21 mar 2017

Bodas de sangre


Por Ángel E. Lejarriaga



Esta obra la escribió Federico García Lorca en el año 1931, y se estrenó en el Teatro Beatriz de Madrid en el año 1933 por la compañía de Josefina Díaz y Manuel Collado. En el año 1938 se hizo una película inspirada en la misma que dirigió Edmundo Guibourg, que protagonizó alguien muy importante para Lorca: Margarita Xirgu.

Bodas de Sangre ha sido la única obra de teatro de Lorca que fue publicada en formato libro, estando él vivo. Esto se debió al gran éxito y reconocimiento que tuvo en muy poco tiempo, desde el momento de su primera puesta en escena. La edición la realizó la Editorial el Árbol en el año 1935 (se hicieron 1.100 ejemplares).

La obra es un drama escrito en lenguaje poético lo que le proporciona unas características excepcionales. El texto sitúa a la pasión como referencia fundamental e hilo conductor del ser humano: los celos, el deseo irrefrenable, la fusión vida muerte en un contexto como es el amor. Si la pasión está en el centro de la tragedia, el cuchillo se convierte en un elemento fundamental que se teme y que sirve de anticipo de la sangre que se intuye.

Los personajes centrales son El Novio, La Novia, Leonardo (único personaje con nombre) y La madre. Los tres primeros cumplen al pie de la letra el ritual dicotómico vida-muerte, la pasión les lleva al encuentro del deseo y también del encontronazo con el destino del acero.
«El más terrible de todos los sentimientos es el sentimiento de tener la esperanza muerta.»
Desde el principio el choque de las fuerzas participantes parece inevitable.
«Estas manos, que son tuyas, pero que al verte quisieran quebrar las ramas azules y el murmullo de tus venas. ¡Te quiero! ¡Te quiero! ¡Aparta! Que si matarte pudiera, te pondría una mortaja con los filos de violetas. ¡Ay, qué lamento, qué fuego me sube por la cabeza!»
No cabe la menor duda de cómo va a acabar la historia. Ellos se aman y el impulso que les quema les empuja a abrazar su infortunado designio.
«Vamos al rincón oscuro, donde yo siempre te quiera, que no me importa la gente, ni el veneno que nos echa.»
«¡Ay qué sinrazón! No quiero contigo cama ni cena, y no hay minuto del día que estar contigo no quiera, porque me arrastras y voy, y me dices que me vuelva y te sigo por el aire como una brizna de hierba.»
La madre del novio anticipa el desastre, pero no existe forma humana capaz de detener la corriente de los acontecimientos. Ella sabe lo que significa perder un hijo y un marido fruto de ese furor de fuerzas descontroladas.
«Ha llegado otra vez la hora de la sangre. Dos bandos. Tú con el tuyo y yo con el mío. ¡Atrás! ¡Atrás!»
Por fin la sangre riega la tierra y resuelve trágicamente el litigio.
«¿Te quieres callar? No quiero llantos en esta casa. Vuestras lágrimas son lágrimas de los ojos nada más, y las mías vendrán cuando yo esté sola, de las plantas de mis pies, de mis raíces, y serán más ardientes que la sangre.»
En Bodas de Sangre Lorca exhibe sus símbolos más representativos, que se repiten en algunas de sus obras: La Luna, La Muerte y El Caballo. La Luna se materializa en un leñador con la cara blanca. La Muerte toma forma de mendiga. Y el caballo, símbolo de virilidad, sobre el que el amante ronda a La Novia, fusionados hombre y bestia en una sola imagen sensual generadora de tensión.

Lorca, un gran amante de su tierra y de todo lo popular, se inspiró para construir el drama en unos sucesos ocurridos el 22 de julio de 1928 en el Cortijo del Fraile, en Nijar, Almería. Federico se enteró por los periódicos y de inmediato empezó a tomar notas y a barruntar su futura Bodas de sangre. Él no fue el único que se vio sugestionado por el tema, Carmen de Burgos (Columbine), nacida en Nijar, escribió una novela corta con el mismo contenido dos años antes que apareciera la obra de Lorca, Puñal de claveles.


La historia del Cortijo del Fraile fue muy popular en su tiempo. Una tarde de julio de 1928 Francisca Cañadas se fugaba con el hombre del que estaba enamorada, en vísperas de su casamiento con otro hombre. Además, Francisca había puesto el objetivo de su pasión en su primo, Francisco Montes. Desde todo punto de vista su amor era imposible. Pero es que concurrían otros aspectos que hacían más difícil la situación, el matrimonio que le habían organizado a Francisca era de conveniencia, se tenía que casar con el cuñado de su hermana, de nombre Casimiro, así unían haciendas. Mala suerte para todos. En el año 2015 una nieta de Francisca Cañadas publicó Amor y traición en el Cortijo del Fraile, en la que, según sus propias palabras, pretende contar «la verdad sobre lo acaecido».



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