17 oct 2017

Los pazos de Ulloa

Por Ángel E. Lejarriaga



La condesa de Pardo-Bazán nació en La Coruña en 1851 y a pesar de su tiempo, de sus orígenes y de su catolicismo, fue una gran escritora que cultivó la novela, el periodismo, el ensayo, la crítica literaria, el drama y la poesía; fue conferenciante, traductora, catedrática e incluso editora. Quién pueda igualar semejante currículum que levante la mano. Además, fue una pionera en España en la defensa de los derechos de la mujer.
"La educación de la mujer no puede llamarse tal educación, sino doma, pues se propone por fin la obediencia, la pasividad y la sumisión."
Su padre, el conde José María Pardo-Bazán y Mosquera se empeñó a fondo en que su hija tuviera la educación más elevada posible, hecho excepcional en aquellas fechas. Contaba Emilia nueve años cuando empezó a mostrar un elevado interés por la escritura y los libros. La exquisita y exigente biblioteca de su padre la pusieron en contacto con un amplio abanico de lecturas. Esta formación era complementada en sus estancias en Madrid con la asistencia a un colegio francés donde entró en contacto también con la literatura francesa. Acababa de cumplir Emilia los doce años cuando la familia decidió instalarse en La Coruña durante el período invernal. Su formación a partir de ese momento recayó sobre profesores particulares que acudían a su domicilio. Su elevada formación se centró en las humanidades y en los idiomas: español, gallego, inglés, francés y alemán. Desgraciadamente, le fue imposible cursar una carrera universitaria pues la Universidad se encontraba restringida al sexo masculino. Eso no fue óbice para que la joven Emilia profundizara en sus estudios de una manera autodidacta.

Aunque pueda resultar una simplificación, su libertad duró poco —si bien en principio el matrimonio fue bien avenido—, a los dieciséis años se casó con José Quiroga y Pérez Deza, estudiante de derecho, de buena familia. La ceremonia se celebró en Meirás. El viaje de novios resultó gratificante pues recorrieron España lo que supuso para Emilia un contacto directo con los horizontes que parecían tan lejanos desde su Galicia natal. Un año más tarde la pareja se traslada a vivir a Madrid. Poco después Emilia emprende, en compañía de su marido y sus padres, un largo viaje por Francia e Italia. A su vuelta se inicia como escritora, publicando en el diario El Imparcial, las notas de sus viajes.

La relación entre ambos cónyuges gozó de armonía y buena salud durante años, él mantuvo sus estudios y ella su trabajo intelectual, apoyándose mutuamente; tuvieron tres hijos, dos niñas y un niño. Pero, al final su intimidad empezó a ir mal, tal vez por la propia labor intelectual de Emilia. Se ha dicho que en realidad se llevaban bien; sin embargo, ella necesitaba trascender al propio matrimonio y a las limitaciones que el mismo conllevaba.

A partir de 1876 su vida como escritora es un no parar, publica ensayos como Estudio crítico de las obras del padre Feijoo, por el que recibió un premio literario; poesía, Jaime; y en 1879 su primera novela, Pascual López, autobiografía de un estudiante de medicina. Esta obra tuvo bastante éxito, lo que le animó a continuar con el género; en 1881 publica Un viaje de novios. En ese año se inicia la relación con Benito Pérez Galdós, en principio epistolar y más tarde amorosa.

La narrativa de Emilia Pardo-Bazán está muy influida por el naturalismo de Zola al que ella dota de peculiaridades personales, que algunos estudiosos denominan «realismo propio». Es precisamente a partir de este autor y los artículos que escribió sobre él en la revista Época, y la aparición del compendio de los mismos bajo el título La cuestión palpitante (1883), cuando va a ser tildada con los epítetos más suculentos: escritora escandalosa, indecente y defensora de la literatura francesa, que era considerada pornográfica y atea. El compromiso de Emilia consigo misma tuvo sus consecuencias, muchos amigos no solo la criticaron sino que se apartaron de su lado; incluso su marido le pidió que dejara la pluma. Su novela La tribuna (1883) fue la gota que colmó el vaso y la pareja dejó de compartir la misma casa. En fin, el libro fue un súper ventas; con esas críticas tan lúbricas no se podía esperar otra cosa. La novela La Tribuna es relevante porque es considerada la primera novela social y naturalista de la literatura española. En ella se describe la vida de una mujer de la clase trabajadora y sus vicisitudes para sobrevivir en una fábrica, así como su toma de conciencia de clase y su acción sindical dentro de su lugar de trabajo. En aquellas fechas hay que reconocer que un texto así podía inquietar, y lo hizo, a la conservadora sociedad española. Hay que añadir que Emilia se anticipó a Pérez Galdós y a Blasco Ibáñez en lo que se refiere a la incorporación del mundo obrero en nuestra literatura.
“Tengo por importante entre todos el concepto de que la novela ha dejado de ser obra de mero entretenimiento, modo de engañar gratamente unas cuantas horas, ascendiendo a estudio social, psicológico, histórico, pero al cabo estudio.”
Dos años después se editó La dama joven, una novela que aunque no es autobiográfica sí refleja la convulsión de una crisis matrimonial. Ella sabía bien de lo que estaba hablando.

Si su fama ya era notoria, para bien y para mal, cuando se publica Los pazos de Ulloa (1886), se consagra como la gran escritora que era. Esta novela va asociada a la siguiente, aparecida en 1887, La madre naturaleza, que habla, ni más ni menos, que de una relación incestuosa.

La obra de Emilia Pardo-Bazán es muy extensa. Hasta el momento de su muerte, según mis cuentas, escribió 42 novelas, 19 libros de cuentos, 15 libros de ensayos, 6 libros de conferencias, 9 libros de viajes, 6 libros en los que se recopilan sus artículos aparecidos en prensa, 9 libros que recogen su obra teatral, 6 libros de biografías, 5 ediciones de su obra poética, 1 traducción y un libro que contiene la correspondencia que mantuvo con Benito Pérez Galdós.

La relevancia de Emilia Pardo-Bazán en las letras españolas es digna de encomio y de reconocimiento, a pesar de la misoginia intelectual de su época.


Vayamos con Los pazos de Ulloa. Fue publicada en 1886 y se debería leer conjuntamente con la otra obra de Emilia, La madre naturaleza. Los pazos de Ulloa reflejan bastante bien el estilo naturalista del que la autora se había empapado, estudiando concienzudamente a Émile Zola.

Según sus críticos, esta novela expresa la colisión entre las ideas de Emilia Pardo-Bazán, el contexto en el que ha nacido y el tiempo que le ha tocado vivir. Aunque el enfoque es naturalista, también se la puede considerar como realista.

La novela no es fácil de leer, para mí no lo ha sido, porque está situada en una Galicia profunda en la cual se habla gallego, en contraste con el castellano que habla la burguesía de las ciudades. Por esta circunstancia, Emilia Pardo-Bazán tiene que elegir un modo de expresión, y lo hace: ni uno ni otro. Si escribía en castellano perdía la esencia de los lugareños, algo que ella deseaba comunicar. Así que optó por elaborar su propio lenguaje, una especie de «hibridismo castellano-gallego», algo que se aproximaba bastante a la realidad.

Los temas que toca la narración son universales en su tiempo y hoy día: el caciquismo, la primitiva vida rural, las clases sociales y el no determinismo de la existencia.
“La aldea, cuando se cría uno en ella y no sale de allí jamás, envilece, empobrece y embrutece.”
“Por todas partes cubre el manto de la política intereses egoístas y bastardos, apostasías y vilezas.”
 La historia cuenta el viaje de un cura, Julián, un poco lelo, a los Pazos de Ulloa para ponerse al servicio como administrador del marqués Don Pedro Moscoso. Lo que se encuentra al llegar al pazo es desolador y hace que se conmueva en él toda su educación. El palacio está en la más absoluta decadencia no solo material sino también personal por parte de los personajes que desfilan por la novela. Domina la ignorancia y el abandono, la inmoralidad más abyecta, la crueldad y un caciquismo insoslayable. Julián cree que el cambio es posible y trata de impulsarlo pero las fuerzas que se manifiestan en ese mundo son muy poderosas y él es solo un pobre hombre que nada más ha vivido en las cuatro paredes de la celda de un seminario. Poco es lo que puede hacer para frenar las pasiones humanas en todo su esplendor.

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