14 jul 2022

Inés y la alegría

INÉS Y LA ALEGRÍA
Almudena Grandes (2010)

Por Ángel E. Lejarriaga



A la hora de escribir estas líneas hay que hacer énfasis en el triste fallecimiento de Almudena Grandes (1960-2021). Se nos fue demasiado pronto. El azar biológico nos la arrebató sin remisión, como suele hacer. ¡Qué la tierra le sea leve! Su obra permanecerá a través del tiempo, es algo innegable. Desde aquí le damos las gracias por los buenos momentos que hemos pasado con sus libros.

La novela que comentamos hoy es la primera de su saga Episodios de una guerra interminable. Es curioso que le pusiera este nombre, desconozco cómo llegó a adoptarlo; en cualquier caso, fue acertada su elección. Los acontecimientos nefastos que se desencadenaron con la proclamación de la Segunda República española, el 14 de abril de 1931, que perduran hasta hoy, forman parte del mismo engendro negro que ha supurado siempre en este desquiciado país de esclavos y de héroes, de verdugos implacables y de revolucionarios. La élite inquisitorial sigue viva, aunque ahora vistan de Mássimo Dutti o Dolce Gabbana, y hayan cambiado los viejos castillos y monasterios medievales, por mansiones en las zonas exclusivas de algunas ciudades y hoteles de lujo.

Obviando este detalle con importancia ―el de la interminable presencia de los amos de este país―, Inés y la alegría (1910) nos sitúa en ese punto de partida citado de la Segunda República, con distintos tiempos y voces narrativas. Muchas historias nacen y crecen a lo largo del relato para confluir en un final común. El marco central es un hecho histórico poco conocido: la invasión del Valle de Arán en el otoño de 1944. Este episodio estuvo protagonizado, esencialmente, por un ejército de ocho mil efectivos compuesto por militantes comunistas españoles, y organizado por un dirigente del Partido Comunista de España, sin contar con el propio partido, Jesús Monzón, personaje aristocrático que eligió la causa de los desposeídos, empeñando su vida en ello.


La novela comienza en el inicio del Golpe de Estado de los militares facciosos el 18 de julio de 1936 y llega hasta nuestros días. Como ya se ha dicho, el centro argumental es la invasión del Valle de Arán; sin embargo, la protagonista indiscutible es Inés, una joven perteneciente a una familia adinerada, que en un momento dado, durante los años de nuestra guerra, se afilia a las Juventudes Socialistas Unificadas; su hermano, falangista de pro, ocupará un puesto importante en el régimen de Franco. La militancia comunista de Inés conlleva consecuencias nada agradables para ella: primero sufrir la represión de los vencedores, en segundo lugar otras penurias derivadas de la relativa protección de su hermano, para acabar conviviendo con los invasores llegados de Francia.

Por la novela van a desfilar guerrilleros, que han luchado en la Resistencia francesa, y que se han incorporado a esa fuerza de liberación llena de esperanzas, la Unión Nacional Española, que se suponía iba a provocar el despertar de los aliados hacia el final de la Segunda Guerra Mundial; también hay exiliados republicanos que viven como pueden y que con el paso de los años van conformando una extensa comunidad de españoles, hombres y mujeres, afincados en el sur de Francia, en este caso en Toulouse. Los peligros, sacrificios, amores y sufrimientos de los protagonistas quedan perfectamente reflejados. Desde mi punto de vista, resulta indudable que la novela es un homenaje a la resistencia comunista y a sus carismáticos líderes. Así, aparte del maltratado por la historia, Jesús Monzón Reparaz, aparecen por la páginas de la obra Santiago Carrillo y la inefable Dolores Ibárruri, personaje aclamado o por los comunistas españoles de ayer y de hoy.

En ningún momento Almudena Grandes oculta su afinidad por dicha militancia, no pretende ser imparcial, cuenta lo que le apetece, según sus convicciones, y como le apetece, sin entrar en honduras políticas. Le interesan más los amores de Pasionaria con un camarada mucho más joven que ella, que la afinidad de esta por Stalin; algo que, por cierto, no era solo característico de Dolores Ibárruri, sino que compartía toda la dirección del PCE de aquellos tiempos. Esta afinidad estuvo presente durante nuestra guerra contra los rebeldes.

A pesar de su gran interés literario e histórico, la novela puede resultar folletinesca por momentos; no obstante, posee la virtud de estar excelentemente documentada, lo que nos permite conocer los entresijos de la supervivencia de los hombres y mujeres que cruzaron la frontera francesa en 1939 ―republicanos, socialistas, comunistas y anarquistas― cuando la guerra estaba perdida, si bien muchos de ellos y ellas nunca lo aceptaran con total plenitud.

La ciudad por excelencia de la narración es Toulouse, aunque Bosot tiene un gran protagonismo, así como Viella, Lérida y Madrid.

Esta saga está inspirada en los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós, asociados a El Ruedo Ibérico, las tres novelas de Valle Inclán que describen el reinado de Isabel II. De este modo, podríamos sumar a los anteriores episodios históricos citados las veintitrés novelas de Pío Baroja agrupadas bajo el título de Memorias de un hombre de acción. La serie de cinco novelas de Almudena Grandes podría enlazar justo en el instante en que Baroja lo dejó.

En las obras que componen sus episodios la autora utiliza a personajes sencillos como protagonistas que subsisten y resisten a la represión y al oscurantismo del régimen triunfante tras tres años de guerra sangrienta. El 1 de abril de 1939 los amos recuperaron el dominio de nuestras tierras, si es que alguna vez lo perdieron, pudiendo desde entonces gestionar con tranquilidad y mano de hierro el inmenso latifundio que es España.

Así, mientras los franceses festejaban su liberación con la entrada de la División Leclerc en París, con los primeros tanques ocupados por españoles que soñaban con liberar a su país de las garras del fascismo, otros españoles invadían Iberia encuadrados en el ejército de la Unión Nacional Española. Esta operación militar podía haber salido bien, pero no fue así. Detrás del fiasco estuvieron las luchas intestinas que existían dentro del PCE y la traición de las naciones que vencieron a las fuerzas del Eje, más interesadas en proteger al sistema capitalista de cualquier riesgo de contaminación revolucionaria, que de echar del poder al general rebelde Francisco Franco.

Inés y la alegría es una novela necesaria e imprescindible, vista desde el conjunto de la obra de la que forma parte; es una buena medida de las miserias arrastradas y presentes de España. Los Episodios de una guerra interminable tendrían que ser lectura obligatoria para las nuevas generaciones de estudiantes, para que comprendieran el trágico devenir de nuestra historia; también para que fueran conscientes de que cualquier mejora en nuestras vidas se consigue en base a luchas sin cuartel contra los amos, luchas que hay que mantener en el tiempo porque en el momento en que los desposeídos bajan la guardia, los amos aprovechan para eliminar dichas mejoras, como está ocurriendo al día de hoy.

Como punto y final a este comentario, he aquí un pequeño dialogo entre el Lobo y Galán, dos personajes de la narración, que sintetiza las diferencias existentes entre el país que se despertó en 1931 y el que se forjó a partir de 1939:
“―¡Escúchame de una vez Galán!―el Lobo fue a por él, le cogió por los brazos, le obligó a mirarle―. España ya no es nuestro país, te guste o no, esa es la verdad. Los españoles que nosotros conocimos ya no existen, están todos muertos o en la cárcel, o tienen tanto miedo que no saben ni cómo se llaman.”

 

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