Joel Dicker es una persona de esas a las que se considera prodigio de las letras, porque triunfa con su primera obra. En este caso La verdad sobre el caso Harry Quebert, no fue su primer trabajo literario ino el tercero, antes habían visto la luz: Le Tigre (2005) y Les derniers jours de nos Péres (2012). En cualquier caso el chico dio el bombazo editorial con su «Harry Quebert».
Dicker es suizo, nacido en 1985, francófono. Hijo de una bibliotecaria y de un profesor de francés. Combinación genética interesante. Su infancia fue como la de cualquier crío de clase media, estudió en Ginebra lo que le correspondía a su edad y a los diecinueve años se decantó por el teatro, asistiendo a clases en el Cours Florent en París. La experiencia no le llenó, y un año después volvió a Suiza para entrar en la facultad de Derecho; acabó la carrera en el año 2010.
He dicho unas líneas más arriba que Joel Dicker llevó una infancia corriente, pues he mentido, él no era corriente. Con diez años recién cumplidos creó La Gazette des Animaux. Esta revista estaba dedicada a la protección de la naturaleza. La dirigió durante siete años. Evidentemente, tanta genialidad no pasó inadvertida, hasta tal punto que fue galardonado con el Prix Cuneo a la Protección de la Naturaleza. También se le reconoció como el «Editor jefe» más joven de Suiza por el Tribune de Ginebra.
Con estos antecedentes se podía haber predicho con una cierta seguridad que Dicker estaba predestinado para hacer algo grande. Una anécdota que refuerza lo anterior fue su participación en un concurso literario (contaba diecinueve años). El texto, según el tribunal que valoraba las obras, era tan bueno que juzgó que era imposible que lo hubiera escrito alguien de su edad. Así, se quedó sin premio. Un año después le dieron el Premio Internacional para jóvenes autores francófonos por su cuento El Tigre. En 2009 terminó su novela Les derniers jours de nos Péres e intentó publicarla sin éxito. Sin embargo, en 2010 la presentó al Prix des Écrivains Genevois y lo ganó.
En 2012 apareció su segunda novela, que es la que tenemos entre manos, La vérité sur l’affaire Harry Quebert (La verdad sobre el caso Harry Quebert). La novela ha recibido el Grand Prix du roman de l’Académie française y ha sido traducida a treinta y tres idiomas; Dicker contaba entonces veintiocho años.
La historia la vive y la cuenta un escritor de treinta años, Marcus Goldman. Marcus es un joven autor que ha tenido un gran éxito editorial y que escribe un libro sobre su mentor, Harry Quebert, amigo y antiguo profesor universitario. La novela la podríamos enmarcar dentro del género negro. A fin de cuentas, se trata de una investigación detectivesca y policial sobre unos sucesos que envuelven tanto a Marcus como a Harry.
El relato se inicia con la desesperación de Marcus Goldman cuando no es capaz de escribir dos líneas coherentes, después de haber asumido compromisos pecuniarios cuantiosos con una editorial de prestigio, que le ha comprado los derechos de obras sin escribir. Hay plazos que tiene que cumplir y no ve la forma de hacerlo. Harry Quebert fue para él de gran ayuda en el pasado, y después de algún tiempo de haber abandonado su contacto vuelve a su amparo. Hay que matizar que Harry Quebert es un escritor que saltó a la fama por una obra de ventas millonarias: Los orígenes del mal. Los dos amigos hablan por teléfono y Quebert invita a Marcus para que vaya a verle a un pueblecito de New Hampshire, Aurora. Nada más llegar se inicia una enrevesada trama en las que las mentiras esconden verdades y las aparentes verdades no son lo que parecen sino todo lo contrario. Enrevesado, sí, no cabe la menor duda, pero decir más es destripar la obra y entonces, la novela pierde todo su interés. Sí puedo anticipar, que existe, más bien existió, una chica de quince años, con la que estuvo liado Quebert de un modo platónico hacía treinta y tres años, cuando este ya era un adulto talludito de treinta y cuatro años. Doy una pista más, la chica, Nola, desapareció de manera misteriosa cuando Quebert la esperaba en un hotel de carretera para fugarse juntos a Canadá.
El tiempo narrativo está repartido en tres momentos. El primero lo compone la descripción de la vida en el pueblo treinta años antes y el romance entre Nola y Harry. El segundo tiempo es la relación entre Harry y Marcus. Y el tercero es el tiempo presente y lo que acontece en él.
Esta novela ha tenido un gran éxito de ventas y también unas críticas muy favorables. Con la crítica literaria pasa como con los estudios sobre los productos farmacéuticos, nunca tienes la certeza de que no estén financiados por la parte interesada, en este caso las editoriales. En cualquier caso, la novela está bien construida y te atrapa hasta el final, pero no t e imaginas volviendo a leerla en el futuro, quizá porque parece un catálogo de instrucciones de cómo escribir una novela de intriga, instrucciones recogidas de otras obras anteriores, tanto del cine como de la literatura universal. Es decir, en muchos momentos, las escenas te resultan familiares, como una especie de deja vu. No obstante, se lee bien y entretiene; esto es mucho.
También parece un manual del amor, con consejos lúcidos para adultos frustrados que se esconden detrás de familias modélicas.
Dicker es suizo, nacido en 1985, francófono. Hijo de una bibliotecaria y de un profesor de francés. Combinación genética interesante. Su infancia fue como la de cualquier crío de clase media, estudió en Ginebra lo que le correspondía a su edad y a los diecinueve años se decantó por el teatro, asistiendo a clases en el Cours Florent en París. La experiencia no le llenó, y un año después volvió a Suiza para entrar en la facultad de Derecho; acabó la carrera en el año 2010.
He dicho unas líneas más arriba que Joel Dicker llevó una infancia corriente, pues he mentido, él no era corriente. Con diez años recién cumplidos creó La Gazette des Animaux. Esta revista estaba dedicada a la protección de la naturaleza. La dirigió durante siete años. Evidentemente, tanta genialidad no pasó inadvertida, hasta tal punto que fue galardonado con el Prix Cuneo a la Protección de la Naturaleza. También se le reconoció como el «Editor jefe» más joven de Suiza por el Tribune de Ginebra.
Con estos antecedentes se podía haber predicho con una cierta seguridad que Dicker estaba predestinado para hacer algo grande. Una anécdota que refuerza lo anterior fue su participación en un concurso literario (contaba diecinueve años). El texto, según el tribunal que valoraba las obras, era tan bueno que juzgó que era imposible que lo hubiera escrito alguien de su edad. Así, se quedó sin premio. Un año después le dieron el Premio Internacional para jóvenes autores francófonos por su cuento El Tigre. En 2009 terminó su novela Les derniers jours de nos Péres e intentó publicarla sin éxito. Sin embargo, en 2010 la presentó al Prix des Écrivains Genevois y lo ganó.
En 2012 apareció su segunda novela, que es la que tenemos entre manos, La vérité sur l’affaire Harry Quebert (La verdad sobre el caso Harry Quebert). La novela ha recibido el Grand Prix du roman de l’Académie française y ha sido traducida a treinta y tres idiomas; Dicker contaba entonces veintiocho años.
La historia la vive y la cuenta un escritor de treinta años, Marcus Goldman. Marcus es un joven autor que ha tenido un gran éxito editorial y que escribe un libro sobre su mentor, Harry Quebert, amigo y antiguo profesor universitario. La novela la podríamos enmarcar dentro del género negro. A fin de cuentas, se trata de una investigación detectivesca y policial sobre unos sucesos que envuelven tanto a Marcus como a Harry.
El relato se inicia con la desesperación de Marcus Goldman cuando no es capaz de escribir dos líneas coherentes, después de haber asumido compromisos pecuniarios cuantiosos con una editorial de prestigio, que le ha comprado los derechos de obras sin escribir. Hay plazos que tiene que cumplir y no ve la forma de hacerlo. Harry Quebert fue para él de gran ayuda en el pasado, y después de algún tiempo de haber abandonado su contacto vuelve a su amparo. Hay que matizar que Harry Quebert es un escritor que saltó a la fama por una obra de ventas millonarias: Los orígenes del mal. Los dos amigos hablan por teléfono y Quebert invita a Marcus para que vaya a verle a un pueblecito de New Hampshire, Aurora. Nada más llegar se inicia una enrevesada trama en las que las mentiras esconden verdades y las aparentes verdades no son lo que parecen sino todo lo contrario. Enrevesado, sí, no cabe la menor duda, pero decir más es destripar la obra y entonces, la novela pierde todo su interés. Sí puedo anticipar, que existe, más bien existió, una chica de quince años, con la que estuvo liado Quebert de un modo platónico hacía treinta y tres años, cuando este ya era un adulto talludito de treinta y cuatro años. Doy una pista más, la chica, Nola, desapareció de manera misteriosa cuando Quebert la esperaba en un hotel de carretera para fugarse juntos a Canadá.
El tiempo narrativo está repartido en tres momentos. El primero lo compone la descripción de la vida en el pueblo treinta años antes y el romance entre Nola y Harry. El segundo tiempo es la relación entre Harry y Marcus. Y el tercero es el tiempo presente y lo que acontece en él.
Esta novela ha tenido un gran éxito de ventas y también unas críticas muy favorables. Con la crítica literaria pasa como con los estudios sobre los productos farmacéuticos, nunca tienes la certeza de que no estén financiados por la parte interesada, en este caso las editoriales. En cualquier caso, la novela está bien construida y te atrapa hasta el final, pero no t e imaginas volviendo a leerla en el futuro, quizá porque parece un catálogo de instrucciones de cómo escribir una novela de intriga, instrucciones recogidas de otras obras anteriores, tanto del cine como de la literatura universal. Es decir, en muchos momentos, las escenas te resultan familiares, como una especie de deja vu. No obstante, se lee bien y entretiene; esto es mucho.
También parece un manual del amor, con consejos lúcidos para adultos frustrados que se esconden detrás de familias modélicas.
“La verdad no cambia nada de lo que puede uno sentir por otro. Es el gran drama de los sentimientos.”Y, faltaría más, un catálogo de más consejos morales sobre la condición humana. Desde luego, un ambicioso y nada desdeñable reto.
“Encuentre el amor, Marcus. El amor da sentido a la vida. ¡Cuando se ama, se es más fuerte! ¡Se es más grande! ¡Se llega más lejos!”
“Y en ese instante me di cuenta, gracias a esa chica de quince años, de que probablemente nunca había conocido el amor. Que seguramente mucha gente no había conocido nunca el amor. Que en el fondo se conformaban con buenos sentimientos, que se enterraban en la comodidad de una vida vulgar y que se perdían sensaciones maravillosas, que son...”
“Todo lo que sé es que la vida es una sucesión de elecciones que después hay que asumir.”
“La vida es como una carrera a pie, Marcus: siempre habrá gente más rápida o más lenta que usted. Todo lo que cuenta al final es la voluntad que ha puesto en recorrer el camino.”
“En el peor de los casos, me decía, es un hombre como cualquier otro, y los hombres tienen demonios. Todo el mundo tiene demonios. La cuestión es simplemente saber hasta qué punto esos demonios son tolerables.”
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