14 abr 2021

La mujer justa


Sándor Márai (1900-1989)


En esta novela el escritor húngaro Sándor Márai describe una misma situación vivencial pero desde los tres puntos de vista de sus protagonistas. Y, curiosamente, los tres son diferentes y muy ricos en matices, no podía ser de otro modo, el cerebro humano funciona así. ¿Por qué? Sencillo, nos encontramos ante tres formas desiguales de percibir o interpretar el mundo, y por tanto con tres sensibilidades narrativas y experienciales. Así las cosas, nos enfrentamos a tres monólogos, es decir, la exposición personal de cada uno de los actores.

Hay que decir como curiosidad que la novela se compone de dos primeras partes publicadas en 1941 y una tercera añadida en 1949.

La historia se inicia en una cafetería de Budapest con dos mujeres sentadas a una mesa y tomando un refrigerio. Una de ellas le cuenta a la otra, con una cierta indiferencia o distancia, que por azar un día descubrió que su marido tenía un amor secreto que le torturaba. También le dice que intentó recuperarlo pero sin éxito. Este es un buen comienzo, sin duda. Mas la narración sigue, aumenta en intensidad. En la segunda parte de un modo semejante, ese mismo día, también en Budapest, en este caso es un hombre el que describe a un amigo cómo abandonó a su esposa para casarse con otra mujer a la que había deseado de una manera insoportable durante mucho tiempo, concluye finalmente que esa relación, tras materializarse, resultó un fiasco.

La tercera parte se desarrolla durante el amanecer de ese mismo día, en una pensión de Roma, una mujer describe a su amante cómo a pesar de su origen humilde logró contraer matrimonio con un hombre rico. Tal matrimonio ya solo es un esbozo en el aire, de él nada queda.

Quizá esta sea la novela más lograda de Márai; su capacidad para indagar en los pilares que sostienen la sensibilidad humana es ingente, expresada de una manera poética. Así, la muerte, la soledad, el deseo, los celos, el amor, se desnudan sin tapujos ante nuestros ojos como posibilidades amables y crueles de la existencia.

Márai explora las emociones humanas. Fundamentalmente eso, desde todos los ángulos posibles de análisis. Quiere saber lo que sucede en el interior de sus personajes como si estuviera haciendo una vivisección. El escenario lo prepara con minuciosidad. Está Peter, rico, educado, un individuo que se puede decir que lo tiene todo para ser feliz; casado con María, una bella mujer, burguesa, culta, inteligente, que cree firmemente que su devenir es seguro. Luego está Judit, la criada, de origen humilde, silenciosa, con un rencor ardiente al que apenas puede sustraerse hacia aquellos que tienen lo que ella no puede poseer.

¿Qué sucede entonces? Nada en especial que no conozcamos de antemano, se manifiesta en todo su esplendor el motor del hombre y la mujer: la pasión. Peter languidece de deseo por Judit; ella se deja querer, pero no se conforma con el papel de amante, lo desea todo. María poco puede hacer para salvar lo insalvable, es imposible navegar en el magma que desprende la tensión entre los amantes. María es apartada, sobra en la escena, el matrimonio se rompe.

Peter y Judit se casan, y ahí ponen punto y final a su pasión. Vivían un espejismo, una fantasía, una intensa emoción que como humo se disuelve en el aire. Esto lo descubre Peter demasiado tarde. Su amor se ha extinguido, su vida lo va a hacer pronto, pero no se arrepiente de nada, tienen la firme convicción de que no se puede vivir sin pasión; la condición humana está definida por la búsqueda de la belleza, por tanto cualquier sacrificio es válido para intentar aproximarse a ella.

Tal vez Peter hubiera podido mantener a buen recaudo sus emociones pero ni tan siquiera lo intentó, si es que tal cosa es posible. Los personajes cuentan su experiencia sin quejarse, vivieron lo que vivieron sin más; el amor juega así sus cartas, exige un peaje cuyo resultado no está garantizado. Lo único que nos queda al respecto es volver a empezar de nuevo.
“Ha intentado hacerse indiferente a los sentimientos mediante la razón, que es como intentar convencer con palabras y argumentos a un paquete de dinamita de que no explote.”
“En la vida ocurre todo lo que tiene que ocurrir y, al final, todo encuentra su lugar.”
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