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31 jul 2025

El cuaderno de Maya


EL CUADERNO DE MAYA (2011)
Isabel Allende



Por Ángel E. Lejarriaga



Isabel Allende (1942). Como es bien sabido, la autora chilena desde sus inicios como escritora ha transitado por diversos géneros y estilos. Su primer gran éxito fue La casa de los espíritus (1982). Sus textos se enmarcan entre el realismo mágico, la novela histórica y la crónica intimista. Con El cuaderno de Maya (1911), la autora se introduce en un recorrido muy contemporáneo en el que se abordan temas que nos son muy familiares, como la drogadicción, el exilio, la memoria y la reconstrucción personal. Esta novela marca una inflexión en su carrera al apostar por una voz narrativa joven, desgarrada y crítica, que le permite a la autora explorar los límites del dolor y la redención, si tal cosa es posible.

La novela está estructurada como un cuaderno de notas escrito por Maya Vidal, una joven de 19 años, en su exilio autoimpuesto den la isla de Chiloé, al sur de Chile. Desde esta geografía insular y simbólicamente marginal, la protagonista cuenta en retrospectiva los eventos que la llevaron hasta allí. La narración alterna entre su presente en la isla —un espacio de silencio, contención y cura— y su tumultuoso pasado reciente, que incluye la muerte de su abuelo adoptivo, una espiral de autodestrucción en Las Vegas, y su vinculación accidental con una red criminal. Este vaivén entre pasado y presente confiere a la novela una estructura no lineal, apoyada en la fragmentación del diario íntimo, que da voz a los recuerdos, los traumas y los procesos de aprendizaje de la protagonista.

El cuaderno, en tanto artefacto narrativo, cumple una doble función: es el dispositivo mediante el cual Maya se reconstruye a sí misma —a través del ejercicio de escritura— y, al mismo tiempo, es el canal por el cual el lector accede a los recovecos de su subjetividad. La estructura episódica y a veces desordenada del relato refleja con eficacia el estado emocional de la narradora: caótico, nostálgico y profundamente humano.

Maya Vidal es una protagonista atípica dentro del universo narrativo de Isabel Allende. A diferencia de las heroínas de sus novelas anteriores. No es una mujer mística ni una figura histórica, sino una adolescente rebelde, sin rumbo, mestiza, criada por su abuela chilena y su abuelo afroamericano, en Berkeley, California. Su historia personal se inscribe en una genealogía afectiva marcada por el abandono materno y la muerte. La voz narrativa de ella se caracteriza por una frescura provocadora, teñida de sarcasmo, dolor y búsqueda de sentido, cómo no.

El contrapunto emocional de Maya lo encarna su abuela Nini, una mujer fuerte, comprometida políticamente y marcada por el exilio y la dictadura chilena. Nini representa la dimensión ideológica de la novela: su pasado militante en la izquierda chilena y su exilio en EEUU evocan la memoria histórica de América Latina. El abuelo Popo, un astrónomo afroamericano, es quizás el personaje más entrañable, aunque su muerte es el punto que desencadena la crisis de la joven. En la isla, otros personajes entran en escena: Manuel Arias, un exiliado chileno y viejo amigo de la abuela, y gente local que acompañan la lenta transformación de la narradora.

La riqueza de los personajes reside en su complejidad emocional, y en cómo encarnan distintas formas de exilio, pérdida y resistencia. Cada figura que rodea a Maya contribuye a su proceso de reconstrucción identitaria.

Uno de los temas centrales de la novela es el exilio, abordado tanto en su dimensión literal como simbólica. Maya es exiliada de su vida anterior, de su país, de su lengua y de sí misma. La isla de Chiloé representa un refugio geográfico, pro también espiritual. Allí, el tiempo parece suspenderse, permitiendo una introspección que no había sido posible en los espacios urbanos de Las Vegas o Berkeley. A través de este espacio Isabel Allende explora la memoria, tanto individual como colectiva. La historia personal de Maya se entrelaza con la historia reciente de Chile, en especial con las secuelas de la dictadura de Pinochet. Aunque este trasfondo histórico no ocupa el centro de la trama, aparece como una resonancia constante, una herida que forma parte del imaginario de los personajes adultos. El trauma de Maya, entonces, dialoga con los traumas históricos de la nación chilena, estableciendo un paralelismo entre el dolor íntimo y el dolor social.

La novela también se inscribe en la tradición de las narrativas de redención. El descenso de Maya al infierno de las drogas, del abuso y la violencia continua, culmina en una posibilidad de salvación que, si bien no es total, se presenta como un proceso arduo de reconstrucción personal. A diferencia de otras novelas que tratan la adicción desde la victimización, Isabel Allende opta por una mirada matizada, humanista y crítica.

La elección de Chiloé como lugar de exilio y transformación no es fortuita. Esta isla del sur de Chile, rica en mitología, costumbres autóctonas y una relación simbiótica con la naturaleza, se convierte en un personaje más de la novela. El aislamiento geográfico favorece el recogimiento, pero también el descubrimiento de otras formas de vida más comunitarias, silenciosas y espirituales. El sincretismo cultural chilote, entre lo indígena y lo hispánico, ofrece un contrapunto a la violencia, el vacío y el anonimato de las grandes ciudades norteamericanas.

Para terminar hay que decir que El cuaderno de Maya es una obra que se aparta de la grandilocuencia de otras novelas de Isabel Allende para adentrarse en un terreno más íntimo, contemporáneo y vulnerable. A través del viaje de Maya, la autora explora los mecanismos del dolor, la pérdida, la culpa y la posibilidad de salvación. En cualquier caso, ofrece un buen viaje a los infiernos, con resurrección incluida.

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· Trilogía juvenil de Isabel Allende
· Inés del alma mía
· Mi país inventado
· Cuentos de Eva Luna
· Señores de negro con espada

4 feb 2025

Danzad negros malditos

LA ISLA BAJO EL MAR (2009)
Isabel Allende



Por Ángel E. Lejarriaga

 

Isabel Allende (1942). Esta novela nos cuenta la vida de Zarité, también llamada Tété, nacida esclava en la isla de Santo domingo, de madre esclava africana que nunca llegó a conocer. Aunque intentemos imaginarnos la vida de los esclavos en esta isla no lo lograremos, lo que vivieron fue mucho peor. Dicen que la realidad siempre supera la ficción y es cierto. La existencia de Zarité es terrible, enmarcada por la brutalidad que la rodea, también con sus buenos momentos asociados a la música de percusión africana y al vudú, un gran apoyo cuando todo se daba por perdido.

Hablamos de esclavitud como si fuera un episodio del pasado, lo mismo que estamos banalizando el “Holocausto”, cuando no negándolo, o la represión de las dictaduras contemporáneas, entre ellas la del general Franco durante cuarenta años y decenas de miles de víctimas en su haber. Si bien cualquiera de estos últimos eventos históricos fueron una muestra de la brutalidad que es capaz de desarrollar el ser humano, nada es comparable con lo que han sufrido los esclavos en la historia de la humanidad. Entre los siglos XVIII y XIX 24 millones de personas fueron deportadas de África y vendidas en las colonias americanas. Hasta que se produjo la gran revuelta de Haití en 1791 no se inició la emancipación de los esclavos, que todavía tardará un siglo en alcanzar su techo. Utilizo este último término “techo” porque realmente la esclavitud nunca desapareció del todo en el mundo. En la actualidad según datos de la ONU existen 50 millones de esclavos.

«La música es un viento que se lleva los años, los recuerdos y el temor, ese animal agazapado que tengo dentro».

Pero continuemos con la historia, en 1770 Toulouse Valmorain tiene veinte años de edad, y llega a la isla de Santo Domingo con la idea de enriquecerse, como la mayor parte de los europeos que arribaban en las costas americanas. De su padre había heredado una plantación en Saint-Lazare, cuya gestión era una actividad compleja sobre todo si se desconocía el medio. En ese contexto compró a Tété. Su papel no va a ser sólo el de bestia dedicada al trabajo, sino que también, por su condición de mujer, va a servir de desahogo gratis a su amo. Ni siquiera será dueña de los hijos que nacen de las continuas violaciones que sufre.


Desde el instante de la compra sus vidas van a estar entrelazadas, con diversos recorridos. Los años pasan y con ellos y en ellos muchas son las vivencias, agradables y desagradables que circundan a los personajes, pero será la revolución sangrienta de Toussaint Loverture la que sitúe al límite sus vidas; medio millón de esclavos se levantan contra una ínfima minoría de blancos crueles. Haití se convierte en un caos en el que el colonialismo francés queda desterrado y es sustituido por los nuevos líderes negros que pronto se convierten en títeres de otros colonialistas. Tété a pesar de los pesares siempre tiene una idea fija, conseguir su libertad y la de su hija.

“La libertad será siempre más grande que el destino, porque el destino es ciego mientras que la libertad puede ver.”

De Haití viajará a Nueva Orleans, caracterizado por un esclavismo más moderado, pero esclavismo al fin y al cabo, con un incipiente movimiento abolicionista situando básicamente en el norte del país, EEUU. La solidaridad y el apoyo mutuo entre negros y algunos blancos van a facilitar su supervivencia.

“El poder de la solidaridad es más grande que el poder de la opresión.”

Isabel Allende nos da una lección de historia de una época, contemporánea con la Revolución francesa, que parce tenemos olvidada. El nazismo no inventó nada, tal vez los humanos llevamos en el ADN algo maligno a revisar. Los colonialistas de entonces consideraban a los negros como una raza inferior, algo parecido a los humanos pero no totalmente humanos. Estaban considerados a la altura de una vaca o un caballo, y en ocasiones incluso valían menos y eran más fácilmente desechables. Esta lección del pasado nos viene bien sobre todo hoy cuando, por ejemplo, el comercio de esclavos se está produciendo en un país cercano a nuestras costas, Libia, donde las empresas occidentales explotan sus recursos petrolíferos con mano de hierro. Hay que decir que hoy la esclavitud toma diversas formas, la que vivimos en occidente es más sutil, nos encadenan al precio de la vivienda, los salarios bajos, la carestía de los productos de primera necesidad, la subida de precios de la energía; estamos cargados de cadenas que no se ven pero se sienten.

“Baila, baila, Zarité, porque esclavo que baila es libre... mientras baila.”

OTROS ARTÍCULOS DE ISABEL ALLENDE EN ESTE BLOG:


8 jul 2024

Trilogía juvenil de Isabel Allende

LA CIUDAD DE LAS BESTIAS (2002)
EL REINO DEL DRAGÓN DE ORO (2003)
EL BOSQUE DE LOS PIGMEOS (2004)
Isabel Allende



Por Ángel E. Lejarriaga



Esta trilogía de Isabel Allende (1942) tiene ya veinte años, fue reeditada con éxito en un único volumen en 2010. En estos libros se cuentas las aventuras de Águila y Jaguar, es decir, Alex y Nadia en su periplo por Africa, el Himalaya y el Amazonas.

El primer contacto que tenemos con nuestros “héroes” adolescentes es en La ciudad de las Bestias (2002). Alex tiene entonces quince años y vive con su abuela paterna en New York. Digamos que su padre ha repartido a sus hijos e hijas porque tiene un problema grave entre manos, el cáncer de su esposa. Alex no está contento con la separación familiar pero resulta que su abuela Kate escribe para International Geographic y tiene planeado un viaje por el Amazonas. El punto de vista del chico cambia radicalmente. Al principio de este viaje conoce a Nadia que tiene doce años y es hija del guía de la expedición. La relación entre ellos es magnética pero infantil. Lo que viene después nos lo podemos imaginar de antemano: están en una selva impenetrable, llena de amenazas de todo tipo que deben sortear constantemente, y realizan un descubrimiento extraordinario, una ciudad perdida. 

En el siguiente libro, El reino del Dragón de Oro (2003), el viaje que comparten Alex y Nadia con Kate transcurre por el Himalaya y por el denominado Reino Prohibido. Como no podría ser de otro modo, surgirán nuevos peligros, conocerán poderes místicos, lamas beatíficos, guerreros invencibles e incluso el famoso yeti para que no falte de nada. Quizá todo muy tópico pero entretenido. 

La tercera y última entrega repite el patrón de las anteriores aunque es mucho más terrenal y reconocible por las indignidades que describe, en este caso viajan a África Ecuatorial. Alex y Nadia ya son jóvenes atractivos que destacan en fuerza y belleza, lo cual comienza a generar ciertas tensiones hormonales reconocibles, aunque ellos no lo admitan. Con el mismo atrevimiento de los libros anteriores, se enfrentan a situaciones por momentos descabelladas pero cargadas de un mensaje de denuncia, sobre las que puede reflexionar el lector. En este caso van a la busca de unos misioneros desaparecidos y entrarán en contacto con el pueblo pigmeo.

Independientemente del hecho de que los textos no son para adultos, pero podrían haberlo sido, Isabel Allende aprovecha la oportunidad de la narración para reflejar en sus páginas temas que a ella le preocupan -que nos deberían preocupar a todas- y que de una manera u otra aparecen en la mayoría de sus novelas: el feminismo, la defensa de los animales, el ecologismo, el colonialismo, el autoritarismo, el misticismo, el amor, la magia, el derecho a la autodeterminación de los pueblos, el respeto por las culturas ancestrales, la camaradería y la rebelión cuando las leyes sólo sirven para consolidar la opresión. En La isla de los pigmeos queda expresada de manera explícita su posición ante la injusticia, no sólo denuncia sin subterfugios la opresión y la explotación cruel en la que viven tanto los pigmeos como otros pueblos africanos, sino que alienta la insurrección violenta contra los dictadores, tomen la forma que estos tomen: religiosa, real o militar. En un momento apoteósico del libro, los esclavos liberados no ponen inconveniente alguno a echar vivo a los cocodrilos a un sangriento dictadorzuelo de aldea olvidada. Reconozco que la rebelión de los "perdedores" al final del tercer libro es lo que más me entusiasmado.


















 

Otras entradas de Isabel Allende en este blog:

Obra de Isabel Allende

Narrativa
  • La abuela Panchita (1974), infantil; ilustraciones de Marta Carrasco, editorial Lord Cochrane, Santiago.
  • Lauchas y lauchones, ratas y ratones (1974), infantil, Lord Cochrane, Santiago.
  • Civilice a su troglodita. Los impertinentes de Isabel Allende (1974), recopilación de columnas que publicaba la autora bajo ese mismo título en la revista Paula, Lord Cochrane, Santiago.
  • La casa de los espíritus (1982), novela.
  • La gorda de porcelana (1984), cuento juvenil.
  • De amor y de sombra (1984), novela.
  • Eva Luna (1987), novela.
  • Cuentos de Eva Luna (1989), 23 relatos.
  • El plan infinito (1991), novela.
  • Paula (1994), obra autobiográfica.
  • Afrodita (1997), obra autobiográfica.
  • Hija de la fortuna (1998), novela.
  • Retrato en sepia (2000), novela.
  • La ciudad de las bestias (2002), novela juvenil.
  • Mi país inventado (2003), obra autobiográfica.
  • El reino del dragón de oro (2003), novela juvenil.
  • El bosque de los pigmeos (2004), novela juvenil.
  • El Zorro: comienza la leyenda (2005), novela.
  • Inés del alma mía (2006), novela histórica.
  • La suma de los días (2007), obra autobiográfica.
  • La isla bajo el mar (2009), novela.
  • El cuaderno de Maya (2011), novela.
  • Amor (2012), recopilación de escenas de amor seleccionadas de entre sus libros.
  • El juego de Ripper (2014), novela policiaca.
  • El amante japonés (2015), novela.
  • Más allá del invierno (junio de 2017), novela.
  • Largo pétalo de mar (2019), novela.
  • Mujeres del alma mía (2020), obra autobiográfica.
  • Violeta (2022), novela.
  • El viento conoce mi nombre (2023), novela.
Teatro
  • El embajador (estrenada en Santiago en 1971).
  • La balada del medio pelo (estrenada en Santiago bajo la dirección de Víctor Bogado, teatro El Túnel, 1973).
  • Yo soy la Tránsito Soto (estrenada en Santiago en 1973).
  • Los siete espejos (estrenada en Santiago en 1975).


13 may 2024

Señores de negro con espada

El Zorro (2005)

Isabel Allende


Por Ángel E. Lejarriaga



Isabel Allende (1942) nos entretiene con una novela de aventuras sobre un cuento muy vivo, que muchos niños y niñas de mi generación disfrutamos con deleite; desde siempre me han gustado los justicieros misteriosos que se sacrifican por los demás. Tal vez los españoles, hombres y mujeres, tenemos mucho de quijotes, o teníamos, no sé cómo está en la actualidad el estado de la cuestión.

Cuando te introduces en las páginas del libro notas enseguida la viveza de las imágenes que transmite, cierras los ojos y ves las escenas con claridad. Me ha gustado mucho Isabel Romeu, fuerte, indómita. Colocar a mujeres en primer plano es algo característica de Isabel Allende. Luego las aventuras y desventuras a través de los años son jocosas, truculentas por momentos y emocionantes. Menos mal, por una vez, los buenos ganan. 

El gran protagonista es Diego de la Vega, que desempeña muy bien su papel de caballero tenaz, que sin ser sanguinario coloca a los malos en su sitio y lava su nombre, mancillado por la insidia y la codicia. La narración recorre la biografía de éste, por más señas el futuro Zorro. Diego es hijo de un militar, don Alejandro de la Vega, que cumple su servicio de armas en las colonias españolas en California. En estas tierras conocer a una indígena, Toypurnia, de la que se enamora y a la que se une. De dicha unión nacerá Diego, que crecerá salvaje, entre dos mundos, educado por un cura misionero, el Padre Mendoza y la india Lechuza Blanca, su abuela. A su lado estará siempre su mejor amigo, Bernardo. Estos son los basamentos de que parte la historia, a través de un peregrinaje a una España ocupada por los franceses. En la Península se hará un maestro de la espada, conocerá a una partida de gitanos que le ayudarán y a los que ayudará, y también a un pirata, Jean Laffite. Como vemos, no falta de nada para hacernos pasar un buen rato. Además, el relato histórico se une al relato de aventuras lo que da al libro un toque culto. Lo mismo que Isabel Allende nos enseña cómo era California en aquellos tiempos, también da un buen repaso a Europa y a España. 
“Atravesando la angosta cintura del istmo de Panamá, un viaje que sólo requiere un par de días, se ahorran meses de navegación, por lo mismo el emperador Carlos I soñaba, ya en 1534, con abrir un canal para unir los dos océanos, idea descabellada, como tantas que se les ocurren a ciertos monarcas.”
“La memoria es frágil y caprichosa, cada uno recuerda y olvida según su conveniencia. El pasado es un cuaderno de muchas hojas, donde anotamos la vida con una tinta que cambia según el estado de ánimo.”
En sí, una novela divertida, cargada de emociones, que nos proporciona conocimientos históricos y con una conducta moral del protagonista, y de algunos de sus acompañantes, digna de encomio.

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14 jun 2023

Relatos para llevarme a una isla desierta


CUENTOS DE EVA LUNA (1989)

Isabel Allende

Por Ángel E. Lejarriaga


La chilena Isabel Allende (1942) en esta recopilación de veintitrés relatos puso en el escaparate literario su inmensa capacidad a la hora de contar historias. Como se puede constatar recorriendo sus páginas, cada uno de los cuentos podrían ser el esqueleto para una novela en sí misma. A pesar del tiempo transcurrido desde su publicación no deja de sorprender su lectura actual.

La narradora de los relatos es Eva Luna, la protagonista de la novela del mismo nombre de Isabel Allende publicada en 1987; sus cuentos vieron la luz dos años después, en 1989. Desde mi punto de vista, sería muy conveniente una lectura previa de esta obra, así se disfrutaría más de los escenarios y los personajes nos resultarían familiares.

El contenido de los cuentos es el propio de la existencia humana, material con el que Isabel Allende sabe construir sus microuniversos, que no son tan únicos de América Latina, como se ha llegado a decir, sino que son universales. Nos hablan, por supuesto, del amor, de las pasiones que se desencadenan a su paso, del odio, de la búsqueda de reparación ante un daño recibido, del cariño, de seres autoritarios y crueles, de la maldad en estado puro. Es probable que cada lectora, como ocurre siempre, logre poner más etiquetas a las ya dichas, no para restringir las narraciones a un marco concreto, sino para definirse a sí misma en su sentir interior.

Hay dos detalles relevantes, desde mi punto de vista, y que en general describen bien la literatura de Isabel Allende, y son el protagonismo que las mujeres cobran en sus escenarios literarios; también la referencia que nos hace a “Las mil y una noches”, a ese afán por encontrarse con cada ocultamiento del sol con algo nuevo, sorprendente, en forma de cuento, a través de la transmisión oral. Eso lo hace Sherezade y también Eva Luna.

Rápidamente, sin un afán escrupuloso por desentrañar cada relato, podemos hacer un viaje sobre ellos como si los sobrevoláramos desde gran altura, percibiendo bosquejos, rasgos, peculiaridades que los convierten en material magnético.

“Dos palabras”: Mujer pobre hecha a sí misma, con el don de la palabra escrita, escribe versos y cartas románticas, hombre, amor, misterio. “Niña perversa”: Mujer, hombre, pasión, el tiempo que no transcurre en vano, el deseo, también el amor. “Clarisa”: Mujer, hombre, solidaridad, maternidad, ilusión por la justicia humana y divina. “Boca de sapo”: Mujer, hombres solitarios y dominados por un cierto desamparo, prostitución. “El oro de Tomás Vargas”: Mujer, hombre, crueldad, maltrato, nada está determinado, la lucha es el único camino, venganza. “Si me tocaras el corazón”: Mujer, hombre, amor, crueldad, autoritarismo, piedad, tristeza, mucha tristeza. “Regalo para una novia”: Mujer, hombre, amor, pasión, aventura, ingenio, magia. “Tosca”: Mujer, hombre, amor, desamor, pasión, fantasía, reencuentro con el pasado, no hay posible reparación. “Walimai”: Mujer, hombre, indios, mundo espiritual, lealtad, amor a la naturaleza y a los propios orígenes. “Ester Lucero”: Mujer, hombre, madurez, amor, magia. “María la boba”: Mujer, prostitución, muerte. “Lo más olvidado del olvido”: Mujer, hombre, amor, pasión, tortura. “El pequeño Heildelberg”: Mujer, hombre, amor, pasión. “La mujer del juez”: Mujer, hombre, justicia social. “Un camino hacia el norte”: Mujer, hombre, maternidad, pobreza, norte opulento, en este mundo todo se compra y se vende. “El huésped de la maestra”: Mujer, venganza, maternidad, hombre, Fuente Ovejuna, justicia social. “Con todo el respeto debido”: Mujer, hombre, ambición, ascenso social. “Vida interminable”: Mujer, hombre, amor, pasión, tristeza. “Un discreto milagro”: Mujer, hombre, familia, magia. “Una venganza”: Mujer, hombre, violación, venganza, amor, irracionalidad, desconcierto. “Cartas de amor traicionado”: Mujer, hombre, amor, Cyrano de Bergerac. “El palacio imaginado”: Mujer, hombre, naturaleza, amor, selva, autoritarismo. “De barro estamos hechos”: Mujer, Rolf Carlé, muerte en directo.

Y esto es todo, es poco y es mucho, más de lo que permite mi amor por la sorpresa, y menos de lo que a mi entusiasmo le gustaría contar.
“Para ti el lenguaje es un hilo inagotable que tejes como si la vida se hiciera al contarla.”

“Y en ese instante, como si lo supiera todo, ella le dijo que el miedo es más fuerte que el deseo, el amor, el odio, la culpa, la rabia, más fuerte que la lealtad.”

“A veces, para exorcizar los demonios de un recuerdo es necesario contarlo como un cuento.”
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8 feb 2019

Inés del alma mía


Por Ángel E. Lejarriaga



Este libro, aparecido en el año 2006, hacía el número diecinueve en la recopilación de la obra de la chilena Isabel Allende (1942). En la actualidad, hasta 2017, he contado veintisiete publicaciones.

La literatura de Isabel Allende es variada: novela, cuentos, relato autobiográfico o narrativa juvenil. Su enfoque abarca a todos los públicos, naturalmente, con diversos efectos. Si El plan infinito (1991) para mí fue la “novela americana”, Inés del alma mía es la “novela indigenista”, una denuncia descarnada de la conquista de América por parte del alabado Imperio español, narrada por un personaje que da nombre al libro, Inés Suárez, conocida como la primera mujer española en pisar territorio chileno. La narradora es la hija de Inés, Isabel, que lee lo escritos dejados por su madre sobre lo que ha sido su vida.

La novela abarca varios períodos, el primero cubre los años 1500-1537 y básicamente describe la vida de Inés Suárez en España ―en Plasencia en concreto―, su matrimonio, sus experiencias iniciáticas en la sensualidad de la mano del inolvidable Juan de Málaga y su viaje al continente americano. El siguiente periodo, una vez en América, transcurre entre los años 1537-1540. En este se repasa cómo era la vida en El Cuzco y quiénes eran los incas; y aparecen figuras históricas como Francisco Pizarro, Diego de Almagro y el que sería el compañero sentimental de Inés Suárez durante una parte importante de su vida, Pedro de Valdivia. Entre 1541 y 1543 se describe con dramatismo la conquista de Chile. El resto de la novela es prácticamente un diario pormenorizado de las luchas intestinas entre los ambiciosos conquistadores; por supuesto, también nos cuenta su matrimonio con un capitán de Valdivia, Rodrigo de Quiroga, y la encarnizada guerra entre españoles y mapuches.

Para escribir esta obra, Isabel Allende se documentó durante cuatro años, bibliografía de la que deja constancia en el libro para que no quepa la menor duda sobre su fidelidad histórica. En una entrevista que le hicieron en el momento de publicación de la novela dijo que había tenido que contratar a dos personas para que le ayudaran a revisar la documentación que había acumulado sobre el tema.
 

Aunque parece un relato romántico, el contenido histórico es la clave fundamental que enmarca el texto. Precisamente esta novela ha sido criticada por ello. Se ha acusado a Isabel Allende de atender en exceso a la Historia, con mayúscula, dejando a un lado el desarrollo de la novela en sí misma. Aparte del hecho histórico, yo destacaría por encima de todo el papel de Inés Suárez, bastante alejado a todos los niveles de las mujeres de su tiempo. Un persona corajuda, dispuesta a batirse por amor, que empuña las armas y lo que sea necesario en su afán de trascender el mediocre papel que la sociedad le ha reservado. Tengamos en cuenta que estamos en el siglo XVI por lo que la personalidad y conducta de Inés Suárez adquiere mayor relevancia. Llegando más lejos diré, que la forma en que plantea Isabel Allende la sexualidad trasciende no solo su tiempo sin también el nuestro: “el goce como vía de experimentación de los sentidos”.
“No sostengo que todos sean iguales (los hombres), pero se parecen bastante, y con un mínimo de intuición cualquier mujer puede darles contento. A la inversa no es lo mismo; pocos hombres saben satisfacer a una mujer y aún menos son los que están interesados en hacerlo.”
Inés no se somete más que por la fuerza, es ella la que la que somete, la que sabe, la que ofrece su saber sensual, tanto Valdivia como Quiroga lo entienden así y la dejan hacer, ellos son los alumnos y ella la maestra.
“Pedro tenía mucho que aprender, pero no había prisa, contábamos con el resto de nuestras vidas y yo era buena maestra, al menos eso podía agradecer a Juan de Málaga. Una vez que Pedro comprendió que a puerta cerrada mandaba yo y no había deshonor en ello, se dispuso a obedecerme de excelente humor […] él creía que la entrega correspondía a la hembra y la dominación al macho, así lo había visto en los animales y aprendido en su oficio de soldado, pero no en vano Juan de Málaga había pasado años enseñándome a conocer mi cuerpo y el de los hombres.”
El título de la obra no refleja el contenido, tampoco sé cómo podría habérsela denominada con más acierto pero, desde luego, Inés del alma mía no la representa en absoluto.

Antes dije que Inés del alma mía era la “novela indigenista” de Isabel Allende y me reafirmo en ello. En el texto aparecen de manera explícita las vejaciones, torturas y matanzas a que fue sometida la población autóctona de los países que hoy conforman la América del Sur; la autora nos habla, especialmente, casi con desesperación, del indomable pueblo mapuche que todavía hoy día sigue en guerra contra cualquiera que pretenda oprimirle.
“Los mapuche solo saben de guerra y libertad. No tienen rey ni entienden de jerarquías, solo obedecen a sus toquis durante el lapso de la batalla. Libertad, libertad, solo libertad. Es lo más importante para ellos, por eso no pudimos someterlos, tal como no lo lograron los incas.”
Repasando por encima a alguno de los personajes históricos que pueblan la novela, la primera figura a reseñar es a la propia Inés Suárez (1507-1580):
“española, nacida en Plasencia, viajó al Nuevo Mundo en 1537 y participó en la conquista de Chile y la fundación de la ciudad de Santiago. Tuvo gran influencia política y poder económico. Las hazañas de Inés Suárez, mencionadas por los cronistas de su época, fueron casi olvidadas por los historiadores durante más de cuatrocientos años.”
Era una mujer de extracto social bajo, que se dedicaba a coser y a cocinar. Su vida fue muy limitada hasta que decidió viajar a América en busca de su marido.
“Nací en Plasencia, en el norte de Extremadura, ciudad fronteriza, guerrera y religiosa. La casa de mi abuelo, donde me crié, quedaba a un tiro de piedra la catedral, llamada La Vieja, por cariño, ya que sólo data del siglo XIV. Crecí a la sombra de su extraña torre cubierta de escamas talladas. No he vuelto a ver la ancha muralla que protege la ciudad, la explanada de la plaza Mayor, sus callejuelas sombrías, los palacetes de piedra y las galerías de arcos, tampoco el pequeño solar de mi abuelo, donde todavía viven los nietos de mi hermana mayor.”
El siguiente personaje en relevancia sería Pedro de Valdivia (1497-1553), extremeño de Villanueva de la Serena. Un militar profesional que tras participar, siempre bajo la bandera del emperador Carlos I de España y V de Alemania, en sus interminables y sangrientas guerras europeas, se embarcó para América bajo las órdenes del gobernador del Perú, Francisco Pizarro. Se le conoce como el conquistador y fundador de Chile. Pero también se le cita en otros ámbitos como el genocida del pueblo mapuche durante la Guerra de Arauco.
“Pedro provenía de una familia de militares sin fortuna pero de abolengo, cuyas proezas se remontaban a la lucha contra el ejército romano, antes de Cristo, continuaba por setecientos años contra los sarracenos y seguía produciendo varones de mucho temple para las eternas guerras entre monarcas de la cristiandad. Sus antepasados habían descendido de las montañas para instalarse en Extremadura.”
Otro personaje interesante que aparece y desaparece a lo largo de la novela es Francisco de Aguirre (1500-1581), nacido en Talavera de la Reina. Fue otro de los conquistadores afamados que participó en la conquista de Chile y parte de Argentina. Isabel Allende lo tacha básicamente de sádico asesino y violador contumaz, también de simpático.

Rodrigo de Quiroga (1512-1580), fue acompañante de los dos anteriores en la conquista de Chile. Desposado con Inés de Suárez.

Un personaje muy importante, sobre todo en la última parte de la novela, es Felipe, también conocido como Lautaro (1534-1557). Aunque he puesto una fecha de nacimiento esta no es del todo segura. Fue capturado por las tropas de Pedro Valdivia en la zona de Trehuaco, cercana a Provincia de Concepción, cuando contaba once años. No es la única versión que existe sobre su lugar de captura. Era hijo del mapuche Curiñancu. Formó parte del servicio de Valdivia durante tres años. Entre sus tareas se encontraba el cuidado de los caballos de este. Uno de los principales capitanes de Valdivia enseñó al niño el manejo de las armas españolas y tácticas de guerra, no se sabe bien con qué objeto. Lo cierto es que Lautaro fue testigo de las salvajadas que hicieron los soldados españoles a sus compatriotas mapuches. Estas experiencias llevaron al chico a fugarse. El resto fue coser y cantar. Años después, en cuanto los mapuches le vieron actuar, le reconocieron como a un líder, y no solo eso, Lautaro les enseñó a luchar como lo hacían los españoles: a no tener miedo a los caballos, a montarlos e incluso a usar las armas que robaban a los enemigos.
“Su verdadero nombre era Lautaro y llegó a ser el más famoso toqui de la Araucanía, temido demonio para los españoles, héroe para los mapuche, príncipe de la epopeya guerrera […] Treinta años más tarde, el espíritu de Lautaro todavía andaba en la cabeza de sus huestes y su nombre resonará por los siglos, nunca podremos vencerle.”
Al terminar la novela te preguntas muchas cosas, no sobre Inés Suárez, sino por lo que les llevaba a los conquistadores de mayor y menor alcurnia a embarcarse para el nuevo mundo, pasar penalidades y cometer todo tipo de atrocidades. La única respuesta que me ha venido a la cabeza es la codicia, el ansia de riquezas, el deseo de ejercer el poder sin límites, sin ningún tipo de restricción. El mismo Valdivia, en principio tenía buenas ideas, las crónicas le definen como una persona noble, honesta y soñadora. ¿En qué se convirtió después? En un sanguinario déspota. Hasta tal punto resulta odioso el personaje que cuando muere al final de la novela sientes un cierto regocijo.
“El oro dividía a los españoles en el Perú, atizaba la maldad y la codicia, alimentaba las maquinaciones, ablandaba las costumbres y perdía las alamas.”
En fin, que nadie se escandalice, lo que cuenta Isabel Allende lo contó antes Bartolomé de las Casas, es nuestra historia, esa historia de la que nos sentimos tan orgullosos y que conmemoramos con júbilo siempre que tenemos oportunidad.

22 nov 2018

Mi país inventado

Por Ángel E. Lejarriaga



Cuando se publica esta obra en gran medida autobiográfica en el año 2003, Isabel Allende (1942) es mundialmente famosa y tenía en su haber trece libros algunos auténticos superventas, como La casa de los espíritus (1982), novela a la que siguieron con semejante éxito De amor y de sombra (1984), Eva Luna (1987), El plan infinito (1991), Paula (1994), Hija de la fortuna (1998) y Retrato en sepia (2000). Aparte de estas novelas publicó hasta 2003 un libro de relatos cortos, otro de gastronomía y varios dedicados al público juvenil. Todos ellos los he leído por lo que tengo conocimiento de causa sobre la evolución de la escritora. Con su lectura lo he pasado bien, pero hay cuatro que para mí son muy especiales: La casa de los espíritus, El plan infinito, Paula y este que tenemos entre manos. Si bien toda la obra de Isabel Allende —que algunas voces críticas consideran subliteratura— siempre tiene alguna referencia próxima, familiar o como queramos llamarlo, algo por otra parte lógico en cualquier persona que se dedica a escribir, El Plan infinitoPaula y Mi país inventado son autobiográficos directamente. En la segunda Isabel Allende expresa, quizá sacando al exterior sus demonios interiores, el insoportable dolor que le produce la enfermedad, agonía y muerte de su hija Paula. Es una aproximación certera y sin tapujos a la tortura emocional que vivió en su seno familiar. En el tercero, el viaje tiene un recorrido histórico por los lugares que ha habitado desde su nacimiento, por supuesto por Chile y en general por Latinoamérica.

¿Es una biografía al uso? No me lo ha parecido aunque sí contiene variados eventos de su vida, referidos estos tanto a lo personal como a lo político. Ni ella ni nadie puede contar su trayecto existencial al margen de los acontecimientos históricos en que este se desarrolla. Isabel Allende tuvo que exiliarse en su momento de Chile, debido al golpe de Estado del Genereal Pinochet y la CIA contra el gobierno de la Unidad Popular presidido por su primo Salvador Allende. Sobre esto dice que el país no ha superado esa experiencia y que el Chile del momento en que escribe el libro se caracteriza por la injusticia social y la hipocresía. Pero, evidentemente, estamos hablando de Isabel Allende, eso quiere decir que el realismo mágico campa a sus anchas por el relato, sobre todo en cuando aparecen referencias a antepasados; por ejemplo, cuando su abuelo se encontró con el diablo mientras viajaba en un autobús, y luego contó que lo había reconocido por sus «pezuñas verdes». En fin. También cuenta que a una tía abuela le habían brotado alas. Todo esto muy en línea que ese ambiente sobrenatural en el que el cielo y la tierra están divididos por una línea tan liviana que llegan a enredarse. Es decir, lo imposible se vuelve posible. El relato, así como muchas de sus obras, está inspirado en recuerdos relacionados con su familia. Es obvio que no a todos los familiares les crece algo atípico en su cuerpo ni tienen contactos asombrosos, la mayoría aparecen por la narración en contextos enmarcados en las convicciones, creencias y usos, más o menos folclóricos, de la sociedad que habitan. Su discurso es feminista y de hecho su vida no es la propia de una mujer de su tiempo. Constantemente se reivindica a sí misma, tratando de conquistar el espacio que le corresponde como persona, pasando por encima de las restricciones propias del sexismo y el patriarcado que la rodea.

 
En el texto repasa con una pluma incisiva, en ocasiones hilarante, la idiosincrasia de chilenos, norteamericanos y venezolanos. Ninguno de ellos sale bien parado si bien su generalización está expresada, alegremente, desde una subjetividad que desea permitirse como ciudadana del mundo que es.

Su divorcio de Miguel Frías, según ella, consecuencia directa de su exilio y viajes continuos, y posterior matrimonio en 1987 con el norteamericano Willie Gordon son descritos en la obra con menor énfasis en el primero y con uno mayor en el segundo. Hay que decir que se divorció de Gordon en el año 2015. A pesar de ello, no se puede decir que la relación fuera mala, duro veintisiete años. No está mal para los tiempos que corren. A Willie Gordon le dedicó su novela El plan infinito (1991), un trabajo que leído con detenimiento da la impresión de ser la más distinta de todas las que ha escrito. A mí se me antojó en una ocasión denominarla como su «novela americana», la más ajena al estilo que ha caracterizado a la escritora.

Isabel Allende también habla de sí misma y se define con diversos epítetos que la hacen gracia y de los que me da la impresión se siente orgullosa: bicho raro, feminista radical, hippy. Desde joven ambicionaba ser una mujer diferente en una sociedad que tiende a la uniformidad. Sobre la escritura dice que llegó a ella por casualidad, porque era una forma de escapar a un mundo que no le gustaba nada. Más tarde, escribir se convirtió en un modo de vida y en un acto placentero.

Se podría decir sin temor a equivocarse que la narración está teñida de nostalgia, de tiempo perdido, de sueños rotos, de paisajes abandonados a toda prisa que desde la distancia tal vez parecen mejores de lo que realmente fueron. Al escribir hechos del pasado se rememora a ella misma inmersa en esos escenarios y se pregunta cómo hubiera sido su vida si la tragedia de la historia no se hubiera impuesto con violencia e irracionalidad.

El tema del nombre tiene su interés por que refleja bien su planteamiento de la narración. Ella escribe el libro fuera de Chile, muchos años después de abandonarlo, temiendo por su vida y la de su familia. Le añora y apenas conoce lo que ha sido de él después de su marcha, salvo por visitas cortas y esporádicas. De este modo, los recuerdos se funden o confunden con la realidad, y emociones de, ira, de rencor y de añoranza, hacen el resto: una invención de un Chile que es más imaginado que otra cosa. Quizá su perspectiva no sea tan descabellada por mucho que sea «inventada».