4 dic 2023

Una vida de lucha

CAFÉ COMBAT. LAUREANO CERRADA, ANARQUISTA Y FALSIFICADOR (2023)

Miguel Sarró “Mutis”




Por Ángel E. Lejarriaga





Miguel Sarró “Mutis” (1968) es autor de los libros “Pintura de guerra. Dibujantes antifascistas en la Guerra Civil española” (Traficantes de sueños, 2006) y “Línea de demarcación. Viñetas 1998-2004”. Ha ejercido de documentalista para la recuperación del patrimonio histórico en la Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo, en el Archivo de Salamanca de la Guerra Civil española (2008), y en el cine con José Luís López Linares en “Fraga” (2007) y “El cine y la Gran Vía”; con Carlos García Álix: “El honor de las injurias”, “No hay penas” (2006-2007). Ha trabajado de asistente de dirección en el Archivo General de la Nación, en la República. Dominicana (2016). También es fotógrafo documental.

Aunque “Café Combat” habla de un militante libertario que combatió durante la guerra civil española, no se trata de un texto que verse exclusivamente sobre la misma; en realidad se sabe poco de lo que Laureano Cerrada hizo durante ese período. Incluso le ha sido difícil al autor profundizar en su trayectoria posterior, entre otras cosas porque siempre vivió en la ilegalidad, por lo que no documentaba que sepamos los “negocios” en los que se metía. Aunque la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) es citada con profusión, y el protagonista tuvo una relación intensa con la misma a nivel orgánico y con algunas de sus figuras más representativas, lo cierto es que el texto no versa tampoco sobre ella. El motivo central del libro es la vida de Laureano Cerrada, un personaje “épico”, aunque nunca se le reconozca, ni siquiera después de muerto como suele ocurrir. A Mutis le ha costado indagar en su biografía, ha tardado quince años en desenredar la madeja de su historia, algo aparentemente imposible de hacer. Apenas hay documentación ni estudios sobre la figura de Cerrada. La labor investigadora de Mutis ha sido casi detectivesca, entresacando de aquí y de allá referencias en libros, en artículos de prensa, en expedientes policiales y, sobre todo, a través de entrevistas, muchas de ellas costosas de conseguir.

Laureano Cerrada Santos (1902-1976) nació en Miedes de Atienza, un pueblo de la provincia de Guadalajara, a principios del siglo XX. Muy joven emigró a Barcelona en busca de una vida mejor, lejos de la miseria de su pueblo; era septiembre de 1920, todavía no había cumplido los dieciocho años y manejaba de manera rudimentaria la lectura y la escritura. Según ha indagado Mutis a través de los testimonios conseguidos, durante sus primeros años en Barcelona formó parte de los grupos de acción anarquistas que combatieron con las armas en la mano al Sindicato Libre organizado por la patronal catalana y consentido por el gobierno de la nación. Los mismos testimonios cuentan que en 1936 fue uno de los muchos militantes cenetistas que participaron en el asalto del cuartel de Atarazanas y en la eliminación de la resistencia facciosa en la Gare de Francia, también en Barcelona. Durante la guerra civil trabajó de peón ferroviario y formó parte del comité revolucionario que gestiono en la ciudad condal el ferrocarril durante la guerra civil, compuesto por militantes de la CNT, UGT y POUM.

Tras la derrota republicana pasó a Francia. Se ha escrito que al cruzar la frontera francesa portaba los fondos del sindicato al que pertenecía, y que sin dudarlo entregó a los gendarmes que le detuvieron para que los entregaran a los sindicatos ferroviarios franceses. Con otros muchos compañeros de lucha fue internado en el campo de concentración de Argeles-sur-Mer. Después de salir de allí, trabajó en una fundición en Chartres hasta que los alemanes invadieron el país. Durante la ocupación se mantuvo en la clandestinidad y colaboró con la resistencia francesa, tanto falsificando documentación como participando o impulsando —no se sabe a ciencia cierta— sabotajes, robo de armas, y generando una infraestructura logística que pronto pondría al servicio de la lucha contra el régimen del general Franco.

Cuando fue detenido por la Gestapo falsificó un documento de la Komandantur que le permitió quedar en libertad. Ese momento marcó un punto de inflexión en su carrera militante, desarrollando un talento que le acompañó hasta el final de sus días. Superado el mal encuentro represivo, se instaló en París donde montó una imprenta para hacer todo tipo de falsificaciones. Se ha hipotetizado que pudo falsificar unos cincuenta mil documentos. Alguien dijo de él que aunque llegó a amasar una fortuna, personalmente odiaba el dinero y solo le interesaba en la medida en que lo podía utilizar para impulsar la revolución; es decir, en aquellos tiempos financiar la resistencia antifascista. Durante los años de la resistencia contra la ocupación alemana falsificó un poco de todo: bonos de racionamiento, salvoconductos y carnets de identidad. Estos documentos en muchas ocasiones los daba gratis ―gracias a estas falsificaciones salvó a muchas personas perseguidas por la Gestapo―, y si cobraba algo, generalmente una mínima cantidad, sus beneficios en gran parte iban dirigidos a sufragar el movimiento libertario.


Laureano Cerrada, primero por la izquierda, XON Federica Montseny y su marido, Germinal Esgleas, con sombrero.

Fue secretario de la CNT de la XI Región de Francia; fue también uno de los organizadores del Primer Congreso de la CNT celebrado en París en 1945, congreso que financió. También fue nombrado Secretario Coordinador del Movimiento Libertario Español. Sin que se hayan documentado los hechos, se ha dicho que en 1946 organizó el asalto a una furgoneta del Crédit Lyonnais en París; el botín obtenido habría sido cuantioso: unos treinta millones de francos, que se destinaron a la compra de armas en Italia. En 1948 formó parte del Comité de Relaciones de la Federación Anarquista Ibérica (FAI).

En pocos años Laureano Cerrada consolidó una inmensa red logística y económica para facilitar sus actividades antifascistas. Tenía hoteles, imprentas, depósitos de armas, pisos francos y hasta una avioneta con la que intentó eliminar a Franco en 1948. Esto último ocurrió el 12 de septiembre durante la celebración en San Sebastián de unas regatas que iba a presidir el general Franco. Sobre las doce de la mañana la avioneta Norecrim 1.202 propiedad de Laureano tenía que dejar caer varias bombas de racimo de cinco kilos cada una sobre el yate del “generalísimo”. Pero no pudo ser, aviones del ejército español entraron en escena y el piloto de la aeronave, Primitivo Pérez, decidió retirarse. Según contó Eliseo Bayo muchos años después en su libro “Los atentados contra Franco”, Laureano Cerrada había gastado en la operación millón y medio de francos, una auténtica fortuna en la época. A pesar del fiasco, la operación se volvió a intentar al día siguiente, en esta ocasión las bombas debían caer en el alojamiento de Franco, el palacio de Ayete. Mas la suerte del dictador estaba de su lado y la avioneta no puedo despegar debido a las intensas lluvias que padeció la zona.

Volviendo a 1945, en aquellos días Laureano se dedicaba especialmente a la falsificación de documentación aunque pronto se interesó por la falsificación de moneda. Su idea era buena: hacer circular de manera masiva moneda española para arruinar su economía. Las planchas para tal proyecto las consiguió en Italia tras la caída de Mussolini. El régimen de Franco imprimía parte del dinero allí. La noche del 29 de abril de 1945 mientras Mussolini pasaba a mejor vida gracias a la acción del ejército partisano, Cerrada en compañía de varios compañeros robó las planchas de los billetes españoles de 50 y 100 pesetas. Después, hizo tantos billetes que el gobierno franquista tuvo que retirar de la circulación dichos billetes y emitir otros nuevos.

Según Mutis, a Germinal Esgleas y a Federica Montseny ―aupados a los cargos más altos de la CNT por el propio Cerrada―, no les gustaban en absoluto las actividades y el protagonismo que había acumulado Laureano en sus manos. La posesión de las planchas creó muchas tensiones en el seno de la organización, auspiciadas por la pareja citada. Al final, según escribió José Peirats, las planchas fueron destruidas.

Mutis cuenta que Cerrada era poco partidario de la lucha violenta porque resultaba demasiado costosa en recursos tanto materiales como humanos; era partidario a ultranza de las falsificaciones de todo tipo, pero sobre todo de pasaportes y de moneda, también de billetes de la lotería. Se cuenta la anécdota de que en una ocasión, por simple divertimento, falsificó en Nimes una ingente cantidad de entradas para un espectáculo taurino. El día del evento se sentó con unos amigos en una terraza frente a la entrada de la plaza de toros a disfrutar del consiguiente caos que se produjo.

Las contradicciones entre Cerrada y la burocracia cenetista alcanzó su cenit y fue expulsado, según recoge el autor en el libro ―algo que no está documentado en actas orgánicas―; se temía que las actividades de Laureano, a todos los niveles, condujeran a la ilegalización en Francia de la CNT. Todo esto se produjo en un contexto bastante caótico en el que un atraco realizado en Lyon por afines a Laureano se saldó con la muerte de dos policías. La consecuencia inmediata fue la detención de Cerrada y la realización de una redada sin precedentes en el movimiento libertario. Entre los detenidos estaban Quico Sabaté y José Peirats, que entonces era secretario general de la CNT. Esto ocurrió en 1950. En 1951 fue detenido en Gaillon por falsificación de dinero —alguien de su entorno le denunció—. Los investigadores policiales, además, descubrieron toda su estructura logística: una imprenta, un hotel, un garaje, una fábrica de zapatos, una agencia de transportes, una flota de camiones y varias cuentas bancarias con saldos millonarios. Aunque sus empresas eran legales Laureano no pudo demostrar el origen de ese inmenso patrimonio. De la noche a la mañana se vio encarcelado (1951-1954) y con pocos apoyos, el Movimiento Libertario lo había declarado “maldito”.

Pero Laureano Cerrada no se arredró por su caída y en cuanto puso un pie en la calle comenzó a reconstruir una nueva estructura, si bien ya nunca llegó a alcanzar el antiguo esplendor. Naturalmente, siguió trabajando con todos aquellos que atacaban al régimen franquista. Sin que se conociera en los órganos superiores de la CNT-FAI, colaboró con Defensa Interior, ente clandestino creado por la propia CNT para acabar con la vida de Franco. En esta época empezó a trabajar para la mafia francesa como falsificador. Se le conocen dos encarcelamientos más por falsificación. La última en 1970, a los sesenta y ocho años.

Recuperó la libertad en 1974 con setenta y tres años. El 18 de octubre de 1976 Laureano Cerrada Santos era asesinado de varios disparos en el boulevard Bellvile de Parí­s, en la puerta de una cafetería en la que había concertado una cita. Mutis ha escrito que los inductores del asesinato así como el móvil del mismo nunca han sido descubiertos, aunque ha habido diversas tesis a cual más interesante. Cerrada murió como había vivido, peligrosamente.

Tras su desaparición se hicieron muchas especulaciones. Laureano conocía a su verdugo, habló con él en el interior de la cafetería, y literalmente salió a la calle en su compañía para que lo matara. El asesinato coincidió en el tiempo con la investigación que Eliseo Bayo realizó para la “Gaceta Ilustrada” sobre su vida. Estos artículos se recopilaron en el libro “Los atentados contra Franco”. Mutis explica en Café Combat que Bayo le había pedido o sugerido a Cerrada que contara su historia; se reunieron para tratar el tema y, según Andrés Edo, quedaron en volver a verse en unas semanas tras las que Laureano proporcionaría a Bayo documentación para su libro; el proyecto concluyó prematuramente con su asesinato. Bayo indagó después sobre el tema en París y llegó a barajar el nombre del posible asesino: Ramón Benichó Canuda, alias “Leriles”. Pero este sujeto desapareció sin dejar rastro. Benichó había pertenecido en el pasado a la CNT y formaba parte de la mafia francesa. Eliseo Bayo no abandonó la investigación y siguió la pista hasta un abogado de París: Nicolas Reveillard, al que Cerrada habría encargado recuperar un paquete de documentación de unos mil quinientos folios que estaban custodiados en el Palacio de Justicia. Según contó Bayo en dicho paquete estaban las pruebas de la causa del fracaso del atentado contra Franco en San Sebastián: una delación; tal vez del piloto de la avioneta, Primitivo Pérez. Esta tesis fue refutada después por Antonio Téllez bajo el argumento de que el atentado falló porque la aviación española descubrió la avioneta con la que iban a realizar el atentado y salió a su encuentro. También se ha especulado con la posibilidad de que fuera un atentado auspiciado por los servicios secretos, españoles, franceses o ambos.
“[Café Combat] deja entrever las sombras y los claroscuros del movimiento libertario. En el lado claro los ideales, la ética, la solidaridad, la rebeldía contra la dominación, la entrega apasionada de hombres y mujeres a una lucha por la libertad, y en el lado oscuro, los personalismos, el afán de poder, las estructuras burocráticas y el dogmatismo.” (Tomás Ibáñez)
“Cerrada no era, ciertamente, ningún santo, y bien merecía parte de las críticas que recibió; sin embargo el hecho de que se expulsara de la CNT en 1950 a alguien que tras participar en el asalto al cuartel de Atarazanas en 1936, había sido secretario de la regional norte de la CNT en el exilio, ya en 1942, es decir en plena ocupación alemana, había financiado el primer congreso de la CNT en Francia en 1945 y organizado el primer atentado contra Franco en 1948, dice muy poco de la catadura libertaria de los y las dirigentes de aquella CNT, tanto más cuanto que el motivo de la expulsión era el de las actividades ilegales protagonizadas por Cerrada, unas actividades generadoras de unas ingentes sumas de dinero que la organización había aceptado hasta entonces sin el menor escrúpulo.” (Tomás Ibáñez)

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