Paul Auster
Por Ángel E. Lejarriaga
Paul Auster (1947-2024). Viajes por el Scriptorium se publicó en el año 2006. Eesta novela era esperada, entre otras cosas para constatar si estaba a la altura de las anteriores; esto, fundamentalmente lo planteaba la sesuda crítica literaria, al resto de los seguidoras de Auster es más que probable que les diera igual el calibre del resultado, sólo querían leer textos producidos por él. Según se dijo, la obra jugaba con todo lo que había escrito hasta ese momento; tenían razón porque por la novela aparecen personajes que habían estado presentes en reconocidas obras anteriores. En la narración estos personajes visitan al protagonista en una habitación en la que se encuentra aparentemente prisionero. En síntesis, el hombre encerrado es el propio autor y es visitado por sus creaciones, esto no lo sabe él. Unamuno ya describió ese encuentro entre autor y personaje en Niebla. Mr. Blank, así se llama el protagonista, tiene unos sesenta años, aparte de estar bastante maltrecho físicamente tiene grandes lagunas de memoria sobre su pasado. Un buen día se despierta en el cuarto y no recuerda quién es ni que hace allí, entonces comienzan las visitas de los personajes que él creo, aunque como se ha dicho no sabe que son obra suya.
Siempre, ante cualquier narración, esperamos que el autor empiece contándonos el porqué de esa historia, su justificación y dirección, luego queremos que nos explique el final, por muy abierto que esté. En este caso nos vamos a llevar una sorpresa porque Auster no nos va a complacer. Aunque el libro parece una novela en realidad no lo es, sino más bien una reflexión sobre el acto creativo. Es decir, el argumento no posee sentido. La obra la podría haber firmado perfectamente Frank Kafka, sin lugar a dudas. Mr. Blank no sabe cómo ha llegado a esa habitación y, además, presumiblemente nunca va a salir de ella, tampoco sabe la razón. El tema parece absurdo y lo es realmente. En unas declaraciones que realizó Paul Auster cuando presentó este libro dijo que era “el punto final de su carrera”. Entonces, ¿qué nos está diciendo? ¿Es un homenaje a sí mismo, a sus personajes? ¿Es un simple ejercicio de escritura cuando no surgen ideas nuevas que plasmar en el papel? No podemos conocer los oscuros secretos del autor pero lo cierto es que mantiene durante todo el tiempo de lectura la tensión, hasta hacer que el lector tenga prisa por llegar al final para saber de qué va el texto, porque hasta la última línea las páginas tienen que conducir a algún sitio; eso esperamos. Lo cierto es que se trata más bien de un rompecabezas que nos conducirá a una explicación atrevida e inesperada. En principio no sabemos quién es Mr. Blank, sí sabemos que se siente culpable tal vez por algo que hizo en el pasado, aunque piense que lo que le sucede es injusto. Los visitantes proporcionan algo de información, leve, ni mucha ni poca; luego están los papeles que hay sobre su escritorio, que parecen indescifrables, y unas fotografías, la suma ello va dando cierta forma al relato, hasta el momento apoteósico en el que una de las visitas confiesa a Blank que no existe, que es una invención de él: “No somos nada, pero la paradoja es que nosotros, seres puramente imaginarios, sobrevivimos a la mente que nos creó, porque una vez arrojados al mundo existiremos hasta el fin de los tiempos, y nuestras historias seguirán contándose incluso después de que hayamos muerto”.
Mr. Blank es Auster y de algún modo debe penar por el daño que ha hecho a sus creaciones. La incertidumbre va a ser su condena, como en el mito de Sísifo, cada día que se despierte tendrá que empezar de nuevo a preguntarse quién es, dónde está, qué hago aquí: “Mañana no recordaré ni una palabra de lo que he dicho hoy. Y usted lo sabe. Lo sé hasta yo, que no sé ni por dónde ando”.
Scriptorium literalmente se define como “un lugar para escribir”. Se ha utilizado habitualmente el término para describir una habitación durante el medievo europeo que se dice que había en los monasterios en los que se copiaban manuscritos. Alguna tesis producto de la investigación ha afirmado que dichas estancias eran poco frecuentes y que “la mayor parte de la escritura monástica se habría realizado en una especie de cubículos que existían en los claustros o en las propias celdas de los monjes”. No obstante, de existir tales habitaciones habrían estado próximas a una biblioteca. Así, el hecho de que en un monasterio hubiera biblioteca indicaba que en sus proximidades habría un scriptorium.
Otras entradas sobre Paul Auster en este blog:
- La música del azar
- La historia de mi máquina de escribir
- El cuaderno rojo
- La noche del oráculo
- El cuento de Navidad de Auggie Wren
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- Un baño de literatura
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