14 jul 2014

Sobre bofetadas y bellezas mal entendidas

Por Ángel E. Lejarriaga



La primera obra que leí de Almudena Grandes fue Las edades de Lulú (1989). No conocía a la autora, así que compré el libro en Atocha, por azar, en la cuesta de don Claudio Moyano; me llamó la atención el título de la colección, La sonrisa Vertical, cuya decimoprimera edición de su premio anual de novela erótica había sido concedido a Almudena Grandes. Aunque ella recibió el galardón en 1989 yo leí la obra cinco años más tarde. Después pasó un tiempo hasta que volví a coger un libro escrito por ella. No hubo ninguna razón especial para esta circunstancia, simplemente tenía mucho material de lectura atrasado, y no le volvió a tocar el turno hasta que encontré Castillos de Cartón (2004). Definitivamente, con esta novela, ni siquiera una de las mejores, pero sí muy interesante para mí, incluí a Almudena Grandes entre mis autoras y autores favoritos, esas personas, que hacen grande la literatura, a las que tengo la intención de volver a releer algún día, cuando esté aburrido de las novedades y prefiera las lecturas seguras.
A esta obra le sucedieron otras, conocidas por el buen lector, que no voy a comentar hoy. Ninguna de ellas me ha decepcionado o me ha aburrido. Sé que es difícil de creer, pero me ha gustado lo que he leído de esta mujer, que no es todavía todo lo que ha escrito.
Lo último que ha caído en mis manos es una colección de relatos recogidos bajo el título de Modelos de mujer (1996) y que he "saboreado" hace poco. Han pasado casi veinte años desde su publicación —mi forma de leer es caótica— pero sigue palpitante como entonces; las narraciones expresan una parte importante de Almudena Grandes: su conciencia de mujer, de víctima y de heroína, permanentemente en conflicto con una sociedad machista y retrógrada. Modelos de mujer no solo proporciona el nombre a la recopilación sino que también se lo da a uno de los relatos.
Todos los personajes centrales de esta obra son mujeres, y se sitúan en una posición muy diferente a la que en sus trabajos posteriores Almudena Grandes las va a adjudicar. En estos relatos presenta a mujeres que sufren, que se caen y se levantan, que enloquecen, que aman, que se someten y que mueren, en ocasiones de un modo pasivo y patético.
El primer relato, Los ojos rotos, nos adentra en un psiquiátrico; en un amor con un aparecido, o con una alucinación, ¿eso importa? ¿No tiene el enamoramiento ambos componentes, sobre todo en su parte menos reflexiva? Locura de amor, de añoranza, de derrota. Le sigue Malena, una vida hervida. Este relato no solo me ha encantado por su originalidad sino que describe perfectamente la preocupación inducida, casi obsesiva, que tiene el sexo femenino, y ahora también el sexo masculino, con el espinoso asunto de la belleza corporal (parecer más que ser), que se sintetiza en una sobrevaloración de la delgadez como herramienta de aceptación. Bárbara contra la muerte es una historia común en la denominada por los padres de la patria como "Marca España", con componentes que resultan familiares, por lo menos para mí: niño, niña, encarcelado o encarcelada en un colegio religioso. Lo que supone necesariamente indefensión, castración y terror. Para muchas personas de mi edad que nos tocó pasar por esos centros de destrucción mental, el relato no solo nos conmueve sino que nos identifica con el mantra que utiliza para sobrevivir Bárbara, la protagonista: "Sois todas unas hijas de puta".
Amor de madre es un relato divertido, frenético, que muchas de las madres a las que aconsejo sobre cómo relacionarse con sus hijas, subscribirían con deleite. No puedo desvelar el misterio de la narración pero sí anticipar que es transgresor, y me ha recordado mucho el caso de Hildegart Rodríguez Carballeira. Como es conocido, Hildegart fue una niña prodigio nacida en 1914. Sobre ella, su madre, elaboró un proyecto pedagógico del que decía iba a surgir una nueva mujer, la que imperaría en el futuro. Para que se comprenda la envergadura de sus capacidades, solo diré que a los ocho años Hildegart hablaba seis idiomas. Admirable. Implicada activamente en la izquierda política de la época, primeros años 30, llegó a ser muy conocida primero en el PSOE y más tarde en el Partido Federal. Sin embargo no tuvo tan buen fin como en un principio se podría esperar. Al intentar alejarse del plan materno, su progenitora decidió dispararle cuatro veces mientras dormía. Una lástima.
El siguiente relato es El vocabulario de los balcones, una historia de amor sin palabras, llena de interpretaciones, de miradas, de silencios, de un deseo que nunca se consuma. Quizá la historia más hermosa de la colección. Me ha recordado una buena novela de Sandor Marai, Divorcio en Buda.
Los relatos finales son bastante realistas y poseen mucha actualidad. Representan los sueños de muchas personas que conozco que se sienten frustradas, atrapadas en un universo de convenciones, prejuicios y cadenas sutiles que amargan la existencia. Modelos de mujer, es una bofetada cruel a la belleza corporal mal entendida, y al glamour como valor de cambio. Gratificante. La buena hija nos sumerge en el mundo de las coacciones morales opresivas, de los sobrevalorados vínculos de la sangre; de todas esas indignidades que se producen y ocultan en el baúl secreto de las familias, y que generan individuos adultos torturados. Pero el final nos ofrece una lección sobre la que reflexionar.

Novelas
  • Las edades de Lulú (Tusquets, 1989) 
  • Te llamaré Viernes (Tusquets, 1991) 
  • Malena es un nombre de tango (Tusquets, 1994) 
  • Atlas de geografía humana (Tusquets, 1998) 
  • Los aires difíciles (Tusquets, 2002) 
  • Castillos de cartón (Tusquets, 2004) 
  • El corazón helado (Tusquets, 2007) 
  • Inés y la alegría (Tusquets, 2010) 
  • El lector de Julio Verne (Tusquets, 2012) 
  • Las tres bodas de Manolita (Tusquets, 2014) 
Libros de relatos
  • Modelos de mujer (Tusquets, 1996) 
  • Mercado de Barceló (Tusquets,2003) 
  • Estaciones de paso (Tusquets, 2005) 



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