30 ene 2024

Mientras la ciudad duerme


Por Ángel E. Lejarriaga




Este poema está incluido dentro del poemario "El circo de los necios" (2018).

No susurra angustiada,
no habla con palabras impetuosas,
no aúlla con gritos enemigos
como debería hacer,
la ciudad duerme.

Su insólito silencio me paraliza
y me cuenta historias de espadas,
de horror,
de pobreza,
de tumbas en alquiler.

La ciudad duerme o dormita,
quizá sueñe,
quizá no,
hoy soñar es muy caro.

En la ciudad un techo es caro,
la luz, el agua, el gas,
también son caras,
existir no es un derecho
es algo que se paga.

Muchos de sus habitantes
contamos desilusiones
y desalientos perennes,
atragantados por el desasosiego
y un cansancio perpetuo.

Una niebla de fatalidad
cubre nuestras retinas,
nos ciega y abruma
con una oscuridad creciente
que huele a crematorio.

Mientras la ciudad duerme
nuestros corazones se marchitan,
las horas se escurren entre los dedos,
el calendario desgrana meses
y los meses años vanos.

Tal vez una noche como esta,
mientras la ciudad duerme,
miríadas de manos estranguladas
harán que despierte
con un holocausto de fuego.

9-12-17

1 comentario:

  1. Brutal. Estremecedor, melancólico y desesperanzador: existir no es un derecho, es algo que se paga. Espero que la ciudad también proporcione solidaridad y empatía frente al holocausto, y energía para liberarse del cansancio perpetuo, y que no haya tumbas ni de alquiler ni en propiedad, que nos esfumemos cuando muramos.

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