26 dic 2016

El buda de los suburbios


Por Ángel E. Lejarriaga



La novela, El buda de los suburbios, apareció en 1990, hace veintiséis años. El autor, Hanif Kureishi (1954) no era un desconocido en la escena londinense, a pesar de ello la novela fue considerada una revelación y el autor galardonado con el Premio Whitbread y traducido a veinte idiomas. Tres años después, la resonancia de la obra alcanzó el zenit con el estreno en la BBC de una miniserie de cuatro capítulos, sobre la novela, con banda sonora compuesta por el inefable David Bowie.

Kureishi es un autor polifacético. Su madre manifestó en su momento que desde niño había empezado a escribir compulsivamente, algo que le resultó a ella casi enfermizo. Ha hecho un poco de todo: novela, relato corto, teatro, televisión, guiones, cine y ensayo. Su padre era de origen pakistaní y su madre de nacionalidad inglesa. Su vida fue cómoda. Creció en Bromley, un municipio situado en el sudeste de Londres, en el cinturón verde de la ciudad, en una zona acomodada. Como decía, el niño Kureishi empezó a descubrir sus aptitudes literarias muy pronto, sin embargo, curiosamente, su auténtica obsesión era ser jugador profesional de críquet. El adulto Kureishi tuvo que conformarse con estudiar filosofía en la Universidad de Londres, y dedicarse a escribir obras de teatro mientras trabajaba como administrativo. 

El caso es que su talento fue reconocido más rápidamente de lo habitual, y con apenas veintiséis años recibió en 1980 el premio de la Thames Televisión por su guion teatral, La madre patria. Este empuje provocó un cambio definitivo en su vida pues le convirtió en un autor fijo del teatro Royal Court. Su obra es siempre incisiva, nunca deja indiferente. Toca temas políticos que pretenden conmover y provocar la reflexión: inmigración, sexualidad, contrastes entre culturas, racismo, las imposturas sociales de las clases acomodadas o los prejuicios. El buda de los suburbios, aparecida en 1990, precisamente, toca casi todos los puntos citados. Pero no solo se centra en una crítica mordaz a la sociedad de su tiempo, sino que escudriña en los propios orígenes del autor, en su vida familiar, en sus padres. Esto le supuso algunos problemas con su hermana, que guardaba recuerdos diferentes sobre lo que fue su infancia y las relaciones dentro de la familia. A su madre, sin embargo le gustó mucho. Kureishi recuerda con tristeza la permanente ilusión de su padre por ver su nombre escrito en la portada de alguna de sus novelas, que no llegaron a publicarse. 
«Para mamá, la vida era fundamentalmente un infierno: una se quedaba ciega, la violaban, la gente se olvidaba de felicitarla por su cumpleaños, Nixon salía elegido, el marido la dejaba por una rubia de Beckenham y, entonces, una envejecía, no podía andar, y se moría.»
El buda de los suburbios está narrada por un joven de padre pakistaní y de madre inglesa. Karin es un adolescente, que vive en un barrio de la periferia de Londres, que va ganando años a lo largo de la historia, al mismo tiempo que descubre cómo es la sociedad en la que crece. Su padre, un mediocre funcionario, que lleva una vida llena de frustraciones, de la noche a la mañana se convierte al budismo y se dedica a predicarlo, sin más. Lo peor de todo, es que tiene éxito lo que genera una especie de holocausto familiar que provocará en el grupo humano cambios irreversibles. Unos ven al padre como a un gurú y otros como una especie de imbécil que acaba de descubrir la piedra filosofal, y que gracias a moverse, introducido por su amante, en una sociedad de cerebros vacíos, medra, al menos en fama. En poco tiempo, se convierte en un tipo de moda, que se gusta pero que nunca acaba de ser feliz porque se perdió el día que abandonó su país, por mucho que valore Occidente y sus riquezas materiales y culturales.
«Mi nombre es Karim Amir y soy inglés de los pies a la cabeza, casi.»
«Hay que aceptar la felicidad cuando es posible, no de un modo egoísta, sino teniendo siempre presente que formamos parte del mundo, de los demás que no somos algo independiente. ¿Hay que perseguir la propia felicidad cueste lo que cueste, a expensas de los demás? ¿O hay que ser desdichado para que los demás puedan ser felices? No hay nadie que no haya tenido que enfrentarse a ese dilema.»
El choque de culturas está presente desde el primer momento; si bien, de manera prodigiosa, se compatibilizan desde la extrañeza y el sarcasmo. A pesar de que Karin ha nacido en Inglaterra es un paqui y, probablemente, lo será siempre, porque queda patente que en esa Inglaterra que nos enseña Kureishi no hay demasiadas ventanas abiertas al cambio. Aunque la clase media, y los pseudointelectuales de pacotilla que pululan por las tertulias bienpensantes, jueguen a admirar esa espiritualidad que les llega de un oriente que nunca ha estado más lejano.
«Creo que la felicidad sólo es posible si nos dejamos llevar por nuestros sentimientos, nuestra intuición y nuestros deseos verdaderos.»
Estamos en los años 70 con lo que, a través de la lectura, vamos a entrar en contacto con muchos aspectos significativos de aquellos tiempos que en nuestro país nos llegaron bastante tarde: el rock psicodélico, la new wave, el glam rock o el punk. De este modo podríamos decir que la novela podría definirse con el lema: «sexo, drogas y música (rock&roll)».

La obra termina con la irrupción de Margaret Thatcher en la escena política, el principio del fin. Si había alguna oportunidad de cambio en el planeta, con ella murió. El pueblo inglés apostó por su gestión depredadora y descarnada. Lo que tenemos ahora es thatcherismo puro, con el beneplácito de los votantes, cada día más alejados de un análisis crítico e histórico.

Kureishi se hizo famoso no solo con este libro, sino, también, con el guion de una película excepcional Mi hermosa Lavandería (1985), film dirigido por Stephen Frears en el que cuenta una historia, en línea con todo lo dicho con anterioridad, provocadora y crítica con la sociedad inglesa y el choque de culturas: Omar, un paqui, pasa a gestionar la lavandería de su tío con su amigo Johnny, un típico racista inglés. El éxtasis del relato se alcanza cuando el hooligan y el paqui acaban enamorados, y forman una pareja. ¡Qué bonito!

Otras obras importantes de Kureishi son: El álbum negro (1995), Intimidad (1998), El regalo de Gabriel (2001), El cuerpo (2003), Algo que contarte (2008) y La última palabra (2014).


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