7 may 2020

Divorcio en Buda

Sándor Márai (1900-1989). Esta novela fue publicada en 1935, en una época de convulsión social y política en Europa y en gran parte del mundo. A pesar de ello, Márai escribe una obra aparentemente atemporal, aunque no lo sea porque está situada entre 1914 y 1918, la Primera Guerra Mundial, con lo que ello supone de derrumbe para un cierto tipo de vida aburguesada. A pesar de ello, describe una sociedad moderna que nada tiene que ver, por ejemplo, con la sociedad española de aquel tiempo, su modernidad es generalizada, a nivel cultural y también en lo que se refiere a calidad de vida. El pueblo húngaro era moderno entonces, como lo era Alemania, con esa modernidad a sus espaldas provocaron dos guerras mundiales; Hungría fue aliada de Alemania en la primera y en la segunda guerra mundial.

La narración expresa una tragedia, si se quiere contenida, pero una tragedia a fin de cuentas, en ella se respira o se transpira un ambiente emponzoñado que no parece tener solución, porque la muerte acaba con cualquier tipo de posibilidad de cambio.

Divorcio en Buda es una historia de amor pero no al huso. Por azar, a un juez que lleva temas de divorcio, Kristóf, le llega un expediente referido a la ruptura matrimonial de un antiguo compañero de estudios, Greiner, con cuya mujer él mismo tuvo la posibilidad de casarse, Anna. Esa carpeta insólita hace que el temple del juez se tambalee. El juez ha amado con pasión contenida, pero ha dejado suspendido ese amor en el fondo de su mente; ella también ha amado y del mismo modo ha dejado en suspenso ese amor. ¿Por qué renunció Kristóf a Anna? ¿Por qué Greiner se casó con Anna? ¿No sospechaba acaso que ella había puesto sus sentimientos en otra parte? ¿La quería tener a su alcance por encima de cualquier otra eventualidad? ¿Por qué Kristóf a pesar de haber visto a Anna nada más que cuatro veces en su vida nunca ha dejado de pensar en ella, incluso habiendo montado una familia tradicional, con una rígida moral?
"Me hago la autopsia a mí mismo. Sin piedad. Me tumbo en la mesa del quirófano y examino todos mis sentimientos y mis recuerdos con la esperanza de que la culpa sea también mía, de que me haya equivocado, de que no haya amado a Anna, de que no la haya amado lo suficiente, de que no haya sido lo bastante hábil o astuto... Porque quizá necesitemos también astucia para el amor."
El tiempo pasa, como siempre, mejor o peor, dependiendo de la fortuna y el buen hacer de cada uno de los personajes. En un momento dado, el expediente casual hace que el pasado tome forma en el presente, y se reabra el viejo amor, como el que desgarra un pecho y observa el corazón que contiene latir aceleradamente.
“El que ama, teme. Sentimos celos por la persona que amamos, a lo mejor porque sentimos celos de la muerte, que nos la puede arrebatar.”
Podemos mirar y escuchar y preguntarnos si ese desangrarse inútil se ha mantenido a través del transcurrir de los años de una manera estéril. Preguntas que el autor no responde, que quizá el lector pueda intentar interpretar, o limitarse a dejar que la lectura finalice con una incógnita que se enrosca alrededor de la garganta, generando una cierta angustia.
“Las situaciones así, tan desesperadas, tan irracionales e incomprensibles, sólo podemos entenderlas después, cuando ya ha transcurrido el tiempo.”
El azar toma protagonismo en esta historia, como es la vida en sí misma; nos presenta la oportunidad de contactar con algo que no sabemos si es bueno o malo, que intuimos puede aproximarnos a una felicidad relativa, mas ponemos objeciones o miramos a otro lado, más tarde llegarán las dudas, la reflexión tal vez necesaria o no, la revisión de la decisión, ¿fue un error?
“Uno lo experimenta más o menos todo hasta cumplir cuarenta, cuarenta y cinco años, pensaba. A esa edad ya se sabe algo definitivo, algo verdadero; No es un saber profundo ni satisfactorio, pero uno ya ha visto a los vivos y a los muertos. La vida se repite de forma extraña y milagrosa, nada ocurre como esperábamos, nada nos puede sorprender. La única sorpresa de la vida se produce cuando descubrimos que también nosotros somos seres mortales.”
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