18 abr 2011

Ocho años de ilusión fallida. ¡Viva la República!


Por Ángel E. Lejarriaga


El 14 de abril del año 1931 el pueblo español se lanzó a la calle con una alegría que pocas veces se ha conocido en este país: se acababa de proclamar la II República. Por fin una monarquía anacrónica y un dictador a la moda europea de entonces —fascista— desaparecían de la escena social y millones de ciudadanos recobraban la esperanza de una vida mejor.
Hay que decir que la Constitución que se desarrolló fue la primera democrática en la historia de España.
La República se proclamó gracias al estallido popular que espontáneamente tomó las principales ciudades y pueblos del país, fruto de unas elecciones municipales en las que las corrientes republicanas obtuvieron un protagonismo sin precedentes en los resultados. A partir de ese momento los acontecimientos se precipitaron y el rey se exilió, constituyéndose un gobierno provisional.
Los principios fundamentales de la Constitución de la II República Española fueron los siguientes:
  1. Igualdad de los españoles ante la Ley, al proclamar a España como "una república de trabajadores de toda clase".
  2. Principio de laicidad, por el que se iba más allá de la mera separación entre la Iglesia y el Estado para adentrarse en un ámbito de total eliminación de la religión de la vida política.
  3. Elección y movilidad de todos los cargos públicos, incluido el Jefe del Estado.
  4. Eliminación de una segunda Cámara aristocrática o de estamentos privilegiados y por el cual el poder legislativo sería ejercido por una sola Cámara.
  5. Posibilidad de la realización de una expropiación forzosa de cualquier tipo de propiedad, a cambio de una indemnización, para su utilización social así como la posibilidad de nacionalizar los servicios públicos.
  6. Amplia declaración de derechos y libertades. Concedía el voto desde los 23 años con sufragio universal, también femenino (el sufragio femenino se aplica por primera vez en las elecciones de 1933).
  7. Separación de la Iglesia y el Estado, además del reconocimiento del matrimonio civil y el divorcio.
Durante los ocho años que sobrevivió la República a la presión de los poderes fácticos —Iglesia, militares, banca y milicias fascistas—, España intentó superar el subdesarrollo endémico en el que se encontraba sumergida. Se limitó el poder de la Iglesia, se emprendieron numerosas obras públicas y sobre todo se impulsó culturalmente a un pueblo que hasta ese momento había vivido en condiciones de miseria y abandono educativo absoluto. Se invirtieron 400 millones de pesetas de la época en la construcción de escuelas; se erigieron 7.000 en los primeros diez meses del nuevo gobierno, de un total de 27.000 previstas por el Ministerio correspondiente como necesarias para que todos los niños de España tuviesen acceso a la educación Primaria. Se dieron cursillos de adaptación a miles de funcionarios de ambos sexos en posesión del título de Maestro pero que trabajaban en otras áreas del Estado por falta de puestos. Y se aumentaron los sueldos en un 15 por ciento a los educadores.
A pesar de la escasez de recursos económicos, de las fuertes contradicciones sociales y de la Guerra Civil provocada por militares traidores —que habían jurado lealtad a la Constitución—, el período de la II República fue uno de los más creativos y esperanzadores, tanto a nivel cultural como social y científico, que ha vivido nuestra nación.
Hoy en día somos una sombra de lo que pudimos ser y se repiten relaciones de explotación semejantes —cualitativamente hablando— a las que existían antes de la instauración de la II República: situación económica desastrosa, políticos corruptos, estamentos financieros enriqueciéndose a costa de la mayoría de los ciudadanos, una iglesia católica que conserva íntegramente su poder como grupo de presión y un mundo cultural abandonado a su suerte. Aunque cuantitativamente no estemos igual, sí podemos decir que las condiciones de las clases más desfavorecidas son peores que entonces porque están desarmadas tanto ideológica como organizativamente.
El 14 de abril es una fecha para recordar y valorar momentos de nuestra historia que no se han perdido y que pueden volver una vez que apartemos el miedo de nuestras vidas y nos atrevamos a reivindicar lo que se ha silenciado durante los últimos 35 años de claudicación democrática.

Homenaje a la República en Madrid


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3 comentarios:

  1. A ver di un día de estos como en 1931 nos despertamos con la feliz noticia de que la casa real en pleno han decidido auto exiliarse... No sé por qué no me lo creo.

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