CARLOTA FAINBERG
Antonio Muñoz Molina (1999)Por Ángel E. Lejarriaga
En esta novela corta de Antonio Muñoz Molina (Úbeda,1956) nos encontramos con un hombre de mundo, con un hombre perdido en su ostracismo interior, con un canto lírico a la figura de Borges, con una broma, quizá también con una pasión fugaz, con un Buenos Aires en ruinas después de la dictadura militar de Videla y, finalmente, con una derrota.
Por supuesto, todas estas variables estás gobernadas por el azar qué provoca un encuentro no deseado; puras y simples veleidades de la diosa fortuna.
También hay que tener muy presente que en un momento dado de la narración, lo real y lo imaginario se entremezclan generando un marco de espanto gótico, aunque la historia en ningún momento genere esa sensación de terror.
Originalmente el texto se publicó por entregas en el diario El País, en 1994, tras la sugerencia de Juan Cruz de que Muñoz Molina escribiera para el periódico un texto que tuviera algo que ver con La isla del tesoro, pues ese año se celebraba el centenario de su publicación, pero cinco años más tarde retomó el texto y se decidió a reescribirlo, sumando algunas notas adicionales que le habían ido surgiendo, el resultado fue esta novela.
El planteamiento inicial del relato es atrayente: dos viajeros españoles se encuentran circunstancialmente en un aeropuerto norteamericano, con sus vuelos respectivos suspendidos debido a un temporal de nieve que azota la zona. Ellos son Marcelino y Claudio. Marcelino es un ejecutivo sin demasiados escrúpulos profesionales, que olfatea hoteles que pasan por un mal momento económico, que su empresa compra a bajo coste para reflotarlos. Su abanico de intereses se divide entre las mujeres hermosas, la buena comida, el alcohol y su esposa Mariluz, a la que idolatra, pero a la que es infiel siempre que tiene ocasión.
El segundo individuo en cuestión es Claudio, un individuo cetrino, ensimismado profesor de literatura, que al menos en el aeropuerto solo pretende ser invisible y centrarse en lo que más le gusta que es la lectura: es especialista en Borges y tiene que viajar a Buenos Aires para un encuentro académico precisamente sobre el tema.
En la sala de espera del aeropuerto transcurren parsimoniosas las horas mientras Marcelo divaga sobre su vida, sus recuerdos y su trabajo; y Claudio no ve el momento de escaparse de su sombra; sin embargo, Marcelo no le deja el más mínimo resquicio de fuga, y le cuenta una aventura que tuvo en Buenos Aires, en un viejo hotel, con una exuberante mujer llamada Carlota Fainberg. La historia que le describe es turbulenta, desbocada, sin tregua, le roba el aire. Claudio, precisamente, lleva una vida bastante alejada de este tipo de devaneos voluptuosos. Hasta tal punto es impresionado por la narración que cuando su compañero ocasional se marcha, llega a sentir, por unos instantes, una cierta añoranza, precisamente por alguien que no volverá a ver nunca más.
El malestar le dura poco, pronto se consuela con su querido e insustituible Borges, que le conduce inexorablemente hacia una derrota; no siempre se gana.
Blind Pew
Lejos del mar y de la hermosa guerra,
Que así el amor lo que ya ha perdido alaba,
El bucanero ciego fatigaba
Los terrosos caminos de Inglaterra.
Ladrado por los perros de las granjas,
Pifia de los muchachos del poblado,
Dormía un achacoso y agrietado
Sueño en el negro polvo de las zanjas.
Sabía que en remotas playas de oro
Era suyo un recóndito tesoro
Y esto aliviaba su contraria suerte;
Era suyo un recóndito tesoro
Y esto aliviaba su contraria suerte;
A ti también, en otras playas de oro,
Te aguarda incorruptible tu tesoro:
La vasta y vaga y necesaria muerte.
JORGE LUIS BORGES, El hacedor
La narración confluye vertiginosamente hacia un final que pretende sorprender, que como he dicho al principio, está entretejido entre lo real y lo imaginario, sin que pese demasiado esto último. Tal vez hubieran hecho falta más páginas para desarrollar esta última parte de la historia.
Hay algo que me ha asombrado en el texto, muy poco común o prácticamente inexistente en lo que he leído de Muñoz Molina, y es el uso desmesurado de anglicismos, varios por página, hasta el punto de hacer incómoda la lectura.
Es de suponer, como hipótesis, que el autor ha hecho al lector algún tipo de broma, o incluso ha ironizado sobre el mal uso del inglés que hacemos los españoles que no sabemos inglés, y que a pesar de ello introducimos en nuestro lenguaje cotidiano palabras en este idioma sin venir más o menos a cuánto.
Te aguarda incorruptible tu tesoro:
La vasta y vaga y necesaria muerte.
JORGE LUIS BORGES, El hacedor
La narración confluye vertiginosamente hacia un final que pretende sorprender, que como he dicho al principio, está entretejido entre lo real y lo imaginario, sin que pese demasiado esto último. Tal vez hubieran hecho falta más páginas para desarrollar esta última parte de la historia.
Hay algo que me ha asombrado en el texto, muy poco común o prácticamente inexistente en lo que he leído de Muñoz Molina, y es el uso desmesurado de anglicismos, varios por página, hasta el punto de hacer incómoda la lectura.
Es de suponer, como hipótesis, que el autor ha hecho al lector algún tipo de broma, o incluso ha ironizado sobre el mal uso del inglés que hacemos los españoles que no sabemos inglés, y que a pesar de ello introducimos en nuestro lenguaje cotidiano palabras en este idioma sin venir más o menos a cuánto.