29 jul 2010

Loca

Por Ángel E. Lejarriaga


La luz penetra por la pequeña ventana enrejada. El mundo exterior es bello. Cuánto desearía estar fuera para gozar de él y con él. Pero puede que sea pronto o quizá tarde. Hace demasiado tiempo que no entiendo de medidas, sólo veo luz: aprecio su ausencia o su presencia y poco más. Si la enfermera me permitiera salir ahora a la terraza sería feliz. No se por qué no viene, no hago nada malo. Últimamente sueño que las sombras no me molestan. ¡Esas malditas! Me dicen que no existen. El médico piensa que lo sabe todo sobre el mundo y sus misterios y me acusa de loca. Sí, existen. Las veo y las siento. Las pastillas las duermen pero noto su aliento. Me atormentan. Su sola presencia me produce un intenso horror. Me hablan sin boca ni labios. Me odian, lo sé. Pretendían matar a mis hijos. Yo deseaba salvarles y por ello me trajeron aquí. Quería librarles de su amenaza y me arrancaron de mi hogar y de mi propia vida. Dijeron que estaba enferma, que estaba loca. Qué fácil es de decir y qué terrible ¡Loca! Irremediablemente loca. No creen en mis palabras. Puedo ayudarles a todos y no me dejan. No me creen. Si viniera la enfermera podría sacarme fuera de este agujero. Hoy hace un buen día. Hay ocasiones en que me deja salir. No tengo maldad y lo sabe, por eso confía en mí. Me gusta tanto el aire fresco. Además, él me espera. Mí querida estrella incandescente, mí adorado Sol. ¡Vida mía! Si ella viniera yo podría verle y abrazarle. Pero cómo decírselo para que me comprenda si no escucha lo que digo. Es incapaz de atender a algo que no sea su propio miedo. Mi voz no existe en sus oídos. Es sorda a mi dolor. Creo que me aborrece. Quizá también esté poseía por las sombras. Hay tantos peligros que me rodean. Desearía estar menos sola. Anhelo ver caminar a la gente por la calle. Eso me gustaría mucho. Pero es peligroso, me dicen. ¡Peligroso! ¿Por qué? No hago nada malo. Nunca lo he hecho. Solo me defiendo y lucho por los míos. ¿Eso es peligroso? Son inhumanos. Me encuentro indefensa. Me ven hundida en la angustia y no me ayudan. Ansían que desaparezca, qué deje de molestarles cuanto antes. ¡Pobres hijos míos! Ellos son mi carne y mi sangre. ¿Quién los protege ahora? ¡Nadie! Nadie les protege. Están desvalidos. ¡Solos! ¡Es terrible! Debo tranquilizarme. Es importante que los seres que habitan la oscuridad no se despierten. No quiero oír sus repugnantes palabras. ¡Les odio! Una y otra vez hago que desaparezcan pero vuelven, se ríen y me persiguen. Destrozo sus nauseabundas presencias y regresan. No hay barreras para su desenfreno. Las paredes son de aire, penetran a través de ellas y me acosan y me tocan. ¡Me tocan! Me tranquilizaré. ¡Qué duerman! Si viniera el Sol y pudiera atraparle a través de esta pequeña ventana. Me gustaría tanto verle y sentir sus caricias cálidas sobre mi piel. ¡Qué placentero sería! Tal vez venga pronto la enfermera y podré estar con él. Ella no siempre es mala conmigo. ¡Aunque no la soporto! No me cree. ¿Cómo es posible? Piensa que estoy loca. ¿Por qué? Todo está podrido y enterrado en este sepulcro frío. Dicen que estoy loca. Tan loca como para amar, como para desear a un hombre intensamente, ser suya, que él sea mío y desintegrarme en su sudor. Estoy Loca. Tal vez sea así pero si estoy loca es por ansiar vivir. ¡Vivir! Yo sólo deseaba proteger a mis hijos del mal. Podía hacerlo. Poseo recursos secretos para librarles del horror. ¡Mis hijos! Crecerán sin mí y no existiré para ellos. En sus mentes seré un recuerdo vago y molesto. ¡Dios! ¿Dónde estás? ¡Tú, cobarde, eres el culpable! ¡Tú me has traído aquí! ¡Querías vengarte en mis hijos de mis pecados! ¡Cobarde! Tú, Dios de hombres y bestias, tenías la intención de dañar a niños inocentes pero te equivocaste. Yo lo sabía. Veía tus propósitos y los liberé de ti. Eso te ha dolido. Sí, te ha dolido. Deseo que sufras tanto como yo. ¡Basta! ¡Ya despertáis! ¡No me toquéis! ¡Qué se vayan! ¡Fuera! ¡No! ¡No! Tengo fuerza, mucha fuerza. ¡No podéis conmigo! ¡Os destruiré! No quiero oír más. Soy inocente de vuestras acusaciones sucias. ¡Soy inocente! El amor es pureza. No hay nada malo en buscar la felicidad en la piel de otro cuerpo. ¡Tú, Dios, odias la vida! ¡Estás muerto! ¡Vete! Eres una nube negra del pasado que se arrastra, que vive al acecho en algún rincón obscuro de mi inconsciente. Desprecias la vida porque ésta te niega. ¡Vete! ¡Me río de tú poder! ¡Conmigo no puedes! No me dejas dormir ni comer en paz, ni respirar, pero a pesar de ello resisto y sé que no me vencerás. ¡No podrás conseguirlo! ¡Estás muerto y enterrado! ¡Muerto! Cada una de mis sonrisas lacera tú carne de humo. ¡Ay! Si pudiera ver el Sol. Él me libraría de tú presencia. Él es la fuente de la vida y me hace feliz. Tan feliz que tú jamás, ni en un millón de años, podrás llegar a imaginarlo. ¡Qué pena me das! Tan prepotente y poderoso, burlado por una simple mujer. Él es cariñoso. ¿Tú sabes qué es eso? ¿Qué es el cariño? ¡Qué risa! ¡Vete! ¡No quiero verte! ¡Dejadme! ¡No me toquéis! ¡Canallas! ¡Enfermera! Nadie escucha mi voz y sin embargo retumba en mis oídos como la explosión de un volcán. Me hace daño. Es mía, tan cercana y viene de lejos. Choca con las paredes y vuelve como un eco. No lo entiendo pero nunca la rechazo y la recibo bien, como a un buen amigo. ¡Querida voz! Tú también me resultas extraña. ¡Enfermera! ¿Me has oído? ¡Hola! ¿Me vas a dejar salir a la terraza? Él me espera. ¡Me espera el Sol! ¿Por qué no me respondes? ¡Te estoy hablando! No me dices nada. No te entiendo. Nunca te entiendo. No importa. Solo quiero salir y estar con él, sin testigos, a solas con mi amor. Dulce amor. Hace frío. Pero no me molesta, pronto no lo sentiré. Me gustaría que no hubiera rejas en la terraza. Pido continuamente que las quiten y no me hacen caso. No entiendo su proceder. Ahora no quiero pensar en eso. Tú lo penetras todo. ¡Abrázame amado! ¿Estabas esperándome? ¡Lo sabía! ¡Soy tuya! ¡Cómo la primera vez! ¡Así, más fuerte! Contigo me siento tan segura. Ni ellas se atreven con tú inmenso poder. ¡Abrázame fuerte! No me dejes ni un segundo. Qué delicia sentir tu calor apasionado. ¿Notas cómo arden mis mejillas? Aún no se ha marchitado mi juventud, ¿verdad? No, no estoy llorando, es que soy feliz. ¿Por qué no puedo estar siempre contigo? ¡Poséeme! Llena con tu savia el inmenso vacío que me destruye; deja que tus partículas creadoras regeneren mi muerte. Tú eres vida y mi única razón de ser. Ya no me queda nada aparte de tú calor y tus besos viriles. ¡Qué puedo esperar más allá de tú presencia! Eres tan grande y yo tan insignificante. Es posible que te parezca pequeña pero sé que me deseas y me amas tan apasionadamente como yo a ti. Llévame contigo. Hazme volar, atravesar la tela metálica que me separa del mundo. Libérame de este suplicio. No hay paz en mi alma, ni sueños, solo tú. Transpórtame hasta la última estrella del universo, deja que flote en el polvo cósmico, qué pueda dormir entre tus brazos sin miedo. Contigo lo tengo todo. Amor, amar, amado, amigo. Cuántas palabras hermosas y qué poco sé de su significado. Todo lo voy olvidando. Para qué necesito recordar las imágenes de otros tiempos si no me producen más que desasosiego. ¡Sácame de aquí, por favor! Transfórmame en viento y cabalguemos sobre las nubes. Haz que el mundo y el universo entero sean nuestra morada. Deja que me funda en tú esencia para que no existan más ni el tú ni el yo, sino solo un ser único e indivisible hecho de puro embeleso. ¿No quieres hacerlo? Quizá no puedes. Ya no tengo frío ni oigo las voces, ni las temo. Me siento viva y poderosa en tú compañía. Sería extraordinario que el tiempo pudiera detenerse en este instante y no existiera jamás un mañana que desear. ¿Por qué no podemos seguir juntos? ¿Por qué tienes que marcharte y abandonarme una vez más? No es justo. Con cada nueva separación muero un poco más. ¿Hasta dónde podré llegar? ¡Abrázame! ¡Hazme beber de ti, así, en silencio! Es bueno el silencio. Me gusta. ¿Tú escuchas el silencio? Si le prestas atención comprobarás que está lleno de música. ¿La oyes? Dentro es imposible escucharla, no hay silencio. Mi mundo está rodeado de sufrimiento y crueldad. Las sombras no me dejan ni un momento de reposo. Quieren que permanezca despierta, ahogada por sus palabras soeces. Vigilada, tocada por sus miembros repugnantes. ¡No! ¡No quiero volver! ¡No dejes que me lleven! ¡Conviérteme en aire o en moléculas de polvo pero no me abandones otra vez! ¡Llévame contigo! No quiero volver a mi tumba. Allí no hago otra cosa que padecer cada segundo de conciencia y maldecir con las fuerzas que me proporciona la ira. ¡A ti no! ¡Amado, mi amado! ¡Qué bien suenan estas palabras entre tanta agonía! Es tan duro tener que volver. ¡Tan duro! ¡No, no me dejes! ¡No, por favor! ¡No te vayas! Es la hora, lo sé. ¡Hola enfermera! ¿Ya vienes a encerrarme? ¡Adiós amor! Quizá mañana podamos estar de nuevo juntos aunque sea tan poco tiempo. ¡Adiós! ¡Ya voy enfermera! No hace falta que me toques. ¿Tú amas, enfermera? No, no amas. ¿Tienes miedo a que por hacerlo te encierren como a mí? Es maravilloso amar. No importan los riesgos. ¿Por qué siempre me encierras? ¿A ti también te encierran? ¿Todos estamos encerrados? Yo al menos deseo y soy amada, eso es mucho y te aseguro que ayuda a sobrevivir. ¡Mírale! Te observa como me llevas. ¡Adiós querido! ¡Volveré! Tú fuego permanece dentro de mí como una poderosa simiente. Cuando te vas no desaparece, se queda conmigo y me da fuerzas para soportar otro día más. ¡No te vayas enfermera! ¡No me dejes sola con ellas! ¿No las ves? ¡Están esperándome! ¡No te vayas! ¡No te vayas! ¡Enfermera, por favor! Es inútil cualquier súplica. Estoy de vuelta en mi nicho, dispuesta a esperar sin saber el qué. ¿Estáis contentas? ¡He vuelto! ¿Temíais que no lo hiciera? Pues ya me tenéis aquí. Soy toda vuestra para lo que gustéis. ¡Asquerosas! Gozad con la danza del olvido. Cantad y gritad si queréis hasta desgañitaros. ¡Malditas! ¡Mil veces malditas! Aullad sin cordura, sin compás ni tregua, hasta la muerte, hasta empujarme a la obscuridad total; hasta que sea un despojo pútrido barrido por el inevitable paso del tiempo.

Artículos relacionados:

No hay comentarios:

Publicar un comentario