundo papel, mientras persigue a la esposa y acosa al niño para sonsacarle información.

Las cuatro narraciones son impresionantes, sorprendentes, dominadas por una desesperanza que abruma por momentos. Los ambientes carecen de luminosidad, se encuentran sumergidos en unas tinieblas angustiantes que vaticinan lo peor. Y así es. Me han recordado mucho a los cuentos de Edgar Allan Poe, no existe un decorado gótico, desde luego, pero el terror flota alrededor de los protagonistas que aunque luchan desesperadamente por vivir y escapar del horror, se encuentran inevitablemente con un muro que les impide el paso.

Hay película centrada en el último relato, de título “Los girasoles ciegos” (2008), dirigida por José Luis Cuerda.




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